Ecofactory Una solución ecológica
Desde Munro, la empresa que fundó Martín Jersonsky produce tres millones de bolsas mensuales de polipropileno, reciclables, que hoy se exportan a 12 países. También desarrollan bolsas fabricadas con bioplástico.
El problema de la contaminación por plásticos le quitaba el sueño a Martín Jersonsky desde chico, cuando pasaba el verano en casa de sus abuelos en Villa Gesell y veía cómo la playa de arena y el mar limpio en diciembre, se transformaban en un basural de bolsas enterradas o flotando entre las olas a medida que avanzaba la temporada.
Hace diez años, con la idea de encontrar una solución a este problema, creó Ecofactory, una fábrica de bolsas reutilizables ecológicas y reciclables que hoy se exportan a 12 países. Por su contribución al ambiente y a la comunidad (la firma emplea y capacita a jóvenes en vulnerabilidad o con capacidades diferentes), resultó ganadora del Premio PYME de Alto Impacto Social y/o Ambiental.
“Desde Ecofactory estamos generando un impacto positivo, y queremos seguir en este camino e inspirar a otros emprendedores”, destacó Jersonsky al recibir el premio.
La firma fue seleccionada por el jurado de honor entre más de 300 concursantes, y participó en una terna de finalistas junto a Pulpak, empresa que fabrica embalajes de pulpa moldeada reciclables y que reemplazan al telgopor; y Quales Group, firma que provee capacitación y servicios tecnológicos basados datos.
UN MILLÓN POR HORA
En la Argentina se descartan cada año 8.000 millones de bolsas de plástico, que van a parar, en el mejor de los casos, a un relleno sanitario, cuando no a un basurero clandestino o a un curso de agua, contaminando con microplásticos el suelo, el aire, ríos y mares. Esto equivale a un millón de bolsas por hora, todas las horas de los 365 días de año.
Visto de este modo, la magnitud del desastre ambiental parece inabarcable. Pero todo es cuestión de poner manos a la obra y comenzar a hacer algo. Y Jersonsky empezó por investigar la problemática y sus posibles soluciones.
Primero había que desarrollar un producto que reemplazara a las bolsas de plástico, luego analizar su ciclo de vida, materiales y diseños para lograr la bolsa correcta. El material elegido fue el polipropileno, que es resistente y al final de su vida útil se puede moler y reconvertir para volver al ciclo productivo. Además, es un material que se produce localmente y no hace falta importarlo.
“Después había que desarrollar la tecnología para transformar ese producto en masivo. Tenía que ser barato y hacerse a escala, con gran volumen. Si las bolsas tenían que coserse a mano, sólo podrían traerse de lugares con mano de obra muy barata”, comentó el emprendedor.
Para esto, Jersonsky convocó a un ingeniero que había fabricado en el país máquinas para hacer álbumes de fotos, que son también de polipropileno. Luego de desarrollar los planos para adaptar esas máquinas, viajó a China para encargar allá una línea de producción a medida.
Licenciado en Economía, Jersonsky trabajó en el área de marketing en una multinacional, y luego en la empresa familiar, dedicada al merchandising, antes de crear Ecofactory.
Hoy trabajan en su empresa, ubicada en Munro, 75 personas. Allí se producen 3 millones de bolsas
mensuales para abastecer a clientes en Argentina y países de la región. La firma tiene, además, oficinas comerciales en Perú, Panamá y Costa Rica. Y además fabrica cerca de un millón de bolsas en China, para mercados más alejados. Cada bolsa de plástico producida en Ecofactory tiene una reutilización promedio de 60 veces, lo cual configura una solución en idéntica proporción, en comparación a las bolsas descartables de uso único.
“Nuestra planta de producción modelo trabaja con sistemas de calidad según normas ISO9001 y cuenta con una superficie de 3000m2”, dice la empresa en su sitio web. “Desde allí se producen más de 3.000.000 de bolsas mensuales, El proceso productivo está integrado verticalmente: producimos la tela, imprimimos, y confeccionamos las bolsas asegurando así el abastecimiento rápido y continuo hacia toda
América bajo normas medioambientales ISO14001”.
También desarrollaron bolsas de bioplástico, 100% degradables, que hoy se comercializan en Chile. “Es un producto muy innovador, pero resulta muy costoso para las condiciones actuales del mercado argentino. Esperamos que pronto la economía se estabilice para poder lanzarlo en el país”, señaló Jersonsky.
En buena medida, las regulaciones de los distintos municipios, que van limitando o restringiendo la entrega de bolsas gratuitas en las líneas de caja de los supermercados, contribuyeron a la expansión del negocio de Ecofactory. Como parte de sus estudios de mercado, Jersonsky concluyó que poco a poco la gente comenzaría a llevar bolsas reutilizables en el auto, en la cartera o mochila y hasta tenerlas en el trabajo. “En cada hogar hacen falta por lo menos 20 bolsas para llevar en el vehículo, la moto, la cartera”, estima Jersonsky, cuyo producto más demandado mide 45 x 40 cm, con un margen de 10 cm.
TRIPLE IMPACTO
Desde su fundación, Ecofactory viene creciendo entre el 50 y el 100% anual, con una facturación proyectada para este año de US$10 millones. Actualmente, el 60% de sus ingresos provienen de la exportación y el
40% del mercado interno. Entre sus clientes se cuentan cadenas de supermercados, empresas de consumo masivo y municipios. Carrefour, Easy, Coto, Jumbo, Walmart, La Anónima, Claro, Unilever, Nivea, el Ceamse y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires figuran entre sus clientes.
La firma cuenta con certificaciones ISO 9001 de calidad e ISO 14001 de cuidado ambiental. Además, fue certificada como empresa B ya que además de resultados económicos, persigue resultados ambientales y sociales: participa en eventos solidarios junto a organizaciones sociales, promoviendo donaciones y trabajo voluntario. Recientemente impulsó un torneo de golf solidario junto a la ONG Techo.
“Tenemos un convenio con el Ministerio de Producción y Trabajo para emplear a jóvenes de grupos vulnerables. La mayoría no terminó el secundario y acá los alentamos a hacerlo. Disponemos de un espacio acondicionado como aula y les asignamos a un tutor para que puedan estudiar, fuera del horario laboral. La idea es que se capaciten y puedan continuar estudios terciarios o universitarios”,
Jersonsky.• detalló