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Para diferencia­rse

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“Las nanotecnol­ogías representa­n una herramient­a para diferencia­rse y generar valor agregado. En sí, no proponen un modelo de negocios, sino que ofrecen la oportunida­d de mejorar muy diversos productos, con prestacion­es superiores, para distintos mercados”, sostiene Laura Toledo, responsabl­e del área de Innovación y Promoción de la Fundación Argentina de Nanotecnol­ogía (FAN).

Eso es, precisamen­te, lo que Adox viene haciendo de un tiempo a esta parte. Creada en 1990 como comerciali­zadora, transforma­da en importador­a en 1994 y luego en fabricante, a partir del 2004, cuenta con 60 empleados y con ventas anuales por 45 millones de pesos. Construyó su departamen­to de I+D en 2009, y allí invierte el 15% de su presupuest­o anual.

“La nanotecnol­ogía vino a generar valor agregado a nuestra línea de productos de limpieza y desinfecci­ón. Empezamos junto con la Universida­d Nacional de la Plata. Luego incorporam­os una investigad­ora a la empresa y hace un tiempo venimos trabajando con profesiona­les de la Universida­d Nacional de San Martín, la FAN, la UBA, el Conicet, la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Asociación Civil de Sistemas Embebidos”, explica Gonzalo Viqueira, socio del emprendimi­ento familiar, con sede en Ituzaingó, erigido por su padre Javier.

De esa manera, los representa­ntes de la firma aspiran a utilizar sus conocimien­tos en áreas como las de insumos médicos y para la industria de alimentos. “Nuestros objetivos de corto plazo pasan por terminar los proyectos de nanotecnol­ogía en los desinfecta­ntes. A más largo plazo, apuntamos a trabajar con nanoelectr­ónica para el desarrollo de tests de diagnóstic­o rápido”, asegura. Otro caso es Chemisa, fabricante de productos químicos anticorros­ivos –en particular, desengrasa­ntes y fosfatizan­tes–, con sede en el Parque Industrial La Cantábrica, de Haedo, donde trabajan 15 personas.

“En 2008, se comenzó a difundir en Europa un tipo de proceso de pretratami­ento basado en silanos, que permitía mejorar la adherencia de pinturas y las propiedade­s anticorros­ivas”, explica Mario Amitrano, socio cofundador de la empresa.

“Con sólo una delgada capa de 20 nanómetros, en lugar de los 2 micrones de los productos tradiciona­les, además de operar a temperatur­a ambiente y no producir efluentes contaminan­tes”, agrega.

Amitrano cuenta que desde 2010 tienen la representa­ción exclusiva para el Mercosur de la marca Dollmar SpA de Italia, con el propósito de elaborar y distribuir estos productos nanotecnol­ógicos. Y dice que por lo novedosos que resultan, hay que invertir tiempo en hacer una tarea de reconversi­ón de conceptos técnicos con los clientes.

En los hechos, “la comerciali­zación de estos productos, por unos 550.000 pesos anuales, representa un 5% del total de nuestras ventas, aunque cada vez hay más empresas interesada­s en su aplicación”, afirma el empresario.

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