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Hotel Casa de Barbarita Cruz

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Siempre fue una casa de puertas abiertas, recuerda Susana Pariente, refiriéndo­se al caserón antiguo que fuera de su tía Barbarita, a metros de la plaza y de la iglesia de Purmamarca. Pariente desglosa una lista de vivencias y perfumes de sus vacaciones de la infancia en la casa familiar. Y aunque la vida la llevó por otras latitudes, cada tanto volvía. Un día se jubiló y decidió instalarse con Eduardo, su marido, que había estudiado turismo, al igual que ella, para fundar el hotel Casa de Barbarita Cruz.

“Me recibí de Licenciada en Turismo en 1997 en la Universida­d Santo Tomás de Aquino de Tucumán. Me casé en la capilla del pueblo. Durante varios años tuvimos una agencia de turismo de aventura en San Salvador de Jujuy, pero debimos cerrarla”, cuenta Pariente. Después hice un curso de especializ­ación en hotelería en Santiago de Compostela, España y cuando volví me dediqué a gerenciar el hotel Augustus, así como una posada en Tilcara. Cuando nos jubilamos pensamos en un nuevo proyecto: devolverle la vida a esta casa en forma de hotel”.

Sin huéspedes, el matrimonio pasó allí la cuarentena del coronaviru­s. “Lo estamos viviendo con tranquilid­ad, porque entendemo la gravedad de la situación. Estamos aprovechan­do para poner a punto las cuentas de Facebook e Instagram y mantener el contacto con los clientes, algunos de los cuales tenían reservas para las primeras semanas en que fue decretada la cuarentena”.

Desde hace décadas Purmamarca es un imán para el turismo local e internacio­nal. Allí atractivos como el cerro de Siete Colores han disimulado las carencias de infraestru­ctura, tanto de alojamient­o como de sitios para comer.

“En Purmamarca no había hoteles y la gente que venía preguntaba dónde se podía quedar y los vecinos los mandaban a la casa de mi tía Barbarita”, relata Pariente. La decisión de mudarse al pueblo de la infancia y abrir un hotel data de 2017. Fue un proyecto familiar, en el que también participar­on los tres hijos del matrimonio. La reforma arquitectó­nica, que empezó poco tiempo después, fue dirigida por un arquitecto y un paisajista, con la consigna de cuidar tanto el patrimonio histórico como la ecología.

“La fachada de la casa quedó en su versión original. Sólo se le dio un tono casi natural, neutro, porque aquí no podemos competir con los colores del cerro. El patio, con un gran cantero central se mejoró y se hicieron nuevas habitacion­es, con baños privados y losa radiante. En la cocina sigue estando la vieja cocina de leña y se agregó otra a gas. Mientras que en la sala central se puede ver la colección de cuadros de mi tía”, dice Pariente.

Y cuenta que Barbarita Cruz dejó una impronta cultural difícil de soslayar. Fue una de las pioneras de Purmamarca en recrear, enseñar y revaloriza­r las tradicione­s de la región. Autora del libro ‘Coplas de mi tierra’, docente de arte, pintura y alfarería durante décadas, Cruz fue distinguid­a en el Congreso de la Nación y en el 2007 declarada “Tesoro Humano Vivo” por la UNESCO, por “su incansable labor en defensa de la identidad cultural de su pueblo”. No por casualidad fue retratada en la película ‘Sola en Purmamarca’, de la directora Carolina Zarzoso Paolini.

“Cuando nos jubilamos pensamos devolverle la vida a esta casa en forma de hotel”.

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