Informe de Adiras: las empresas chicas necesitan consultoras externas
Según un informe de la Unión Industrial Argentina, la actividad de las pequeñas y medianas empresas industriales cayó en torno a 5% en 2018. A partir de este dato coyuntural, ¿cómo toman decisiones a nivel estratégico las pymes para responder a situaciones de crisis o a escenarios económicos complejos? ¿Qué es controlable y queda del lado de la organización, y qué no? Si bien más de la mitad de las pymes argentinas cuenta con un equipo interno, no necesariamente profesional, que colabora en la toma de decisiones, el 86% de los dueños de pymes encuestados se sentirían respaldados y confiados en el aporte de un directorio externo. Así surge de una encuesta de la Asociación de Directorios Asociados (Adiras), una asociación civil sin fines de lucro constituida por empresarios –propietarios, líderes de pequeñas y medianas empresas (pymes)–, participantes activos de Grupos Diras (Directorio Asociado).
“Cuando a la pyme le está yendo bien, sus dueños no piensan en la posibilidad de un traspié”, dice Martín Yechúa, director ejecutivo de Adiras. “Pero cuando los vientos soplan en contra, no saben cómo surfear la incertidumbre, ya que se trata de empresas que siempre se gestionaron solas”. Es habitual que las pequeñas y medianas empresas no dispongan de estructuras que les permitan establecer una clara división de roles y tareas. Eso impacta, fundamentalmente, a nivel gerencial y directivo, ya que quienes ocupan esos puestos se ven absorbidos por la operación diaria y encuentran dificultades para tomar distancia y enfocarse en las decisiones estratégicas. Pero cuando el escenario de “normalidad” se ve alterado, ya sea por crisis económicas, por disputas entre socios o familiares, o por asuntos sucesorios, el 64% de las pymes acude a ayuda externa. Sea por situaciones de crisis o confusión institucional. La envergadura del dato, agrega el informe de Adiras, revela un comportamiento más reactivo que proactivo a favor de la competitividad y el sostenimiento del negocio. Otra cuestión llamativa es que si bien
56% de los N° 1 señalan como su principal causa de insatisfacción la incertidumbre económica y política, la mayoría de las empresas no están preparadas para dar respuesta. “Resulta esclarecedor el movimiento pendular de las emociones en el dueño de la pyme: mientras el mayor dolor de cabeza en tiempos de estabilidad macroeconómica era el exceso de trabajo, hoy lo es la coyuntura y la incertidumbre. De modo que nuestro desafío es incentivarlos a pensar en lo estratégico”, agregó Yechúa.
En el caso de crisis por procesos sucesorios, agrega el informe, vale la pena preguntarse cuáles son las expectativas que tienen los dueños sobre la continuidad de la empresa. Si no hay disposición o voluntad de asumir el control por parte de los herederos, es más recomendable un buen traspaso que una mala sucesión. El relevamiento de Adiras indica que, si bien un 82% tiene intención que la próxima generación continúe vinculada societariamente a la empresa, los vaivenes económicos y la calidad de vida de los sucesores entran en
escena como condicionantes para una transición generacional. Es que, paralelamente, el 45% asegura tener dudas sobre si la continuidad de la empresa gestionada directamente por sus familiares les permitiría disfrutar de un bienestar económico y afectivo. “Hay cosas que se pueden controlar y otras que no”, dice Yechúa en relación con la mortalidad de las pymes y el rol vital que cumplen los directorios externos en materia de profesionalización, educación y conocimiento entre pares para favorecer su sostenibilidad. “Así como la economía no está en las manos de los dueños, sí lo está todo lo que acontece puertas adentro”, dijo el directivo. De acuerdo con el relevamiento de Adiras, las pequeñas y medianas empresas buscan ayuda externa para gestionar sus negocios ante situaciones de crisis (28%), frente a la ausencia o confusión de perspectivas (36%), de cara al surgimiento de una posible competencia o amenaza para el negocio (11%), por ausencia de un directorio o equipo interno (8%), siempre (14%) y sólo una leve minoría indica que no precisa ayuda (3%).
“La impronta del dueño se hace notar en las pymes, donde pedir o recibir ayuda externa puede confundirse con un síntoma de debilidad del N° 1”, dice Yechúa en relación con los prejuicios típicos de los decisores. “Lo cierto es que recibir ayuda externa y calificada implica un compromiso profundo con la profesionalización y con la continuidad de la empresa, trascendiendo incluso a la figura del fundador”.
Del relevamiento se desprende que 63% de las pymes no cuenta con un directorio activo ni tampoco es frecuente tener reuniones con socios. Este dato parece corroborar la soledad en que son gestionadas estas empresas y la falta de gobierno.
En términos generales, las empresas valoran de forma positiva (90%) las contribuciones recibidas en los directorios externos. Los principales beneficios que destacan son la experiencia, los conocimientos y las redes que se generan (35%), las opiniones objetivas que reciben (21%), la planeación estratégica que esta modalidad de trabajo habilita (13%), el pensamiento creativo que propicia (13%), la contención de los especialistas (10%) y la confidencialidad y la empatía (8%). Si bien 73% reconoce sus dificultades para compartir la información sobre su empresa y 49% presenta sólo aquella que considera indispensable, un 10% expone la totalidad de los datos y otro 41%, todos aquellos que los miembros del equipo le solicitan.