Chacarita, el nuevo polo.
Con un público de jóvenes recién llegados y vecinos de toda la vida, este barrio porteño se convirtió en un foco de nuevos restaurantes y bares.
Hace un par de años, tímidamente, empezaron a asomar los primeros bares y restaurantes en la zona de Chacarita. Menos glamoroso que Belgrano, igual de canchero que Colegiales y todavía más fresco y novedoso que Palermo, el barrio de Chacarita tiene hoy una movida que vale la visita.
La zona está poblada de productoras y agencias, se denomina a sí misma un distrito audiovisual. El barrio que limita con Colegiales y Villa Crespo tiene una buena mezcla de jóvenes que llegaron por este canal y vecinos de toda la vida que se ven en las calles y en las mesas de los restaurantes.
Mariana Achával, sommelier, y Lorena Papasergio, chef, comparten el desarrollo de Alegra, con el eslogan Comer, Amar, Compartir, Vivir. La propuesta ideada por Lorena está hecha con pan de miga. Se la tuesta y se enrolla. Los ingredientes varían según cuatro opciones ofrecidas que salen acompañados con papas cuña. Además del servicio de desayuno, almuerzo, merienda y cena para los viernes, hacen eventos, catas y clases de cocina y vinos. “También funciona como vinoteca, con la particularidad de que todos los vinos de góndola pueden consumirse en la mesa,
pagando el servicio de descorche”, explica Achával. Inauguraron en octubre del año pasado en el lugar donde funcionaba Rita que, por distintos motivos, tuvo que cerrar.
La propuesta de Lekeito es rara y sabrosa. El dueño, hijo de un vasco y una filipina, cuenta que fusionó las dos vertientes para su restaurante. Invirtió hace tres años un millón de pesos para transformar una vieja discoteca en un lugar que incluyera una cocina completa para gastronomía. “Tenemos mucha suerte con el boca a boca, pero también trabajamos en las redes porque el lugar está un poco escondido”, dice su gerenta, Lucía Horovitz, que agrega que fomentaron una organización con los otros restaurantes y bares. “Viva el barrio” se hizo durante el verano, con promociones económicas para recorrer durante los fines de semana los distintos lugares. Afirma que tuvieron mucho éxito y que se repetirá.
La cocina de García Castro, según sus dueños, es “muy neoyorkina, apuntamos al almuerzo, sándwiches y ensaladas”. Los dos socios son Lucas García y Rodolfo Castro, ambos formados como cocineros profesionales, instructores, sommeliers y administradores.
La Fuerza es un bar, “que construimos en una casa de los años 30, que nunca había funcionado para gastronomía”, cuenta Julián Díaz, uno de los cuatro dueños. Mantuvieron gran parte de la estructura original y la mejoraron. Eligieron una esquina “porque nos gustan los bares en esquina y creemos que son parte de la identidad de Buenos Aires”. Cuenta que trabajaron con el mismo estudio de arquitectura que diseñó la puesta en valor del bar Los Galgos. “Buscamos una estructura de bar donde la barra sea protagonista, con espacios confortables, mesas en la vereda y un ambiente luminoso. Es un bar, aunque se puede comer, incluso almorzar, los sábados y domingos”, agrega Martín Auzmendi.