El imprentero que capturó las pantallas
Javier Miranda tenía una empresa gráfica a punto de cerrar cuando lo llamaron para instalar una pantalla led. No sabía qué era. Seis años después, su Grupo Uno Led exporta ese servicio.
Dicen que en los peores momentos, surgen ideas salvadoras. En 2013, Javier Miranda, socio de una imprenta familiar en la localidad bonaerense de Caseros, recibió la noticia como un mazazo: el cliente más importante se daba de baja. Sus hijas mellizas acababan de nacer, y junto a su esposa, Yessica, apenas lograban pagar el alquiler del departamento donde vivían.
De pronto recibió un llamado. ¿Vendés pantallas LED?, le preguntaban del otro lado de la línea. “Sí, mañana te paso un presupuesto”, fue la respuesta casi automática de Miranda, entre llantos de las bebas, y un cúmulo de pañales y mamaderas para lavar. Al cortar la comunicación le preguntó a su mujer qué era era esto del led. “No sé, vamos a googlearlo”, le dijo ella, y así averiguaron que se trataba de un tipo de luz de bajo consumo (diodo emisor de luz, por sus siglas en inglés).
Las susodichas pantallas costaban por entonces unos $ 150.000. “Sale $ 200.000 más IVA, con instalación”, le confirmó Javier al inesperado cliente, cuyo comercio estaba en General Villegas, a 500 kilómetros.
Lleno de dudas, pero con la convicción de que al menos por una noche, iba a dormir ocho horas seguidas en un hotel, partió a su encuentro. Consiguió una pantalla led de muestra por parte de un proveedor, y en el camino, fue delineando un plan de negocios.
El cliente tenía un bodegón en Villegas, y quería poner la pantalla en el techo. “En cada semáforo tenés 12 segundos para pasar un aviso. Pero a diferencia de los carteles convencionales, se puede alquilar el espacio a varios anunciantes”, fue su argumento de venta.
A la semana siguiente, junto a un herrero de Villegas, colocaron la primera pantalla, de 3 x 2 metros. En tres meses, su cliente había amortizado la inversión, vendiéndole el espacio para anuncios luminosos a otros comerciantes de la zona.
“El primer mes colocamos una pantalla más, al mes siguiente dos, y en enero de 2014 cerré la imprenta y les recomendé a mis clientes comprar pantallas digitales para vender anuncios”, cuenta Miranda.
Así nació la firma Grupo Uno Led, que hoy lleva instaladas más de 700 pantallas desde Tucumán hasta Tierra del Fuego, y exporta sus soluciones a Bolivia, Uruguay, Panamá, Miami, España y Costa de Marfil.
ANIMARSE A CRECER
Además de pantallas fijas publicitarias, Grupo Uno Led provee pantallas móviles para cumpleaños, casamientos, eventos corporativos y festivales. Hace tres años y medio, a raíz de varios pedidos por parte de
iglesias cristianas, surgió una nueva unidad de negocios, Nexos, que se ocupa de la ambientación: pantallas más iluminación y sonido, para los templos.
Si bien el primer modelo de negocios se basó en la instalación de pantallas y venta de avisos, hoy la firma sólo se ocupa de comercializar, instalar y brindar un servicio posventa de las pantallas. Esto incluye financiación para adquirirlas, mantenimiento y provisión de información básica como la hora y la temperatura, lo cual capta la atención de transeúntes y complementa a las publicidades.
“La mayoría de mis clientes son pequeños inversores, familias o grupos de amigos que compran una pantalla para alquilar el espacio publicitario y obtener un ingreso mensual”, destaca el emprendedor.
La firma se mudó a un predio de 1.000 metros cuadrados en Martín
Coronado, partido de Tres de Febrero, donde se arman las estructuras. Los equipos led son de fabricación china. Al principio, compraba las pantallas a un importador, y a partir de 2015 comenzó a importarlas de manera directa y a utilizarlas como el insumo principal (pero insumo, al fin) de un servicio con más valor agregado: armado de pantallas, instalación, reparación y posventa.
Hoy trabajan en la compañía 40 personas. “Una de mis mayores satisfacciones es que con esta empresa pude darle trabajo a gente que no lo tenía; a mi familia y a amigos míos que estaban desempleados, o manejando un remís. Acá los capacitamos y les damos herramientas”, asegura.
OTROS CONTINENTES
En 2017, a raíz de un contacto que inició vía Internet, voló por primera vez a España a ver a un cliente. De allí viajó a Costa de Marfil, donde montó una oficina para expandirse a otros países de África. “Salí de Buenos
Aires con un dólar a $ 26 y llegué con el dólar a $ 42. Pero les mantuve el precio, y vendí tres veces más de lo que había calculado”, afirma.
“Los vaivenes de la economía no me dan miedo”, asegura. “Siempre apuesto a trabajar, seguir creciendo y también poder dar oportunidades a otros. Mi ambición no pasa por comprarme una casa en el country más exclusivo, sino en reinvertir cada peso que entra en el negocio, para que se multiplique”.
Comenzó con la instalación de pantallas para venta de avisos. Hoy sólo se ocupa de la venta, instalación y posventa de las pantallas, incluida la financiación.