Videoclub: un nicho sólo para cinéfilos
Fueron arrasados por la piratería y el streaming. Quedan en pie 300: pocos, pero exquisitos.
La piratería plasmada en miles de puestos con copias ilegales fue el primer gran golpe, que terminó de ser asestado con la irrupción masiva del streaming en 2012, primero con Netflix, a la que luego se sumaron Flow y otras. De los 10.000 videoclubes que llegaron a haber en la Argentina hace 20 años, casi no queda ninguno. Muchos sucumbieron ante la llegada de Blockbuster, la cual –a su vez– terminó implosionando.
Pero un puñado sobrevive. Marcos Rago, vicepresidente de la mínima Cámara Argentina de Videoclubes y dueño del local porteño Black Jack, en el barrio de Palermo, afirma: “En el país, se pueden calcular unos 300 locales, mientras que en la ciudad de Buenos Aires sólo quedamos diez”.
Los que siguen en pie son manejados por dueños cinéfilos, que seleccionan con sumo cuidado lo que compran, para ofrecerle a un público que pide más que un puesto callejero, o el resumen de tres líneas de Netflix. Además, el streaming ha hecho eje en las series y no tanto en el cine.
“Los videoclubistas somos curadores, decidimos qué películas tenemos, las clasificamos, las exhibimos de cierta manera, agrupadas por países, directores o géneros”, amplía Rago. “Hoy en día es muy diferente de lo que ocurría en los ’90, cuando, en mayoría, querían tener sólo lo nuevo y competían incluso de manera desleal. Hoy, son comer-
Black Jack “Los videoclubistas somos como curadores de un museo”, dice Marco Rago.
cios pequeños o medianos, con un nicho de negocio bien segmentado, con asesoramiento de excelencia. Podríamos compararlo con las librerías especializadas, en las que uno puede ir a consultar con un profesional que sabe de lo que habla: es un hecho cultural en sí mismo”.
El japonés-argentino Higa Yoichiro maneja Aliens Videoclub, también en Palermo. Cuenta que hay clientes fieles que no reniegan del streaming, pero igual van al local. “Es una experiencia diferente; hay muchas personas que vienen y quedan maravillados con todo lo que potencialmente pueden ver”. Otra variante son las películas en formato Blu Ray. “Los usuarios que tienen televisores HD y 4k y consolas de Blu Ray o Play Station pueden disfrutar de la experiencia única del verdadero HD y Ultra HD con calidad de imagen y sonido excelente”.
Los precios son otro tema. Por un lado, está el precio que cobran por película. “Entre todos los locales, se puede calcular un promedio de $ 120 por película por fin de semana”, dice Mario Mischkowski, que en Caballito maneja el Videoclub del Centenario. Pero hay, además, impuestos: a diferencia del resto de los comercios, un 10% de la recaudación de los alquileres es para el INCAA.
“Lo principal que se pierden los que no son socios es esa charla cinéfila; por algo, cuando empezaron los locales se les puso video club, un lugar de encuentro en el cual podés hablar y respirar cine. Y, sin dudas, los que quedamos sabemos de lo que hablamos”, agrega Rago.