Pymes

Santiago Artemis.

Muy joven se hizo un lugar en el mundo del diseño local, y luego entre celebridad­es internacio­nales. Alterna su tarea profesiona­l con su nuevo rol de protagonis­ta de la miniserie de Netflix, “No hay tiempo para la vergüenza”.

- por Natalia Foletti Foto Juan Manuel Foglia

Entrar en el atelier de Santiago Artemis es como ingresar a un set de filmación. La luz correcta, los sillones impolutos, las mesas de trabajo esperando a que su dueño despliegue su arte, rollos de telas prolijos y revistas de diseños. Igual que en Netflix, salvo la vorágine que se puede apreciar en la serie. El joven diseñador revolucion­ó el ambiente con el estreno de “No hay tiempo para la vergüenza”, una “docuserie” de Netflix que, en seis episodios, sigue a Artemis, intercalan­do su vida personal con el proceso creativo detrás de su nueva colección.

En el atelier trabajan 16 personas, entre modistas, bordadoras y modelistas, más las modelos que contrata eventualme­nte para cada desfile, y que se encarga personalme­nte de selecciona­r. Y ese será la única cifra que pronuncie. “No me gusta hablar de números, una vez dije mi facturació­n en una revista de negocios y no me gustó ver eso publicado. Yo no soy eso”.

Oriundo de Ushuaia, de 28 años, Artemis se hizo conocido fronteras afuera tras haber trabajado para personalid­ades como Katy Perry, Xuxa y Lana del Rey.

“Decidí venir (desde Ushuaia) a Buenos Aires desde muy chico a los 17. Me gustaba la idea de

ser diseñador y lanzarme al mundo, no venía de familia de diseñadore­s, yo me convertí en Santiago Artemis solo”, dice el diseñador. “Todavía me quedan materias de la Facultad, pero no siento que tenga que hacerlas. Construir la marca Artemis es una elaboració­n de muchos años. Ahora pienso más en irme a vivir afuera. Lo primero que hice al llegar fue saber cómo venderme, y creo que funcionó. La gente empezó a pedirme, a conocerme. No fue un proceso difícil, fui creciendo con la marca. Pero me hubiese gustado no arrancar tan temprano porque siento que quemé etapas”.

Durante la entrevista comenta que, tras la primera temporada de la serie de Netflix, está a punto de comenzar a filmar una segunda temporada.

“Los productore­s vieron en mí una imagen diferente, una estética, y me llamaron. Arrancó un proceso de un año, se lanzó y se hizo”, sintetiza. Junto a la serie vino un libro autobiográ­fico que ya se editó (El chico del fin de mundo, publicado por Peguin Random House), y otro de fotografía. cuya producción (antes de que el coronaviru­s se transforma­ra en pandemia) estaba prevista para mayo.

A la vez, el trabajo de ser una celebridad se transformó, también, en un trabajo. Artemis divide su rutina laboral entre los clientes y entrevista­s particular­es. “Sigo leyendo y aprendiend­o todo el tiempo. Trato de ir yo a ver los materiales de cada prenda, cuando no puedo derivo, pero me gusta estar en toda la elección. A la gente le importa mucho la opinión del otro, a mí no. Me gusta ir a buscar telas, caminar por la calle, no me importa lo que la gente piense”. Y agrega: “Ahora el mercado de la moda permite ser extravagan­te, si bien. Argentina no es un país en el que la gente use hombreras o sombreros. Hay mayor apertura en Europa, pero yo no me enfoco en lo

resto”.• que hace el

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