8. URBAN CREPE: UN NEGOCIO CON RUEDITAS
Urban Crepe, la crepería fundada en 2014 por Luciano Bick, tiene una particularidad: es un negocio con rueditas, ya que funciona en un contenedor en espacios abiertos. Si la zona no anda bien, se puede mudar sin costos. La empresa tiene tres puntos de venta propios y tres franquiciados entre Córdoba y Rosario.
“Resumiría las ventajas de un container en tres palabras: propiedad, portabilidad y rentabilidad. Cuando uno invierte en un inmueble, salvo que sea propio, la inversión en obra civil y mejoras quedan en el local. Acá, el contenedor es propiedad del franquiciado, de modo que se queda con 100% de la inversión, además de que se puede mudar con cero costo y cero espera para volver a abrir”, dice Bick. Y agrega: “Un dato no menor es que la mano de obra tiene una incidencia de no más de 23% de los costos en este formato”. La recomendación de la empresa es tener dos empleados por turno y que el dueño de la franquicia también esté en el mostrador, “Nuestra propuesta está basada en la calidad de los productos y la excelencia del servicio, de modo que estas dos variables no son negociables”, remarca Bick.
Según informan en Urban Crepe, la inversión total ronda los $ 750.000: “Por ser una propuesta gastronómica, el monto de la inversión es bajo en relación con la rentabilidad promedio”.
Reinaldo Bacigalupo y dos socios se dedican a operar franquicias gastronómicas en Rosario. El Club de la Milanesa, Almacén de Pizza, Taco Box, Dashi y, desde 2016, Urban Crepe. “Esa supuesta baja de consumo no la veo como empresario gastronómico ni como cliente cuando salgo a cenar con mis amigos. Lo que noto es que hubo un crecimiento muy grande de locales, fundamentalmente de cervecerías artesanales, que generó una oferta mayor a la demanda disponible y por eso algunas debieron cerrar. También cerraron restaurantes que se quedaron con conceptos viejos y no supieron adaptarse a las nuevas tendencias, pero te diría que se abrió más de lo que se cerró”, argumenta.
En cuanto a Urban Crepe, “lo elegimos por su concepto supersencillo y claro en cuanto al menú; la comunicación es una marca limpia, piola y jovial –dice Bacigalupo–. Vimos que la idea del container sustentable y amigable con el medio ambiente, junto a la comida al paso, funciona muy bien en el exterior y ellos lo tenían muy bien armado”. Además, reconoce que el costo de mudar un local es muy alto y, llegado el caso, con Urban Crepe no tendrían mayores inconvenientes. La franquicia de Bacigalupo y sus socios está en el Shopping Alto Rosario, donde pagan un alquiler equivalente al de una isla. En cuanto al consumidor, Urban Crepe es también atractivo –explica Bacigalupo–, porque con $ 150 come un crepe con una gaseosa, sin preocuparse por las propinas o servicios de mesa que siempre encarecen el ticket. “El gran desafío es cumplir con las facturas de servicio; sólo en luz un local hoy paga $ 5.000 por mes. A esto hay que sumarle los demás servicios y las cargas sociales de los empleados. Esperamos que en esto haya un avance, porque ganas de tomar más gente, siempre hay.”