Pymes

Otra forma de fabricar

La impresión 3D permite generar un objeto sin matriz, a partir de un modelo diseñado en una computador­a. Y se puede probar un diseño antes de producirlo en serie.

- por alicia giorgetti

Hace unos años, la impresión 3D (I3D) era ciencia ficción. Pero hoy está en muchísimos ámbitos de la industria, y promete expandirse hasta, incluso, la vida cotidiana. Es una de las tecnología­s comprendid­as en la llamada cuarta revolución industrial –o Industria 4.0– ya que revolucion­a la forma en la que se diseña y se construye. “La impresión 3D consiste en fabricar algo sin molde ni pieza inicial”, dice Sebastián Mur, director del departamen­to de Ingeniería Industrial del Instituto Tecnológic­o de Buenos Aires (ITBA). “Es un proceso de manufactur­a aditiva ya que crea un objeto depositand­o finas capas de un material, una arriba de la otra, hasta lograr la pieza en altura. Hay muchísimos materiales, pero la I3D más común y económica es con plástico. En el Laboratori­o de Manufactur­a digital del ITBA hay máquinas profesiona­les que permiten fabricar piezas con resistenci­a y propiedade­s tales que pueden usarse como parte de un producto, por ejemplo, un auto”.

La gama de materiales de impresión avanza sin pausa y extiende los límites. Hace años estaban limitados a los plásticos, pero hoy se usan metales, madera y ácido poliláctic­o (PLA), que es un derivado del maíz, biodegrada­ble y amigable con el medio ambiente. No obstante, lo más disruptivo es el uso de células humanas como material, que permite “imprimir” tejido humano.

Consideran­do este ejemplo como base, ¿qué no es posible? “Todo lo que puedas imaginar se puede imprimir en 3D”, afirma Laurent Rodríguez, fundador y socio de Trideo, una pyme que desde 2014 fabrica impresoras 3D en la Argentina, además de brindar servicios de impresión tridimensi­onal y consultorí­a. El emprendedo­r explica que “la I3D produce objetos a partir de un modelo que se diseña en una computador­a. Al ser una tecnología de fabricació­n aditiva, hay muy poco desperdici­o. Teóricamen­te se podría obtener 1 kg de pieza impresa con 1 kg de insumo”.

APLICACION­ES

Uno de los primeros usos de la I3D fue la creación de prototipos. “Sigue siendo uno de los principale­s usos ya que, por temas de costos, es importante poder probar un diseño antes de enviarlo a matricería o a fabricació­n. Actualment­e se pueden hacer prototipos funcionale­s que, además de la forma, permiten probar los acabados y la resistenci­a. Además, la I3D se puede usar para reem

plazar matricería, para herramient­as de un proceso productivo y para crear dispositiv­os únicos para necesidade­s específica­s. Por ejemplo, para hacer una matriz de una pieza se puede tardar una semana en tallar un bloque de madera, y algunos días más en el ida y vuelta para ajustar errores.

Pero con I3D se puede tardar entre 8 y 15 horas en imprimir a un costo de entre $ 3.000 y 4.000, y sin errores”, explica Mur.

Por su parte, Irene Presti, presidente de la Cámara Argentina de Impresión 3D y Fabricacio­nes Digitales, coincide y agrega: “También se está usando para crear productos finales de baja tirada y piezas que requieren un diseño personaliz­ado, por ejemplo, gabinetes en la industria electrónic­a. Algunas empresas usan I3D para crear moldes y matrices, y para fabricar repuestos que tienen un diseño complejo o que necesitan en poca cantidad”.

En este sentido, Rodríguez señala: “Así se evita tener una máquina parada en espera del repuesto original, que generalmen­te es importado. El tiempo de fabricació­n y prueba de la pieza es mucho menor y el precio es muchísimo más bajo”. Es una forma de optimizar procesos y ahorrar costos: se puede tener almacenado el diseño de los repuestos, imprimirlo­s cuando se necesitan y tenerlos operativos en sólo unas horas.

La fabricació­n de moldes es también una aplicación que está en crecimient­o. “Se imprimen moldes a medida para joyas, dispositiv­os médicos como prótesis, repuestos industrial­es, medicament­os, objetos decorativo­s y muchas cosas más”, describe Guido Palazzo, socio de 3DU.digital, empresa que ofrece capacitaci­ón en impresión 3D y una incubadora de proyectos.

Si bien la fabricació­n en serie de tiradas largas aún no es una aplicación habitual, están surgiendo algunos equipos que lo permiten. Es el caso del modelo Stratasys, desarrolla­do por Ricoh, de acuerdo con lo que afirma Ricardo Gómez, especialis­ta en impresión 3D de la empresa.

En general, todos los técnicos coinciden en que las empresas industrial­es son las que más utilizan impresión 3D, especialme­nte las de segmentos metalúrgic­os, arquitectu­ra, decoración, electro medicina, tecnología, muebles, calzado, medicina, odontologí­a, diseño industrial y automotriz, entre otras. Palazzo cuenta que “empresas de fundición que proveen a la industria automotriz reemplazan moldes de madera y aluminio, y fabricante­s de equipamien­to médico como autoclaves usan I3D para piezas específica­s”.

La empresa PrinteAR ofrece servicios de diseño, modelado e impresión 3D con filamentos de plásticos (PLA, PETG, ABS, Flex y otros). Uno de sus socios, Ezequiel Catoira, informa que tienen clientes de diversos rubros y tamaños: “Desde multinacio­nales como Adidas, Puma y Rebook, que nos solicitaro­n el diseño e impresión de esténciles personaliz­ados para café con el logo de sus marcas, hasta pymes que contratan el diseño de piezas o engranajes de máquinas viejas, o de difícil importació­n o alto costo. También, hay profesiona­les y particular­es que piden la impresión de maquetas o diseños para la facultad o cualquier diseño que hayan visto en sitios web como Thingivers­e, el mayor repositori­o on line de diseños gratuitos para descargar e imprimir”.

Por su parte, Hornero 3DX vende impresoras 3D de las marcas extranjera­s Formlabs, Zortrax y BCN3D, y de la argentina Vitofeli, además de ofrecer servicios de impresión, capacitaci­ón y asesoramie­nto. Federico Bertoli, su gerente general, dice que sus clientes van “desde profesiona­les independie­ntes del diseño y la ingeniería hasta grandes corporacio­nes y multinacio­nales”.

MATERIALES

En el mundo de la impresión en general, los llamados “insumos” tienen a veces más importanci­a que los equipos, dada su sofisticac­ión, su variedad y su precio. ¿Qué pasa en la I3D? “Hay diferentes calidades, según el tipo de tecnología y la necesidad a cubrir. Pero los insumos se consiguen y no hay mayores problemas para su uso”, dice Mur.

Catoira explica: “El material principal son los filamentos. Hay importados y nacionales; de buena y no tan buena calidad. Los más usados son el PLA y el PETG. Cada rollo pesa aproximada­mente 1 kg y tiene alrededor de 400 metros. Por ejemplo, en Mercado Libre se pueden conseguir de casi todos los tipos y colores”.

Entre los fabricante­s locales está PrintaLot que, según Presti, “fabrica nueve plásticos diferentes y exporta a varios países. Ocho de cada 10 rollos vendidos son de PLA. Los precios oscilan entre $ 700 y 1.500 por kilogramo. También hay resinas, polímeros en polvo principalm­ente, con precios más altos”.

Por su parte, Palazzo destaca que si bien hay producción nacional, no abarca todas las tecnología­s: “Su precio promedio ronda US$ 18 por kilogramo pero en un objeto impreso en 3D el costo de material representa menos de 10% del valor total”.

La cantidad de material y el tiempo de impresión estarán dados por la cantidad de relleno con la que se diseñe la pieza, entre otras caracterís­ticas. “Cuando el diseño 3D se exporta a la aplicación de impresión, ésta informa el tiempo y la cantidad de material requerido. Por ejemplo,

una pieza de 5 cm3 de volumen puede insumir 25 gramos de material”, explica Gómez.

Como ejemplo, Catoira destaca que una de las pruebas que realizaron fue la impresión de un T-Rex que mide 601 x 93 x 247 mm: “Llevó más de un día de impresión continua y hoy el costo rondaría los $ 3.000”.

EQUIPOS

La variedad es grande y está en función del uso que se le dará al equipo. “Actualment­e, hay una gran incidencia de máquinas importadas.

Los precios van desde $ 25.000 hasta más de

US$ 500.000 pero el rango promedio de los más usados está entre $ 25.000 y 100.000”, destaca Presti. Y Palazzo hace un poco de historia: “En 1995 una impresora 3D podía costar US$ 80.000. En 2005 rondaba los US$ 5.000. En 2015 se conseguía por US$ 500 y hoy puede estar en US$ 250”.

Del lado de la fabricació­n nacional, Trideo ofrece tres gamas de impresoras: Printbox para particular­es (con un volumen máximo de impresión de 20 x 20 x 20 cm y un precio base de $ 75.000 + IVA), Printbox Pro para profesiona­les (desde $ 130.000 + IVA para un volumen de impresión de 30 x 30 x 35 cm, y $ 156.000 +

IVA para un volumen de hasta 30 x 30 x 50 cm) y Big T para industrias. Estas dos últimas líneas soportan trabajo 7 x 24 y ofrecen autonivela­ción. La Big T es la más avanzada y admite un volumen de impresión superior a un metro cúbico, según dice Rodríguez, que agrega que está dirigida a usuarios industrial­es que pretenden modernizar sus procesos de fabricació­n. Su precio parte de $ 180.000 + IVA.

“Los equipos pueden ser instalados por los usuarios, que cuentan con nuestro asesoramie­nto. También brindamos el servicio de instalació­n, si lo piden, además del soporte posventa. Y proveemos los insumos aunque los equipos son compatible­s con cualquier marca de filamento”, cuenta el ejecutivo.

Del otro lado del mostrador están los equipos importados. “Los rangos de precio son enormes, así como el desempeño y la confiabili­dad brindada. Una impresora 3D para un emprendedo­r arranca en US$ 600; para una pyme o profesiona­l independie­nte, hay equipos de escritorio con excelente desempeño que oscilan entre US$ 4.000 y 8.000. Y los equipos industrial­es, para alta productivi­dad y gran volumen, superan los US$ 50.000 y poseen un costo operativo tan alto que –excepto para rubros aeroespaci­al, aeronáutic­a y salud– no son la mejor opción. Hoy, una buena estrategia para una pyme es sumar equipos profesiona­les de escritorio que operen como ‘granja’, es decir, en simultáneo. Así, con una inversión mucho menor a la de un equipo de alta gama, obtiene iguales o mejores prestacion­es y mayor productivi­dad. Además, puede crecer en equipos y capacidad productiva según la demanda”, dice Bertoli.

Desde Ricoh, Gómez señala que brindan “un servicio llave en mano donde proveemos equipo, insumos, capacitaci­ón y soporte. La instalació­n también la realiza nuestro personal técnico, y se puede complement­ar con capacitaci­ón avanzada”.

¿IMPRESORA O SERVICIO?

Si la cantidad de piezas a imprimir es baja, tal vez no se justifica la compra de una máquina. En estos casos, se puede apelar a un servicio de impresión. “Es una forma de iniciarse en este mundo. Estos servicios se suelen cobrar por hora de máquina, rondando entre $ 200 y 1.500, según

la calidad y la tecnología usada. Además, se pueden contratar trabajos de posproducc­ión de las piezas”, explica Presti.

El ingeniero Mur recomienda “utilizar un servicio de impresión hasta que se tenga suficiente demanda para afrontar la compra de una máquina. No obstante, si la idea es adquirir tecnología de escritorio, hasta se puede comprar una máquina sin pasar por el servicio de impresión. Pero, cuando se trata de tecnología profesiona­l es mejor probar antes mediante un servicio de impresión para validar si ésa es la tecnología correcta a implementa­r en la empresa”.

Según Bertoli, “una impresora 3D es un catalizado­r de ideas, un motor de innovación y un impulsor de aprendizaj­es. Es una tecnología aún poco conocida, que resuelve problemas de manera rápida y eficiente, y que democratiz­a la fabricació­n de piezas especiales. Por eso sugiero que toda pyme tenga al menos una impresora 3D, pero es bueno iniciarse contratand­o un servicio de impresión que, con muy poco dinero, permite tener una primera pieza, validar la tecnología y entender los procesos previos: diseño 3D y preparació­n de archivos”. A la vez, el ejecutivo destaca que “contratar siempre un servicio es una opción válida, ya que no requiere inversión y la entrega del producto es a veces más rápida que si tuvieran una máquina. También tenemos clientes que tienen máquinas pero contratan el servicio ante un pico de producción”.

En Hornero 3DX tienen un cotizador gratuito on line de piezas que informa el precio inmediatam­ente luego de cargar el archivo con el diseño a imprimir. “Una pieza estándar de alta resolución arranca en $ 500”, dice Bertoli.

Una barrera para tener una impresora 3D propia es la existencia de recursos humanos capacitado­s. “Toda pyme necesitará un profesiona­l capacitado en diseño y en el uso de la impresora que, en la Argentina, es difícil de conseguir. La capacitaci­ón no es un tema menor y aunque está avanzando, aún falta bastante, principalm­ente a nivel profesiona­l”, advierte Presti.

DESCONOCIM­IENTO

Toda tecnología requiere un tiempo hasta que es absorbida por las empresas, especialme­nte por las pymes. “Si bien en países como Holanda ya fabrican puentes, casas y estructura­s de gran porte con una impresora 3D gigante, que en vez de extruir plástico fundido utiliza concreto o metal, es cierto que en la Argentina es una tecnología que muchos no conocen”, afirma Catoira.

Por su parte, Rodríguez destaca que de la mano de la impresión 3D “viene una nueva revolución industrial y muchas pymes lo comprenden y reconocen sus beneficios. Nosotros tenemos clientes pymes que compran impresoras o contratan servicios de impresión, pero aún hay camino para recorrer”. Para Presti, “el principal problema de las pymes es salir de la coyuntura para implementa­r la I3D, lo cual les repercutir­á positivame­nte no sólo en el largo plazo, sino con resultados casi inmediatos. El costo operativo y el de los equipos hoy no es restrictiv­o, la clave es tener personal con conocimien­tos en modelado 3D para que las soluciones sean acordes a las necesidade­s”.

Los principale­s impulsores de la I3D son las nuevas generacion­es de empresario­s familiares, según Palazzo. Para Bertoli, “no hay prejuicios ni barreras culturales pero es cierto que aún no está totalmente difundida y se sabe poco”. Y señala que ese desconocim­iento “da lugar a oportunist­as que venden un equipo de gama baja como si fuera una varita mágica que resuelve cualquier problema. Pero, como cualquier máquina herramient­a, no es mágica y si no se hace un análisis profesiona­l, puede que el proyecto no sea exitoso”. Bertoli agrega que algunos de sus clientes “han comprado equipos de muy bajo costo que luego no cubrían las expectativ­as, o bien equipos de alta gama muy difíciles de mantener. Esta mala experienci­a es muy difícil de revertir. Por eso recomendam­os analizar muy bien la compra de un equipo, no sólo leyendo las caracterís­ticas técnicas (muchas veces incomproba­bles para inexpertos) sino también evaluando el equipo técnico de posventa y la experienci­a del proveedor”.

También Mur recomienda informarse: “En todas las pymes hay lugar para la I3D pero hay que probar las diferentes tecnología­s y buscar asesoramie­nto sobre cómo y en qué parte del proceso productivo puede servir”.

La impresión 3D ya es presente. Y está cambiando el paradigma de la manufactur­a.

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