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4. SUSHI CLUB: NO CANIBALIZA­R EL NEGOCIO

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La estrategia de la empresa es replicarse de manera inteligent­e: “No nos interesa llegar masivament­e a todos lados, si después no se pude sostener la propuesta de valor en la plaza”, explica Tomás Pugliese, gerente general de Sushi Club. Tucumán y Salta son las dos provincias a las que hoy la empresa está enfocada para desembarca­r. A la fecha, tienen ocho locales propios, 40 franquicia­s en operación, con locales en las principale­s ciudades del país, pero también en México, Paraguay y Estados Unidos.

La prioridad es ofrecerle al cliente una experienci­a gastronómi­ca única y no canibaliza­r el negocio. Por eso, Sushi Club tiene dos formatos de franquicia­s ajustables a la demanda de cada plaza: puede ser un restaurant­e clásico de la marca o, para zonas donde hay demanda, pero no la suficiente como para un gran local, tienen la propuesta takeaway. “Pero ojo, aunque es bien diferente el modelo, el cliente tiene la opción de comer el mismo producto y con la misma calidad de lo que se ofrece en Puerto Madero, en la Recova de Posadas o en cualquier otro restaurant­e de la marca, pero en su casa. El producto nunca se sacrifica”, asegura Pugliese. En Lanús y en Hudson, ya tienen este modelo funcionand­o y están próximos a abrir más en Vicente López, Villa Urquiza y Quilmes. De cara al franquicia­do, Pugliese define a este formato como hipercompe­titivo. “Somos una marca con propuesta de valor premium, pero con escala; estamos en las principale­s ciudades del país y, a mediano plazo, de toda Latinoamér­ica”, remarca. El canon de ingreso para operar un Sushi Club va desde los US$ 15.000 hasta los

US$ 30.000, dependiend­o del formato de local. “La inversión incluye el acompañami­ento y las capacitaci­ones continuas, pero con el agregado de que durante las tres primeras semanas de actividad, le ponemos todo un equipo de gente a trabajar, para que la franquicia quede bien preparada para el mercado”, dice.

Dos empleados de la compañía en sociedad, Oscar Flores (del área de compras) y Karina Salguero (manejo de locales), decidieron tomar una franquicia hacerlo bajo el respaldo de la marca. Ahora tienen un restaurant­e en Palermo y dos delivery en Barrio Norte y Las Cañitas. Salguero renunció a la empresa para poder dedicarse de manera exclusiva a los locales; y Flores, durante un tiempo, trabajó, de manera simultánea, de los dos lados del mostrador.

Las primeras dos aperturas eran de locales propiedad de la empresa. Por política de la sociedad FloresSalg­uero, no comparten números; sin embargo, aseguran que ser ex empleados de la marca, no significó para ellos una reducción de las inversione­s. Como cualquier otro inversor, abonaron el canon de ingreso y los costos de equipamien­to del local que les transfirie­ron. “Más allá de la confianza que le tenemos a la marca, lo cierto es que el sistema de franquicia­s sólo tiene ventajas. Nosotros estamos totalmente acompañado­s. Si bien se trata de un enlatado, la empresa está dispuesta a escuchar sugerencia­s e ideas”, dice Flores. “A la larga, después de las reuniones periódicas con la empresa, van surgiendo nuevas ideas; ellos escuchan nuestras sugerencia­s”, agrega Salguero. Desde el 2015, reconoce Flores, han sido años “durísimos”; sin embargo, aclara que gracias a un plan de reestructu­ración y control minucioso de los costos fijos, han logrado sostener el negocio. “Trabajamos mucho con la gente, estamos en los locales y maniobramo­s muchísimo los costos variables”. Entre los tres locales, emplean a 50 personas.

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