Recesión y dólar caro, otra vez
La vertiginosa devaluación del peso profundizó la recesión, con más caída en las ventas y el estiramiento de la cadena de pagos. Los que transitan el día a día entre empresas chicas y medianas hablan de un mercado “sucio”, con mucho stock acumulado de mercaderías e insumos. Y con un dólar caro y tasas astronómicas, a muchos les resulta menos gravoso pagar indemnizaciones que invertir. La perspectiva más optimista es que se insinúe cierta recuperación a partir de abril. Toda una ironía: hay que pasar el verano.
A la vez, se percibe una brecha entre la brusca devaluación y los precios locales, que le abrió a muchas empresas una ventana exportadora por la cual ni el más trasnochado hubiera apostado a comienzos de año. Sobre esas condiciones (incluida la inestabilidad “macro”, que juega un rol preponderante) trata nuestra amplia produción de tapa: son dos notas, una dedicada a las exportaciones y otra a la sustitución de importaciones, más las oportunidades que se les abren a los productores más tecnológicos, encarada en el Dossier. Claro que exportar no es sólo colocar excedentes: todos los que se animan a cruzar las fronteras, maletín en mano, están escuchando la misma pregunta: ¿Lo que ofrecen es un vínculo duradero, más allá del circunstancial tipo de cambio, o es sólo un negocio de ocasión? Pero además hay firmas que ya venían creciendo en el mercado externo. Un ejemplo es Barbieri, que a comienzos de este año ya habíá destinado US$ 2,5 millones para instalarse en Paraguay: se trata de una pyme que nació hace 65 años en un taller de Lanús y hoy tiene fábricas de perfiles de acero en los cuatro países del Mercosur. O Cabrales, cuyo nivel de innovación le permite exportar un commodity como el café, nada menos que un insumo importado. Nos vemos en diciembre.