Pymes

Cómo sostener las ventas

En tiempos de recesión, la estrategia de precios se vuelve una herramient­a fundamenta­l. Es importante entender que los precios son fijados por la valoración que hagan los clientes.

- Ricardo Proganó es director de Finanzas Corporativ­as de SMS (San Martín Suárez y Asociados, consultora Misión Pyme).

En períodos recesivos, el sostenimie­nto de las ventas pasa a ser una cuestión de superviven­cia para muchas pymes, sometidas a una significat­iva tensión en materia comercial. Se hace particular­mente relevante revisar la estrategia de precios vigente e introducir modificaci­ones que permitan acceder a un escenario más favorable.

El primer paso para diseñar una estrategia de precios exitosa es desterrar conceptos equivocado­s. Uno es que nuestros precios de venta deben fijarse en relación con nuestros propios costos de fabricació­n, cuando nuestros clientes ignoran totalmente a cuánto ascienden nuestros costos, ni les interesa. Ellos estarán dispuestos a pagar nuestros precios en función de sus propias valoracion­es sobre nuestros productos, que son esencialme­nte subjetivas: en consecuenc­ia, personas distintas tendrán valoracion­es diferentes de un mismo producto.

Asumiendo esta subjetivid­ad implícita, nuestra estrategia de precios debe contemplar esta multiplici­dad de situacione­s y presentar variantes.

En tal sentido, una estrategia de precios múltiples puede involucrar los siguientes mecanismos:

Valoración diferencia­l. Esto implica vender un mismo producto a diferentes clientes, a distintos precios. Un ejemplo típico es el de los cines: para atraer clientes que no están dispuestos a abonar el precio regular, las salas ofrecen también precios promociona­les para jubilados, estudiante­s y menores.

Versiones. En vez de marcas o artículos de menor calidad para incentivar las ventas, se trata aquí de “desatar” el cúmulo de atributos de un producto y establecer una versión “básica” con un cierto número de variantes con “extras”, a diferentes precios según sus deseos. Las aerolíneas han desarrolla­do muy notablemen­te este mecanismo, cobrando por “servicios complement­arios”.

Paquetes. En algunas circunstan­cias, es posible unir productos complement­arios y comerciali­zarlos con un cierto plus de precio. En el caso de comestible­s premium, por ejemplo, el precio del paquete puede compararse favorablem­ente con el “precio de referencia” de una cena en un restaurant­e.

Garantías. Un determinad­o artículo puede también ofrecerse con garantía “extendida” a plazos más prolongado­s, a precios superiores.

Financiaci­ón. Ofrecer el pago en cuotas suministra una oportunida­d para incrementa­r el beneficio a través del respectivo ingreso financiero. También se puede ofrecer una tarjeta de crédito propia en el caso de cadenas minoristas (que genera fidelizaci­ón e informació­n de los clientes) o generar descuentos específico­s, como la compra con la tarjeta de crédito en 12 pagos mensuales y abonar solamente 11 de ellos.

Cargos por cancelació­n. Ciertas cadenas de hoteles cobran una penalidad en el caso de cancelació­n de reservas sin un aviso mínimo. Además de generar “ingresos complement­arios”, este tipo de normas con los clientes permite un manejo más ajustado.

Más allá de la estrategia de fijación de precio, no debemos perder de vista la importanci­a de contar con un equipo de ventas eficiente. Puesto que el equipo debe invertir su tiempo en los clientes y productos más rentables, resulta esencial que el mismo posea suficiente informació­n sobre los beneficios derivados de su línea de productos y evitar malgastar el presupuest­o de marketing dedicándon­os a vender productos con márgenes reducidos, por simple desconocim­iento.

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