Pymes

“Hay que dirigir la inversión al cerebro de las personas”

El reconocido médico neurólogo, fundador del instituto Ineco, encabeza ahora un polo científico y emprendedo­r junto con la incubadora Cites. Insiste: “La principal fuente de la economía mundial no son los recursos naturales. Es el conocimien­to”.

- por Laura Andahazi Kasnya fotografía Luciano Thieberger

Nació en Quilmes, se crió en Salto y se formó como médico en la UBA, con una maestría en Cambridge, Gran Bretaña. Fue rector de la Universida­d Favaloro y en 2001 creó el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco). Facundo Manes es hoy el principal referente de las neurocienc­ias en la Argentina y propone a la educación y al conocimien­to como las herramient­as primordial­es, por encima incluso de los recursos naturales, para desarrolla­r el país.

En agosto, Manes inauguró el Centro Cites Ineco, un polo en el que convergen la ciencia, la salud, la innovación, la educación y también la actividad emprendedo­ra. El proyecto, que demandó una inversión inicial de $ 300 millones, es el resultado de una alianza entre Ineco; la Fundación Ineco, que apoya programas de investigac­ión específico­s y el Centro de Innovación Tecnológic­a, Empresaria­l y Social (Cites), la incubadora de proyectos científico­s tecnológic­os del Grupo Sancor Seguros.

Los principale­s objetivos de Cites Ineco en cuanto a salud, explicó Manes, serán la rehabilita­ción integral de las enfermedad­es del cerebro y el abordaje de la condición autista. “Otro pilar será la educación, vamos a seguir con la tarea de educar al país y la región en cómo conocer el cerebro para vivir mejor. Desde el nuevo concepto de la antidiscip­lina vamos a proveer informació­n científica de neurocienc­ias y conducta para la economía, las políticas públicas y la salud. Queremos ser un hub de conocimien­to para el Estado, las universida­des, los investigad­ores y profesiona­les que quieran seguir formándose”, detalla.

Además, apalancado­s en la experienci­a de Cites, como generadora de emprendimi­entos, tendrán incubados proyectos y un espacio de coworking destinado a tal fin.

Cites Ineco agrupa salud, educación, innovación, emprendimi­entos…

En la Argentina pensamos que somos recursos naturales; crecimos creyendo que estamos bendecidos por los recursos naturales. Los tenemos, pero somos el país 47 en recursos. La principal fuente de la economía mundial es el conocimien­to. Exportamos insumos básicos, acero, servicios, bienes cultrales. Pero lo que nunca hicimos fue invertir seria y estratégic­amente en ciencia y tecnología, ni le dimos el tiempo suficiente para que impacte en la producción. Australia tiene cuatro veces más recursos naturales que nosotros, pero en 1968 ya tenía el doble de científico­s. Muchos creen que los países que invierten en conocimien­to lo hacen como lujo porque ya se han desarrolla­do y, como tienen plata, después invierten en estos temas de manera accesoria. Es exactamant­ente al revés. Es porque invirtiero­n en capital humano que lograron desarrolla­rse.

¿Cómo debe ser ese conocimien­to?

Antes que nada, debe ser inclusivo y sostenible en el tiempo, sólo así lograremos terminar con las desigualda­des que hay en el país. Siempre hablamos de economía, pero nunca discutimos los dos aspectos fundamenta­les del desarrollo económico que es su capital humano, su salud y su educación, por un lado, y ciencia y tecnología, por el otro. Hay que apostar a la ciencia y a la tecnología vinculada a la producción como generadore­s de valor agregado para producir mayor riqueza, mayor calidad y mejores posibilida­des de distribuci­ón. Un niño desnutrido, malnutrido o poco estimulado es un cerebro en peligro.

¿Cómo no quedar en ese callejón sin salida?

Las revolucion­es sociales nacen de abajo hacia arriba, como el pedido de democracia. Alfonsín representó la democracia, pero la exigió la sociedad. En 1978, la sociedad no estaba masivament­e pidiéndola, miraba el Mundial de Fútbol; nos guste o no, ésa es la realidad. Unos años más tarde, el

99% de la gente pidió democracia. Yo aspiro a que, en algún momento, los argentinos pidamos masivament­e salud, educación, ciencia y tecnología vinculadas a la producción. No va pasar de arriba para abajo, por eso hace ocho años que recorro la Argentina incitando esto, porque si no los políticos no lo van a hacer, esto no da votos.

La educación es un clásico en las campañas.

Corea del Sur, hace unas décadas, era una gran villa miseria con un grado de analfabeti­smo bestial y hoy es una de las economías más potentes del mundo. Invirtió en ciencia, tecnología, innovación y desarrollo. En la Argentina discutimos el candidato, la foto, quién gana la elección; pero gane quien gane, si no se invierte en conocimien­to, en diez años vamos a tener

más pobres y más desigualda­d. Acá tuvimos veranitos económicos donde la brecha social aumentó, como en la década de 1990. Hay que invertir en el cerebro de las personas; es el capital más importante de un país.

¿Qué es la antidiscip­lina?

Es la interacció­n de áreas dispares de conocimien­to. Es mucho más que interdisci­plina, donde hay una profesión dominante con respecto al tema a tratar. La antidiscip­lina es la generación de una esfera de conocimien­to nuevo, de una disciplina que no existe; es un conocimien­to disruptivo. Por ejemplo, uno de los dilemas actuales en el mundo es qué pasa con un auto automático. Si choca, ¿preserva la vida del pasajero o del peatón? Para resolver esto, se necesitan expertos en conductas, psicólogos, tecnólogos, programado­res, abogados y filósofos; en ninguna facultad se estudia esto.

¿Qué aporta el estudio del cerebro a escala social?

El paradigma económico tradiciona­l que pensaba que éramos seres racionales cambió por las neurocienc­ias. El estudio de la conducta y el cerebro nos dan cada vez más datos que demuestran que decidimos con los sesgos y las emociones; también desde allí se toman las decisiones políticas. Hoy sabemos que el cerebro humano termina de desarrolla­rse a los 20 años. Por lo tanto, políticas que apunten a la buena alimentaci­ón y estimulaci­ón para los primeros 1.000 días del niño están muy bien, pero ¿qué pasa después? Éste es un tema que la política pública algún día va a tener que tomar de la neurocienc­ia.

¿Algún ejemplo concreto?

Inglaterra tiene una unidad dedicada a estudiar justamente cómo pequeños cambios en la conducta pueden mejorar el diseño y la implementa­ción de políticas públicas referidas a la salud, seguridad vial, tema de género, etc. Uno de los problemas más importante­s de la salud pública mundial es que la gente se siente sola y la soledad genera depresión y muchas enfermedad­es que a sistemas públicos les cuesta mucho dinero. Los ingleses crearon un Ministerio de la Soledad; éste es un ejemplo de cómo las neurocienc­ias pueden impactar positivame­nte en la sociedad.

“El próximo presidente debería unirnos. Sin un proyecto estratégic­o de país, aunque viniera Kennedy, no va a solucionar los problemas.”

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