“DE CHICA ERA COMO UNA PEQUEÑA MAFALDA QUE PREGUNTABA POR TODO”
Periodista especializada en política económica, Marcela Pagano (35) construyó una sólida carrera en los medios a base de disciplina y esfuerzo: debutó a los 20 años como redactora en Ámbito financiero, cinco años más tarde pasaría a escribir en el diario Clarín y a la par se iría metiendo en televisión y radio. En la pantalla chica dio sus primeros pasos en Café financiero, por A24 y luego le llegaría una gran oportunidad en Buenos días América, junto a Antonio Laje, en América en dúplex con A24. A la par, hacía radio con Jorge Lanata en Mitre y estuvo al frente de La quinta pata, por Canal 7. En 2018 se convirtió en una de las caras visibles en materia económica del grupo Clarín, con presencia diaria en TN y Telenoche, por El Trece, y este año tomó la decisión de volver a América pero ya no como columnista sino como conductora. Desde hace un mes, Marcela Pagano está al frente de Primera tarde, su propio programa que sale de 15 a 16.30 en A24 y que ocupa el espacio que dejó vacante Mauro Viale tras su muerte víctima de coronavirus. -¿Cómo vivís este gran paso en tu carrera, que es estrenar el rol de conductora?
-Estoy feliz y era algo que anhelaba y soñaba. Todos los periodistas que trabamos en televisión creo que soñamos con tener un espacio propio, de la misma manera que los que venimos de gráfica siempre soñamos con tener nuestra propia columna editorial. Para mí fue algo muy soñado y se dio en una señal de noticias de la cual formé parte durante muchos años, donde me formé y por la que tengo un cariño especial porque siento que parte de lo que soy como periodista de tele es gracias a lo que aprendí en ese canal. Y a las personas que me formaron trabajando en América y A24 y con quienes hoy me vuelvo a encontrar en una segunda vuelta de la vida.
-¿Cómo te encuentra esta segunda vuelta?
-Feliz, plena, más grande y ya en otra posición. Estoy súper dedicada al trabajo y este gran paso fue algo muy pensado, muy soñado y muy anhelado. Básicamente puse mi vida al servicio del laburo.
-¿Tan así es? ¿Tanto le dedicás al trabajo?
-Todo el tiempo, desde que me levanto hasta que me acuesto. Me levanto, leo los diarios y estoy pensando en el laburo porque me informo con una mirada crítica y pensando qué me puede servir. El ejercicio que aplico desde el día uno que empecé a hacer televisión es focalizarme en las notas o los temas que me cuestan entender para darles una vuelta de tuerca y laburarlos más que al resto. Parte de mi trabajo es lograr hacer más entendibles ciertos temas para el público. Arranco así mi día y armamos los temas junto con María Rifa Alsina, la productora del programa. Estamos las dos muy codo a codo; la pandemia nos ha jugado una mala cruzada porque nos encontró con muchas personas aisladas por el coronavirus. Lo que está pasando en todas las empresas. Así que con María laburamos desde muy temprano a la par para el programa que sale a las 3 de la tarde. Cuando terminamos el aire, hacemos una reunión de posproducción en la que hacemos una crítica de lo que hicimos y ya comenzamos a trabajar en el programa del día siguiente.
-Ocupás el espacio que durante años hizo propio Mauro Viale. ¿Es una presión extra?
-Es una responsabilidad enorme y un gran desafío. Te voy a contar algo: en mi casa, desde que era chiquita, siempre mirábamos a Mauro y es un periodista que consumí siempre. Así que imaginate lo que representa Mauro Viale para mí como persona, más allá del respeto que le tengo como periodista. En la casa de mis padres siempre comíamos los domingos mirando a Mauro. Fue un desafío enorme arrancar una conducción de cero y a eso sumarle ocupar un espacio que estaba muy identificado con una persona que tenía un sello y una impronta única e inigualable. Lo tomé como un honor, un halago y un rendirle un homenaje a Mauro.
-¿Lo conocías a Mauro?
-Sí. No tuve el gusto de trabajar con él pero lo conocía, siempre fue muy amable conmigo y tuvo unas hermosas palabras para conmigo siempre sobre mi trabajo. Ya estar trabajando en A24 y en América era conocerlo a Mauro Viale porque él estaba todo el día dando vueltas en el canal o en los alrededores, siempre trabajando y haciendo sus reuniones de producción. Era un periodista muy generoso y de hacerte comentarios de qué habías dicho, de invitarte a sus programas, de hacerte parte de sus ciclos. Por otro lado, para mí es el papá de una persona a la que le tengo mucho cariño y que es un periodista amigo: Jonathan Viale. O sea que por todos lados tiene mucho simbolismo para mí Mauro.
-¿Cómo te impactó la noticia de su muerte?
-Estaba preparándome porque estaba a una semana de estrenar mi programa, que iba a tener otro formato y otro horario porque inicialmente íbamos a ir al mediodía. Después de mucho tiempo,
había ido a visitar a mis papás a El Palomar porque ya tenían dada la primera dosis de la vacuna y siempre tuvimos mucho cuidado por el contacto estrecho. Así que no nos veíamos casi nunca y ese día estaba yendo a buscar la buena energía y la contención de mis papás porque en una semana estrenaba mi programa. Estaba entrando a la casa de mis padres y me empezaron a llegar mensajes de WhatsApp con rumores de lo que le estaba pasando a Mauro. No lo podía creer y de negadora total pensé que era un rumor de mal gusto, como sucede muchas veces.
-¿Entonces?
-Sabía que a Mauro lo habían pasado de terapia intensiva a intermedia, así que lo negaba hasta que una muy buena fuente me confirmó que era real. Quedé atónita y mi mamá se quebró y se puso muy mal. La noticia la angustió mucho porque Mauro era parte de la mesa de mi familia.
-El día del debut, tus padres te mandaron flores con una tarjeta especial. -¡Ay, sí! Lo recibí a poco de estrenar el programa y me largué a llorar porque se sumaron muchos factores: los nervios del debut y lo pesado del año intenso que veía teniendo. Soy hija única, muy apegada a mi familia y si bien no tengo hermanos, tengo primos, tíos y a mis viejos. No verlos durante todo el año pasado a mí me debilitó mucho en lo emocional. Ver ese ramo de flores con la tarjetita que venía desde El Palomar y que decía: “Lo lograste, llegaste”... Me emocionó saber que pude honrar los valores que mis viejos me inculcaron, que son trabajar y esforzarme para dejar una huella sin pisar a nadie. El mensaje de “lo lograste y llegaste” va más allá del objetivo; se refiere a la forma de haber llegado al lugar en el que estoy.
-¿Te costó mucho el recorrido?
-Sí. Pensá que vengo de una familia laburante que nada tiene que ver con los medios. Me propuse algo que parecía impensado hace unos años, que era llegar a los medios sin tener un contacto. Lo logré hacer y es gracias a los valores que me inculcaron en mi casa.
-¿Tus papás a qué se dedican?
-Los dos están jubilados. Mi papá, Jorge, en su último tramo trabajó en ANSES, para AFJP y mi mamá, Isabel, es docente de chicos con capacidades diferentes. Los dos tienen 71 años, me tuvieron de grandes y en eso son modernos. Si bien se casaron jóvenes y están juntos de toda la vida, priorizaron trabajar y después formaron una familia, cuando mi mamá sintió que había alcanzado los objetivos profesionales que se había propuesto. En eso son modernos y sus amigos tienen
“LA ÚNICA MATERIA QUE REPROBÉ EN LA SECUNDARIA FUE
ECONOMÍA”
hijos que me llevan 10 años.
-¿Siempre supieron que querían tener una sola hija?
-Mirá, creo que mis viejos no tenían idea hasta que me tuvieron a mí y se dieron cuenta lo que era tener una hija como yo. Siempre fui muy buena pero demasiado pizpireta e inquieta. Era como una pequeña Mafalda: todo el tiempo preguntando, interesada, muy activa, súper curiosa. Les di mucho trabajo evidentemente y desistieron de reincidir.
-¿De chiquita ya querías ser periodista?
-Sí. Recuerdo que uno de los primeros juguetes que me regalaron y que fue lo mejor que me pudo pasar en la vida: un grabador de casette. De chica, obligaba a mis pobres amigas a jugar “a la radio” cuando venían a mi casa. Entonces, yo jugaba a armar y grabar un programa de radio, tenía el grabador con el micrófono y el juego era armar un ciclo radial. También en casa recibíamos el diario en papel y yo lo leía de chica. En mi casa, además, había un espejo grande y como era hija única y de alguna manera me tenía que entretener, jugaba a cantar y hablar con el micrófono frente al espejo. ¡Flasheaba que el espejo era una cámara! Y en la adolescencia, en mis ratos libres escribía.
-¿Qué escribías?
-De todo: de chiquita escribía cuentos de ficción, a los 8 o 9 años, y siempre mi mamá me leyó muchos cuentos, sobre todo de terror porque eran los que más me gustaban. A los 11 años recuerdo que escribía a mano cuentos de terror y cuando me regalaron mi primera computadora empecé a tipear como loca. Ah, recuerdo que otro de mis primeros regalos fue una máquina de escribir de Barbie porque era fanática de la muñeca y de escribir.
-El sueño de chiquita se cumplió con creces, ¿no?
-Totalmente. Lo que nunca en la vida pensé es que estar en esos lugares era estar asociada a los números. Eso sí que jamás lo hubiera imaginado y nadie se lo imaginaba.
-¿Por qué?
-Porque siempre me costó mucho. Era muy buena con Lengua, Literatura y las Ciencias Sociales y si bien era una buena alumna en general, todo lo relacionado con los números me costaba mucho. Era floja en Economía y las vueltas de la vida hicieron que me tocara transitar el Polimodal con orientación en Economía y Gestión de las Organizaciones. Mi escuela solo tenía esa orientación y decidí no cambiarme de colegio porque quería mantener a mis amigos. Me tuve que acostumbrar a tener mucha contabilidad y números en la formación secundaria y aunque no tenía facilidad, las vueltas de la vida hicieron que todo lo que me costaba entender se terminara convirtiendo en mi profesión.
-Qué increible.
“SIEMPRE CONSUMÍ A MAURO VIALE Y OCUPAR SU ESPACIO ES UN GRAN DESAFÍO”
-Sí y la única materia de la secundaria en la que me fue mal fue Economía. La profesora me reprobó y me dio a entender que yo no servía para esa materia. Me marcó la vida porque fue como un desafío personal. Lo razoné de la siguiente manera: “Si yo no lo entiendo y me cuesta tanto, ¿cuántas personas también habrá que no lo entienden y les cuesta tanto?”, pensé. -Hoy sos una referente del periodismo económico. -Insólito, ¿no? Me interesan los temas que más me cuestan y que son difíciles de entender y los bajo al llano para que lo entendamos todos. A la gente muchas veces le da vergüenza decir no sé o no entiendo. En mi carrera profesional también me ha pasado de encontrarme con muchas personas que me decían que yo no iba a poder con esto. Soy acreditada en el Ministerio de Economía, en su momento entré muy joven representando a Clarín, y me encontraba en un mundo donde eran todos hombres y yo con mis veintipico de años. Los periodistas que ocupaban ese lugar me llevaban 10 o 15 años y eran todos hombres. Tuve un jefe que me defendió, Marcelo Cantón, a quien le debo mucho la confian*a El confió en mí y defendió que sea yo quien vaya como acreditada para el diario. Pero costó mucho. -¿Había resistencia?
-Sí, muchísima. “Es muy joven, es mujer”, repetían. Después vas rompiendo los moldes. Y con la televisión me pasó lo mismo. Mucha gente consideraba que yo no estaba para conducir un programa y si bien todos tenemos aciertos y errores y vamos aprendiendo todos los días, la brecha entre eso y no poder es algo distinto. Por eso yo cuando trabajo con gente más joven o que recién está arrancando la aliento y siento que todos pueden. Simplemente hay que pulir, esforzarse más pero el “no podés” es muy pesado. Y yo lié mucho tiempo con el “vos no podés, te falta”. -¿Dónde resolvías esos temas?
-Me he llevado muchas angustias laborales a mi casa pero yo siempre supe que podía. Si uno trabaja, se esfuerza, se forma, es empático y se deja ayudar, todo lo que se propone en la vida se puede cumplir. Creo mucho en los equipos de trabajo y si tenés una red para tener en quién apoyarte, en equipo todas las cosas se logran. Podés gustar o no en lo que hacés, pero en mi caso siento que pude. Y por eso me emocionó tanto el mensaje de mis viejos. Lo que logré es a costa de mi esfuerzo y mi laburo, sin pisar la cabeza de nadie y respetando a mis compañeros. -Te desenvolvés en un nicho competitivo. ¿Te sentís respetada dentro de tu ámbito?
-Sí, ¿sabés que sí? Te voy a ser sincera: siempre sentí respeto. Al comienzo, cuando no me conocían, había un prejuicio y me veían muy chica, encima mujer. Pero a los dos días de conocerme, ganaba respeto. Fui muy trabajadora y ponía todo lo que podía de mí. Como soy muy autocrítica, el primer error de mí misma lo veo yo. Soy muy autoexigente y me miro todos los errores. Recuerdo que cuando entr en (m ito financiero, que fue mi primer trabajo, dos compañeros de laburo hicieron una apuesta para ver cuánto duraba yo.
-¿Perdón? ¿Qué apostaban?
-Eso: si yo iba a durar tres meses, seis meses, que no iba a llegar al año. El que más había apostado por mí fue seis meses y me terminé enterando porque ellos mismos me lo contaron. Estuve trabajando cinco años en esa redacción y entré con 20. Los prejuicios se caen cuando me conocen y ven que me gusta lo que hago, que le pongo amor y que uno no trabaja solo por un sueldo. Tengo la fortuna de trabajar de algo que me encanta. Escucho, me adapto, pido consejos a mis pares.
-¿Cómo viviste tu paso de TN y El Trece a América? -En el Grupo Clarín estuve mucho tiempo porque escribí durante siete años en el diario y luego estuve tres años en TN y El Trece; en total fueron 10 años. Fue emocionante cuando me fui porque me sentía muy querida y estuve esquivando las despedidas porque ahí dejé amigos y no quería quebrarme. Me fui muy feliz de esa redacción, con excelentes vínculos y me fui porque sentía que mi etapa ahí ya estaba cumplida. uería conducir, apostar a al)o di erente y afincarme en un horario. En TN me sentía bien, tenía mi espacio, mis compañeros me respetaban pero me fui por una apuesta personal y porque quería probarme a mí misma.
-¿Cómo está tu corazón? -Ay, estoy soltera. Estoy abierta al amor pero el problema es que amor no me encuentra. Lo que me pasa es que casi no tengo tiempo y al lado mío tendría que tener una persona que se adapte mucho. Es un poco egoísta pero nuestra profesión es muy demandante y el año pasado, por ejemplo, llegué a tener 5 cambios de horario. Hasta ahora, solo dos personas llegaron a entender estos vaivenes de horario de mi profesión: un ex que tenía una vida muy similar a la mía y un médico, que también tiene una vida así. Si te llama un paciente, tenés que salir corriendo y no importa si habías programado una cena familiar. El mundo se para y es muy difícil que te entiendan. Entonces ahí empiezan los reclamos y a mí me pasaba incluso con mi propia familia. -¿Le encontrás una salida? -Sí, claro, se puede. Igual yo le pongo mucho el cuerpo a mi trabajo y mucha pasión. Por eso me queda poco espacio para compartir otras cosas. Las veces que aposté por salir con personas de mi mismo ámbito fue caótico porque al otro le pasaba lo mismo. Una ex pareja mía era productor y nos entendíamos pero a él también le cambiaban mucho los horarios y nos costaba coincidir. Para el periodismo todos los días son hábiles y no tenemos descanso, entonces si te llama una fuente y te pasa la información que estás buscando un sábado a la noche o un domingo al mediodía, tenés que responder. Igual no lo sufro ni me desespero porque estoy en una soltería en paz.