Puesto de telas en el Mercado de Frutos
Cuenta Sofía Kallaur que sus abuelos llegaron de su Polonia natal poco antes de la Primera Guerra Mundial y fueron pioneros en la producción de frutas en el Delta.
“Mi abuela Taisa llegó a la Argentina con varias valijas llenas de telas, algunas de las cuales había confeccionado con sus propias manos. Y con esas telas vistió su casa. Cortinas, manteles, sábanas con las telas que habían atravesado el Atlántico”, dice. Luego de trabajar durante 33 años como maestra de grado y directora de escuelas en el Delta, Kallaur se jubiló en el año 2000 y no tardó en comprender que lo suyo no sería ver pasar la vida frente a un televisor.
“Tenía que volcar en algo toda aquella energía que hasta entonces había destinado a los chicos. Con mi marido empezamos a buscar alternativas y apareció la posibilidad de alquilar un local en la galería a cielo abierto del Mercado de Frutos de Tigre, que se abría en ese momento. Y así fue. Y supe que tenía que vender productos que tuvieran que ver con las telas”. Docente durante más de tres décadas, Kallaur dice que no tenía idea de ventas ni de compras. Lo poco que había podido escuchar se limitaba a lo que escuchaba en boca de su marido cuando negociaba la producción de la quinta.
“Empezamos investigando sobre fabricantes a los que luego visitábamos y les fuimos comprando los primeros productos. Después fueron apareciendo proveedores de otros rubros a los que le compramos sus productos. Incorporamos acolchados, cubre sommiers, mantas, cortinas y accesorios de baño. Y en los últimos años descubrimos la Expo Presentes, que se lleva a cabo en La Rural y fue un cambio importante, porque conocimos otros fabricantes y mejoramos la gestión de compras”.
Con el tiempo, Kallaur contrató una contadora para poner en orden los números del negocio, porque dice que lo de ella siempre fueron las letras. “Me encanta escribir poemas. Para consumo propio”, aclara y se ríe. Una actividad que comparte con el cultivo de cactus y suculentas.
“El comercio sólo lo abro de viernes a domingo y feriados, estoy mucho tiempo en casa y la disfruto. El hogar es rutinario, el comercio es pura dinámica, sean las compras, las ventas, la camaradería con los comerciantes vecinos y algo muy interesante, que es escuchar a la gente. Conocer lo que le pasa a otros, sus alegrías y sus problemas”. Recluida en su casa durante la cuarentena, Sofía asegura estar cómoda y feliz con la vida que lleva. “Soy como los árboles, que mueren de pie”.
“Tenía que volcar en algo toda aquella energía que hasta entonces destinaba a los chicos”.