Pronto

“EN CUARENTENA SE ME DESPERTÓ UN CARPINTERO QUE TENÍA ADENTRO Y FABRICO COSAS CON MADERA”

- BICHO GÓMEZ

El humorista, que se presenta con el unipersona­l Sin carpa en el Teatro Astros, repasa su infancia en el circo y lo difícil que le resultaba el desarraigo cuando era niño. Hoy, papá de tres hijos y en pareja con la coreógrafa Verónica Pecollo, relata que durante la pandemia comenzó a construir objetos de madera. “Le hice chiches a mi hija más chica, Renata, y una mesita de luz a la más grande, Rocío”, revela el actor

Siempre activo y de buen humor, Marcos “El Bicho” Gómez (58) es un artista multifacét­ico que no se queda de brazos cruzados: además de presentars­e en el Teatro Astros con el unipersona­l Sin carpa y tras haber formado parte de Corte y confección famosos, cuenta que durante la larguísima cuarentena se puso a construir muebles de madera en su casa. “Se me despertó el Gepetto que tenía adentro”, metaforiza. Papá de Rocío (23), Homero (13) y Renata (1) –los dos mayores fruto de su matrimonio con su ex, María Laura, y la más chiquita de su relación con Verónica Pecollo-, el humorista reivindica los lazos familiares y rememora su niñez de ensueño bajo la carpa del circo en una charla a pura emoción con Pronto. “Amo hacer Sin carpa y volvemos ahora en mayo, después de este impasse en el teatro. Estoy en el Astros, arrancamos con el unipersona­l en enero y ahora retomamos. Ya lo tenía escrito a Sin carpa y en la pandemia de estar tanto tiempo al pedo en casa, me puse a leer cosas que tenía escritas: monólogos, alguna comedia y encontré Sin carpa. Me largué a reír mientras lo leía y dije: ´Es el momento de hacerlo´. Me puse a ensayarlo en casa, me ayudó Vero y montamos este espectácul­o, con el cual me siento identifica­do y me divierto mucho. Está hecho con mucho humor y con mucho amor por sobre todas las cosas”, cuenta el Bicho.

-¿De qué va Sin carpa?

-El espectácul­o se llama Sin carpa porque toco un poco esa vida circense en la que estuve desde chico. Voy contando la historia con mucho humor ya que una de las premisas principale­s es que la gente se ría desde que se sienta hasta que se va. Por suerte, lo logramos y hablo en plural porque el público también hace que el espectácul­o sea así.

-¿Aparecen tus personajes clásicos? -Durante el show, van a ver personajes con los que he convivido desde que era chiquito y todos en clave de humor. Todos tienen su monólogo y hay acróbatas, malabarist­as, coreografí­as, hay una enanita que baila clásico, un presentado­r y una adiestrado­ra de hombres ya que en los circos ahora no hay animales. Adiestrar hombres más complejo que adiestrar animales, ¿eh? En el espectácul­o van pasando distintos personajes y la gente se ríe muchísimo con todo lo que pasa en el escenario.

-¿Sos nostálgico de tu pasado en el circo?

-Un poco sí y un poco no. Todo lo que soy y lo que sé se lo debo a esa infancia que tuve. Al haberme criado con acró

batas, equilibris­tas, trapecista­s, payasos, magos y domadores, ahora a la distancia te puedo decir que fue una infancia maravillos­a. Haber compartido esos momentos y haberlos vivido con gente que eran parientes: tíos, primos, amigos, padrinos o amigos de mis viejos, hizo que esa niñez haya sido increíble.

-¿Cómo vivías el desarraigo?

-Con el circo recorríamo­s todo el país y el desarraigo era lo que más me costaba. Es raro igual hablar de desarraigo porque mis raíces estaban en el circo. Pero todo el tiempo me tenía que cambiar de escuela y hacer amiguitos nuevos; ese era el cambio en el que me sentía más incómodo. Lo que menos me gustaba del circo era lo principal, que era viajar. El desarmar, agarrar la ruta, ir a otro pueblo y empezar todo de vuelta era lo que menos me gustaba de esa vida. Pero no podía hacer mucho con eso porque es parte de la vida del circo.

-¿Cuánto era el máximo tiempo que se quedaban en un pueblo?

-Dependía de cómo le fuera al circo, más que nada. Por ahí, si tenías la suerte de que al circo le vaya bien, te podías quedar un mes o dos. Pero si le iba mal, te quedabas viernes, sábado y el domingo ya te ibas. Era una cuestión de que te vaya bien o mal; suerte pura.

-¿Cómo te iba en la escuela con tantos cambios?

-Bien pero era incómodo el primer día llegar a una escuela nueva porque sos el nene que llega cuando las clases ya están empezadas. Entonces, te presentan, todos te miran, saben que sos el del circo y que te vas a ir. En el recreo vienen, te rodean, te preguntan, te miran. Es raro pero después te vas acostumbra­ndo. Cuando sos chiquito sabés que es así y te vas adaptando. Si tenés la suerte de conocer bien a algunos compañeros, tal vez en un año y medio volvés al mismo pueblo y te reencontrá­s. Entonces, ya el recibimien­to es distinto y te invitan a la casa a tomar la leche o vos lo invitabas al circo.

-¿Te quedó algún amigo de la infancia?

-No, eso es imposible. Imaginate que no existían las redes sociales y nada de tecnología así que imposible. Sí me quedan mis parientes y mis amigos del circo. No de la ciudad pero sí los del circo. De hecho, toda mi parentela sigue en el circo y yo estoy en contacto con ellos. En la Argentina hay más de 50 circos girando por el país, adaptados a los tiempos modernos porque los circos se tuvieron que aggiornar. Son espectácul­os más bien teatrales, con escenario y tecnología, más cercanos si se quiere al Cirque Du Soleil. Hace más de 15 años que no hay animales y los espectácul­os se han adaptado muy bien a esa nueva manera de hacer circo.

-¿Flavio Mendoza hizo más popular al circo?

-Lo que ganó Flavio fue la popularida­d de él convertirs­e en un tipo recontra reconocido en el mundo artístico y un personaje muy popular. También sus creaciones pero el circo ya había ganado ese espacio. Flavio ayudó a hacerlo más visible con sus espectácul­os, que también son bellísimos.

-¿Cómo te afectó el impasse en el teatro por las medidas sanitarias?

-En esta última vuelta, te podría decir que estuve más tranquilo. Siempre vivo con la incertidum­bre de saber qué nos va a pasar y va más allá de lo artístico: me pregunto qué nos va a pasar en este mundo tan loco que estamos viviendo. ¿Dónde vamos a ir a parar y qué futuro les vamos a dejar a nuestros hijos? Esa es la mayor incertidum­bre. Todos decimos que la pandemia nos va a cambiar a todos y por momentos te das cuenta de que no hemos cambiado absolutame­nte nada; los de arriba siguen queriendo tener más poder y los que estamos en el barro, seguimos en el barro; algunos hasta más hundidos. Entonces, ese espacio que hay entre los que más y los que menos tienen cada vez se hace más difícil. -¿Pudiste laburar el año pasado o te encerraste directamen­te?

-Me encerré. Habíamos terminado de hacer la temporada en Carlos Paz y teníamos un bebé recién nacido. La cuarentena nos agarró con Renata con cinco meses y cuando empezó la pandemia, decidimos quedarnos en casa sin pensar que iba a ser tan larga. Arrancamos con Renata con cinco meses y ahora tiene un año y 8 meses así que imaginate la cuarentena potente que hemos vivido, ¡viendo crecer a una niña las 24 horas durante un año y medio!

-¿Cómo te pegó la paternidad a los 58 años?

-Desde lo físico te pega distinto, ¡eso sin dudas! Bien, siempre con mucho amor. Uno le pone mucho amor más allá del chiste. Ser padre es un trabajo de aprendizaj­e constante. Tengo una hija de 23, Rocío, y otro de 13, Homero. Ninguno es igual al otro y todo el tiempo tenés que estar aprendiend­o y viendo cómo crecen. Lo más importante es ir acompañánd­olos y que crezcan con mucha libertad. Saben que pueden hacer lo que quieran y que van a contar conmigo sin ningún reclamo. Estoy solamente para acompañarl­os en sus decisiones. -Cuánta diferencia de edad entre tu hija de 23 y la de 1.

-Sí, muchísima. El chiste que siempre hago es que la pongo cada 10 años pero con mucha efectivida­d (risas). Imaginate que Rocío tiene una vida de chica adulta, con sus ideales, sus pensamient­os, al igual que Homero que tiene 13. Renata también pero es completame­nte distinto el contexto. Veo que Renata ya sabe agarrar el teléfono, meterse a Youtube y ver lo que ella quiere.

-¿Habla algo?

“AL HABERME CRIADO EN UN CIRCO, SUFRÍ EL DESARRAIGO Y NO TENGO AMIGOS DE LA

INFANCIA”

-No, todavía no pero maneja el celular como los dioses. Y eso me asombra. Entiende todo, se hace entender, agarra el teléfono, busca sus dibujitos y eso no se puede creer. Yo no entiendo el teléfono a los 58, así que no me entra en la cabeza. Los chicos de ahora vienen con otro chip: no aprendiero­n a hablar y ya manejan un dispositiv­o tecnológic­o. Es el mundo que viene. Homero y Rocío, por ejemplo, no miran televisión y no saben lo que hay en pantalla porque miran todo por Instagram, Netflix, YouTube y si quieren ver algo de la tele, directamen­te lo buscan en su teléfono a la hora que quieren.

-¿Cómo es el vínculo de tus hijos mayores con la más chiquita?

-Hermoso. ¿Viste que cuando sos más grande y tenés una hermana chiquitita todo es más lindo? Rocío ya tiene su mundo y es independie­nte, trabaja y tiene sus tiempos así que cuando viene a compartir con su hermana, es todo disfrute. Renata es casi como la mascota de la familia, el juguete de todos. Y ella lo sabe así que se aprovecha de la situación como nadie. Ya nos tiene cagando, ¡me imagino lo que va a ser dentro de un tiempo!

-¿Descubrist­e alguna actividad nueva en cuarentena? -Sí: se me despertó un Gepetto que tenía adentro, empecé a hacer cosas con madera y eso me divierte mucho. Le hice algunos chiches a Renata, una mesa de luz a Rocío y se me despertó un carpintero que tenía adentro. Me encanta esta nueva actividad y en un momento Vero me dijo que le aflojara porque sino iba a llenar de madera toda la casa. -Muchos artistas la pasaron mal en lo económico. ¿Vos sos ordenado con el dinero? -Tengo la suerte de que he trabajado muchísimo y pude ahorrar una guita con la cual sé que puedo tirar un tiempo. Tampoco es que tiro manteca al techo pero sé que puedo surfearla un tiempo. Es cierto que también tengo amigos

“LE PROPUSE CASARNOS A VERO Y ME DIJO QUE NO”

que viven el día a día y la están pasando como el ojete. Y que se dedican a hacer otras actividade­s: cocinan y hacen viandas, por ejemplo. Se reinventan porque no les queda otra. Yo puedo tirar un tiempo y por suerte ahora se reactivó un poco esta nueva etapa con el teatro. La idea es tratar de no comerme todos los ahorros, que es la típica de los actores cuando no trabajamos.

-Estuviste en Corte y Confección Famosos. ¿Qué tal tu paso por el programa?

-Estuvo divertido, la pasé re bien y es un lugar donde algo aprendí. Ahora puedo hacer una recta en una máquina o coser un botón. Es más, estoy pensando en comprarme una máquina de coser y todo, ¡mirá lo fuerte que me pegó! Me divirtió mucho y me invitaron a participar del programa no para coser sino para hacer humor. En el ciclo pude jugar, divertirme y pasarla genial.

-¿Antes de entrar te interesaba la moda?

-Tenía cero vínculo con la moda y no sabía nada. Mi relación con la moda era desde lo teatral, de pensar un vestuario, imaginarlo e indicarle a la vestuarist­a qué tipo de vestuario quería para tal personaje. Descubrí también que la moda más allá de la parte frívola, tiene grandes artistas porque los tipos que hacen alta costura son grandes creadores de obras de arte. Tienen creaciones espectacul­ares.

-En Corte te reencontra­ste con Anita Martínez. ¿Cómo estaban las cosas entre ustedes?

-Bien. Con Anita nunca nos peleamos pero habíamos estado distanciad­os. ¿Viste cuando te agotás de ver todo el tiempo a la misma persona? Bueno, eso nos había pasado y nada más. Nosotros tuvimos un año intensísim­o en el Bailando, después hicimos teatro y todo eso nos fue cansando. Más allá de que la gente nos amó de una manera incondicio­nal y pensaba que íbamos a ser un dúo de por vida, cada uno de nosotros teníamos nuestros proyectos personales. Sucedió todo eso pero jamás nos peleamos y no pasó nada grave como para que no nos veamos o no nos hablemos más. Todo lo contrario.

-Había quedado flotando que estaban peleados.

-Sí pero nada que ver. Si me preguntás si volvería a trabajar con Anita, yo te digo que sí. Calculo que ella también te diría que sí. No tenemos problema porque nos conocemos mucho, tanto arriba como abajo del escenario. El reencuentr­o televisivo fue re lindo aunque ya nos habíamos visto antes, fuera de cámara. Por ahí, la gente se olvida pero nosotros después de estar en el Bailando intentamos volver al programa y duramos nada porque nos fue mal. Volvimos pero fue tan fugaz el paso que nadie se acuerda. -¿Vas a estar en la apertura de La Academia?

-No. Eso salió en muchos portales pero lo desmiento. Sé que en la apertura van a estar varios de los humoristas históricos de VideoMatch pero no formo parte de ese grupo. Siempre que me nombran lo aclaro porque hay una confusión: no soy de esa camada de humoristas de ShowMatch que sí integran Pablo Granados, Pachu Peña, Fredy Villarreal, Carna, Larry De Clay, Campi, Yayo, Toti Ciliberto, Sergio Gonal. Como he estado mucho haciendo humor, la gente se cree que yo pertenezco al staff de ShowMatch pero no es así. He trabajado mucho, he disfrutado a lo loco y cada vez que me dan el espacio yo voy a divertirme pero no soy de esa camada de clásicos humoristas. -¿Cómo fue la convivenci­a de 24x7 en cuarentena con tu mujer, Vero? -Genial. Con Vero podría vivir eternament­e de cuarentena, hasta que se nos acabe la vida. No solamente podría vivir sino que quiero vivir con Vero así, en cuarentena eterna. Mientras no nos falte el vino, está todo bien. Nos gusta a la noche ponernos a cocinar y tomarnos un vasito de vino juntos. El mejor momento del día es cuando estás en pareja, sos feliz y estás enamorado.

-¿Sos romántico?

-Recontra. Todos los días le digo a Vero lo mucho que la amo y me encanta sentirme de novio. Es nuestro mejor estado y nosotros decidimos vivir de novios. Siempre decimos que no somos ni pareja ni matrimonio: somos novios que ahora, además, somos papás de Renata. Vivimos la vida como novios. Me encanta ser romántico y poder disfrutar del amor en este sentido. Cada vez que vuelvo a casa del teatro, agarro por Sarmiento y cada tanto paro, compro flores y me gusta sorprender­la.

-¿Por qué nunca se casaron?

-Porque Vero no se quiere casar. Quiere vivir de novia. Le hice la propuesta y varias veces le pregunté si se quería casar pero ella me responde que no. “Si estamos re bien así, ¿para qué?”, me contesta. Así que creo que ya está. Algún día la tengo que sorprender y yo creo que ella está esperando que la sorprenda con el pedido de casamiento. Mirá que he comprado anillos y todo pero ella se ve que quiere algo distinto y todavía no se me ocurre qué hacer.

-¿Por qué Vero es la mujer de tu vida? -Porque me ha cambiado la visión de todo. Es una mina simple, que no necesita estar conmigo y así todo nos elegimos. Ella tuvo su vida tranquila hasta que nos conocimos y siento que los dos nos necesitamo­s desde el amor. Desde ahí, la conexión está buenísima. Amo elegirnos a diario y que eso sea así cada día de nuestras vidas.

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Acompañado por Homero (13), su único hijo varón, el comediante pasa largas horas en su casa fabricando muebles de madera. “Le hice algunos
chiches a Renata y una mesa de luz a Rocío. Me encanta esta nueva actividad y en un momento Vero me dijo que le aflojara porque sino iba a llenar de madera toda la casa”, se ríe.
¡Manos a la obra! Acompañado por Homero (13), su único hijo varón, el comediante pasa largas horas en su casa fabricando muebles de madera. “Le hice algunos chiches a Renata y una mesa de luz a Rocío. Me encanta esta nueva actividad y en un momento Vero me dijo que le aflojara porque sino iba a llenar de madera toda la casa”, se ríe.
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El humorista reivindica su niñez en la carpa del circo con su familia. “Todo lo que soy y lo que sé se lo debo a esa infancia que tuve. Al haberme criado con acróbatas, equilibris­tas, trapecista­s, payasos, magos y domadores, ahora a la
distancia te puedo decir que fue una infancia maravillos­a”, se emociona.
Mundo nómade El humorista reivindica su niñez en la carpa del circo con su familia. “Todo lo que soy y lo que sé se lo debo a esa infancia que tuve. Al haberme criado con acróbatas, equilibris­tas, trapecista­s, payasos, magos y domadores, ahora a la distancia te puedo decir que fue una infancia maravillos­a”, se emociona.
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El Bicho reconoce que le encanta sentirse de novio pero también quisiera casarse. “Vero quiere vivir de novia. Le hice la propuesta y varias veces le pregunté si se quería casar pero ella me responde que no. ´Si estamos re bien así, ¿para qué?´, me contesta. Así que creo que ya está”, se resigna el artista.
Los confites pueden esperar El Bicho reconoce que le encanta sentirse de novio pero también quisiera casarse. “Vero quiere vivir de novia. Le hice la propuesta y varias veces le pregunté si se quería casar pero ella me responde que no. ´Si estamos re bien así, ¿para qué?´, me contesta. Así que creo que ya está”, se resigna el artista.

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