Radiografía de 2018.
La recesión y la devaluación no llegaron a ser compensadas con un tibio repunte de las exportaciones. El detalle de un año que cierra con los números hacia abajo.
Paul Lauda es el titular y gerente general de Lauda Textil, una fábrica textil de 152 empleados de Capital Federal, más conocida por uno de sus productos, las medias Stylo. Lauda cuenta que, al comenzar el año, las ventas venían relativamente bien o, por lo menos, empatando con el 2017. Pero a partir de septiembre, los ingresos de la empresa cayeron en picada.
“Nuestros clientes mayoristas no nos están están comprando, cuidan el stock porque bajaron mucho las ventas en general. Y los grandes clientes, como Falabella, Zara o Cheeky, que importan volúmenes importantes, también vieron afectado su negocio”, dijo a Pymes.
Fabián Parada, socio gerente de Sulandes, también acusó el impacto de las ventas para la misma época. Sulandes es una fábrica de juegos de living ubicada en Gerli, en la zona sur del Conurbano, con ventas a todo el país. Y asegura que atraviesan un momento crítico.
“Nuestras ventas venían bien hasta agosto. Luego empezó a hacer efecto la devaluación del peso y nos desestabilizó: tenemos muchos insumos dolarizados. Y aunque no pudimos trasladar la actualización de costos a nuestros precios, a la vez fuimos perdiendo margen y, al mismo
tiempo, se derrumbaron las ventas. Hasta octubre registrábamos una caída de ventas del 60%”, dice.
RETRACCIÓN
Para la mayoría de las empresas locales, este año se va con más pena que gloria: la retracción del mercado interno y el derrumbe de ventas, las altas tasas de interés y la presión sobre los costos tras la devaluación iniciada en abril pasado, son las principales razones de las penurias de este segmento.
Las estadísticas son elocuentes. Según CAME, la producción industrial pyme cayó 6,4% en agosto y en los primeros ocho meses del año acumulaba un retroceso de 0,7%, mientras que las ventas minoristas cayeron 9,2% en septiembre, acumulando una baja de 4,3% entre enero y septiembre.
Para el último trimestre del año, las señales no son mejores: un informe de octubre pasado de Ecolatina advertía que el salario real, uno de los motores del mercado interno, apuntaba a una baja de 6% en el 2018, aun con una segunda vuelta de paritarias.
Marcos Cohen Arazi, economista Jefe de Ieral Pymes, dice que la caída del consumo arrastra a todos los sectores productivos vinculados al mercado interno. “Sólo una parte minoritaria del segmento pyme se relaciona con mercados externos. El resto está muy ligado a la evolución de ingresos de la población y este año los salarios pierden mucho contra la inflación. Por otra parte, venimos de subas de tarifas de energía, el transporte y los combustibles, que disminuyen el poder de compra de los salarios”.
Con todo, el panorama ha estado lejos de ser homogéneo. El abrupto cambio en la cotización del dólar abrió las puertas a ciertas actividades que habían perdido vigencia en los últimos tiempos, como las exportaciones y la sustitución de importaciones. No muy diferente es el caso de la actividad turística, en la cual la nueva paridad cambiaria produjo un drástico viraje, al desalentar la salida de argentinos al exterior y volver más competitiva la oferta local para turistas extranjeros. En consecuencia, muchas agencias de turismo emisivo se están reconvirtiendo –crisis mediante– al negocio del turismo interno.
Similar disparidad se puede advertir en las economías regionales, o en la industria de la alimentación. Mucho más parejo, en cambio, asoma el impacto negativo sobre el comercio y la industria. Incluso el campo, más allá de los fuertes fenómenos climáticos que golpearon sobre todo a la Pampa Húmeda, se vio favorecido, por un lado, con la mejora competitiva del tipo de cambio pero, a la vez, no pocos de sus actores fueron alcanzados por distorsiones de mercado.
Otro sector afectado fue el inmobiliario, a causa del freno que registró la demanda de créditos hipotecarios, lo cual marchitó uno de los “brotes verdes” más prometedores del 2017, como fue la construcción.
IMPACTO EN 360°
Según datos del Centro de Estudios de la Productividad de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en septiembre pasado el PBI per cápita local se ubicaba en US$ 7.000, el registro más bajo de los últimos 10 años y menos de la mitad del indicador de Chile y Uruguay. El dato remite al daño que provocó la devaluación en los ingresos, a lo que hay que sumarle el efecto “pacman” de la inflación.
“Una inflación de por lo menos 45% anual ha esmerilado el poder adquisitivo de los salarios y del resto de los ingresos fijos. En teoría, ello debió compensarse con una lluvia de inversiones y un impulso exportador, pero por ahora no se hacen presentes. Y se agrega la contracción en el gasto público”, dice Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía, de Universidad de Belgrano. “Consumo, inversión, exportación y gasto público, hoy, juegan en la misma dirección contractiva de la economía”.
”Sólo una parte minoritaria del segmento pyme se relaciona con mercados externos. El resto está muy ligado a la evolución de ingresos de la población”.
Salvo algunas raras excepciones, la recesión se verifica en todo el país, en la mayor parte de los sectores productivos y comerciales.
Nielsen, una consultora especializada en el relevamiento del consumo masivo, registró en el bimestre julioagosto una caída del consumo general del 3,8% con alcance a todos los rubros, y, en simultáneo, con una importante dispersión geográfica.
“El espectro del relevamiento va desde una caída de 9,7% en provincia de Buenos Aires y de 5,3% en el Gran Buenos Aires, hasta el crecimiento del 0,4% en Córdoba y 8,2% en el conglomerado de La Pampa, Neuquén y Río Negro, que eran las dos únicas regiones que crecían”, dice Maximi- liano Narducci, gerente de la consultora. “Si tomamos la medición según familias de productos, la variación negativa se extendía a todos los rubros. Por ejemplo: Cuidado Personal y Limpieza caía 10%; Alimentos, 0,4% y Bebidas 3,8%”.
Arturo Stábile es socio propietario de Tiempo de Sabores, una empresa con tres locales gastronómicos en Villa Devoto y Villa Real, en Capital. Stábile habla de ventas un 9% promedio por debajo del año pasado. Y cuenta que a la hora de salir a comprar ingredientes, sobre todo para la cocina, los costos se dispararon a la estratosfera.
“Desde marzo notamos una combinación de bajas de las ventas e incremento de costos fijos, sobre todo por el lado de las tarifas, que pegó de lleno en la rentabilidad. Algunos insumos tuvieron aumentos escandalosos, como los huevos, que en pocos meses subieron 200%. Otro tanto pasó con los exportables y los importados: el despacho de vinos importados cayó 50%”, dice.
Si bien Nielsen midió una suba del consumo en la provincia de Córdoba, en la Cámara de Comercio de esa provincia aseguran que las ventas locales en septiembre acusaron una retracción del 9,5% con respecto a igual mes del año anterior, redondeando una merma del 5,1% en los primeros nueve meses del año.
“En septiembre, el 83% de los comercios declaró haber tenido una
interanual en su actividad. La incertidumbre económica, la variación del tipo de cambio, la pérdida de poder adquisitivo producto de la inflación y el incremento de las tarifas en servicios y combustibles fueron los principales factores que incidieron sobre el nivel de actividad”, afirma Cristian Pastore, director general de la entidad cordobesa.
PATAGONIA Y CUYO
Pablo Tedesco, presidente de la Cámara de Industria, Producción, Comercio y Turismo de Puerto Madryn, sostiene que, durante el primer semestre del año, la caída en las ventas de supermercados en Chubut había sido del 4,3%, mientras que a escala nacional había sido del 2%. “Según datos de la consultora local Ventosur, entre enero y junio, la venta de carnes en volúmenes cayó 8,3% en la provincia y 2,3% en el ámbito nacional. En este valor influye el hecho de que la casi totalidad del consumo de carne depende de materia prima de regiones extrapatagónicas”, dice Tedesco, y señala que un comportamiento similar se observó en el consumo de bebidas.
En ese contexto, hay quienes tomaron la iniciativa para escaparle a la situación, como Adriana García, propietaria de Esencia Boutique, una distribuidora de productos para profesionales de la estética de Puerto Madryn. García asegura que a pesar de un aumento del 32% de los precios hasta septiembre, sus ventas no dejaron de crecer. “Ocurre que en julio organizamos un evento de capacitación, con muy buena convocatoria, al que llegaron profesionales de localidisminución dades vecinas como Trelew, Rawson y Playa Unión. Desde allí nuestra cartera de clientes aumentó más de un 30% y las ventas crecieron en la misma proporción. Pero más allá de ese hecho puntual, mi conclusión es que las chicas podemos tener problemas económicos, pero siempre nos arreglamos para comprar la crema o el gel que necesita nuestra piel”.
En Ushuaia, durante septiembre, se registraron caídas superiores al 9% en rubros tan diversos como indumentaria, calzado, construcción, electrodomésticos, vehículos nuevos, blanco,
SAN GOTARDO
La usina láctea de Trenque Lauquen mantuvo sus ventas e incrementó sus exportaciones, dice Javier García. y alimentos, entre otros. “En nuestro centro comercial, cerraron aproximadamente 60 comercios, por la caída de ventas, el costo de los alquileres y el costo laboral que tiene que afrontar un comerciante. Por el ítem “Zona desfavorable” pagamos un 70% más de aportes patronales que el resto del país”, dice Sergio Caniza, gerente de la Cámara de Comercio de Ushuaia. “Además, la temporada turística de invierno no estuvo en línea con las expectativas. Y la devaluación subió los costos operativos y de transporte de mercadería. Lo bueno es que la gente dejó de viajar a la ciudad chilena de Punta Arenas, en tour de compras, y esperamos tener una muy buena temporada de cruceros, con la llegada de 120.000 turistas”.
La provincia de Mendoza también enfrentó caídas del consumo, mientras que la devaluación cambió las expectativas y el sentido del intercambio turístico con Chile. Pero hay una diferencia no menor: la caída de ventas se habría iniciado con anterioridad.
“Las ventas vienen siendo negativas desde comienzos de año. El relevamiento de septiembre, arrojó en el comercio una caída similar a la de agosto, que llegó a ser del 9%. La modificación del tipo de cambio generó expectativas positivas en el sector comercial, principalmente de la ciudad de Mendoza, por la afluencia de visitantes chilenos, que tuvo mayor masividad en septiembre y derivó en aumentos de ventas de productos de cuero y marroquinería, medicamentos, calzado e indumentaria deportiva. El sector Turismo de la provincia es lo único que muestra mejores números que el año anterior”, sostiene Alberto Carleti, titular de la Federación Económica de Mendoza.
Carleti asegura que los sectores productivos han sido de los más afectados en los últimos tiempos, por el aumento de tarifas y los efectos de la inflación y la devaluación. “Al vender sus productos en pesos en una época del año y recibir los pagos en forma diferida, con plazos de 6 hasta 12 meses, sin otro financiamiento que el propio, han venido perdiendo poder de compra y capital de trabajo. De ese modo se le ha complicado a estos empresarios afrontar los costos de la próxima temporada”.
PRODUCCIÓN DE BIENES
En la industria de la madera y el mueble aseguran que el sector retrocede desde el primer semestre del año. “La producción mueblera, que había crecido 7,4% el año pasado, tuvo una caída de 1,4%. Mientras que la producción de madera aserrada y tableros de madera creció 4,5%, apuntalada por una baja base de comparación, dado que había caído 1,8% en el primer semestre de 2017. Para todo el año estamos previendo una caída en torno a 8,5%”, dice Leandro Mora Alfonsín, director de la Federación de la Induselectrónica
tria Maderera y Afines (Faima).
Según Ariel Schale, director de la Fundación ProTejer, en los primeros siete meses de este año el sector textil tuvo una caída del nivel de actividad del 8% frente a igual período del año anterior, cuando había retrocedido
16% respecto del nivel del 2015.
Jorge del Río encabeza una entidad, la Asociación de Pymes de la Construcción, donde aseguran que el sector no escapa a la recesión. “Las obras que habían sido adjudicadas y estaban en ejecución, se habían pautado con un costo de insumos de entre $ 16 y 20 por dólar. El dólar luego se duplicó, provocando un fuerte deterioro de la rentabilidad, agravado con un estiramiento en los plazos de pago de hasta siete u ocho meses”, dice. “En junio, se vio la primera caída interanual de la construcción en 15 meses y se ratificaron en agosto con la caída del 12% en las ventas de insumos y productos vendidos al sector privado”.
En el agro, una de las actividades más favorecidas por la devaluación, también puede haber matices importantes, como señala el productor Mariano Dirisio, titular de Don Juan, un establecimiento agrícola de French (provincia de Buenos Aires) dedicado a los cultivos de soja, trigo, maíz y girasol. “Además de la sequía y las inundaciones, vendí lo último que me quedaba de soja cuando el dólar estaba a $ 34, pero cuando llegué a cobrar ya estaba en $ 40, que es el precio al que tuve que comprar las semillas, los fertilizantes y los agroquímicos. Ni hablar del combustible, que es el gran cuco del hombre de campo en la actualidad. Pudimos financiar con tarjeta Procampo de Banco Provincia, pero el cupo que tenemos cada vez rinde menos por el aumento de los insumos”, afirma.
La fabricación y venta de maquinaria agrícola retrocedió a la par que se sentían los efectos de la sequía. Según la cámara sectorial (Cafma), el 55% de las empresas encuestadas aseguró que el año cierra con caídas
en las ventas superiores al 30%, lo que supone el riesgo de prescindir de 7.000 puestos de trabajo en los próximos meses.
“Las ventas siguieron la tendencia del mercado, con un primer cuatrimestre activo y caída a partir de abrilmayo debido fundamentalmente a la sequía, a los altibajos de la economía, a la incompatibilidad de las tasas de interés con las actividades productivas y al recorte de subsidios en el transporte público. En nuestro caso, pudimos compensar en parte porque empezamos a exportar chasis para ómnibus a Uruguay”, sostiene Ignacio Armendariz, gerente Comercial de Agrale, fabricante de tractores de Mercedes, provincia de Buenos Aires.
ECONOMÍAS REGIONALES
Para Sebastián Hernández, presidente de la Federación de Productores del Valle de Río Negro, la devaluación llegó tarde para peras y manzanas, porque la cosecha ya se había hecho. “Se produjo un enorme desfasaje, dado que sólo llegamos a cobrar el 65% del costo de producir. Encima, a mitad de año el valor del dólar nos aumentó agroquímicos, insumos y maquinaria. Sólo los grandes exportadores capitalizaron la devaluación, pero no hubo derrame”, asegura.
En la industria láctea, hablan de efectos más benignos de la devaluación. Javier García es responsable de comercialización de San Gotardo, una usina láctea de Trenque Lauquen, que cobró notoriedad este año al adquirir la planta de Sancor de la localidad de Charlone. “Tuvimos un dólar competitivo para la exportación, con un mercado interno deprimido, aunque la gente siguió consumiendo. La buena noticia es que con este dólar podemos exportar un queso como el azul, que sale US$ 7 por kilo en el mercado internacional y no podríamos venderlo a más de $ 200 en el mercado interno”, dice García.
Hugo Orlando Golvan, es socio gerente de MacGolvan Construcciones Metalúrgicas, una firma de la localidad jujeña de Rinconada, prestadora de servicios a la bien promovida actividad minera local. La empresa hace tareas de mantenimiento, soldaduras e implementación de estructuras a la mina de oro, zinc y plata Las Pirquitas.
“El año fue de regular para abajo a medida que fue avanzando, porque el aumento del dólar desbarrancó nuestras cuentas: se actualizaron nuestros costos y la empresa contratista no actualizó el precio de nuestros servicios. No pudimos tomar gente y tampoco aumentar los sueldos. Un oficial gana $ 19.000 y un ayudante, 13.000. Tuvimos que comprar una máquina de soldar y el precio se había dolarizado, al igual que el de los electrodos y los repuestos”, asegura.
SERVICIOS
Tras la salida del cepo cambiario, las operaciones compra y venta de inmuebles en Capital Federal había llegado a subir 48% en abril. “El panorama cambió en mayo, con una caída del 25% de las operaciones que ya estaban pautadas en la ciudad de Buenos Aires”, dice Alejandro Bennazar, presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina. Aldo Elías, presidente de la Cámara Argentina de Turismo, dice que el balance es altamente positivo, tanto en la modalidad receptiva como interna, perspectiva que trasciende los grandes eventos del año, como los Juegos Olímpicos de la Juventud y las reuniones del G20.
“En los siete primeros meses de 2018, casi ocho millones de pasajeros viajaron por el país, lo que representa un aumento del 11,2% en comparación con el año pasado. En los fines de semana largos, el movimiento asciende a casi 9,5 millones de turistas, con un impacto económico de casi $ 27.000 millones, según datos oficiales. Como contrapartida, en julio se registró una baja de 4,6% de argentinos que viajaron al exterior vía aérea, que se sumó a la caída de 2,6% anual de junio”.
Elías reconoce que la nueva paridad cambiaria afectó el negocio de las agencias de viajes emisivas, pero destaca que esas empresas se están adaptando. “Muchas empresas han comenzado a virar hacia la venta de productos y servicios nacionales; mientras que aquellas que mantienen sus ventas emisivas, están ofreciendo variadas ofertas para mantener atractivas sus propuestas. Hasta el momento, no observamos una crisis en ese nicho de mercado”, dice.
Desde hace más de una década, la actividad del software es uno de los sectores pyme con mayor potencial de desarrollo: según la Cámara de la Industria del Software (CESSI), al cabo del primer semestre, las exportaciones crecían 5,6% respecto de igual lapso del 2017, cuando aún no había impactado de lleno la devaluación.
Codes es el nombre de una empresa que desarrolla Software Web para aplicaciones de telefonía móvil, que cuenta con un producto propio especializado en seguimiento y monitoreo de cultivos, que incluye uso de imágenes satelitales e inteligencia de datos. Su CEO, María Laura Palacios, asegura que las ventas se mantuvieron más o menos constantes, si bien con un fuerte incremento del costo financiero, tanto por la caída del crédito para capital de trabajo como por la extensión de los plazos para cobrar.
“Pasamos de una demora máxima de 30 días, a 45 días en octubre. Nuestro mayor costo directo es el laboral, que se incrementó 21% en el año. Los puestos que quedaron vacantes por renuncia no fueron reemplazados. El sector tuvo una mala y una buena noticia este año: por un lado, se eliminó la Doble Imposición con Brasil. Por el otro, nos aplicaron derechos de exportación”, se lamenta Palacios.
Según estadísticas de CAME, la actividad comercial acumuló un retroceso de 4,3% en los primeros nueve meses del año, con caídas de hasta dos dígitos en 11 de los 17 rubros relevados por la entidad.
Pablo Valencia, propietario de perfumerías Capri, con locales en Avellaneda y Barracas, cuenta que el año fue regular en términos de facturación, con un agosto ligeramente en crecimiento y septiembre con una importante caída. “Las ventas a lo largo del año estuvieron entre
20 y 25% por debajo del año pasado. Y para el Día de la Madre cayeron un 13%. Pasado ese día, los importadores aumentaron 12% los productos del exterior, lo que se agrega al 35% que habían remarcado entre enero y septiembre, por lo que ahora tenemos los perfumes importados más baratos que en los Free Shop. Así y todo, se sigue vendiendo poco”, dice.