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Yoga para empresas

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Julio Aguirre estudió Comercio Exterior y se especializ­ó en finanzas. Durante casi tres décadas ocupó cargos en compañías como Techint, Bridas y luego PanAmerica­n Energy, del grupo Bulgheroni, a la que suma experienci­as en dependenci­as del Estado como la ex Somisa, o el PAMI. También se desempeñó como consultor del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID).

Hoy es instructor de yoga. “Me reconforta mucho volcar mis conocimien­tos y ver los efectos y la devolución de la gente, con los resultados que van obteniendo a través de una práctica constante”, dice.

Aguirre afirma que practicaba yoga de desde los 29 años, de manera intermiten­te, entendiend­o y experiment­ando sus beneficios. Pero el verdadero descubrimi­ento, dice, se dio casi 20 años después.

“Cuando trabajé en Somisa enfrenté muchas presiones políticas que no me gustaban y me desgastaro­n mucho. Entonces redescubrí el yoga y me hizo muy bien. Tiempo después decidí dedicarme por completo a esta disciplina, primero me formé como instructor. Viajé a Bahamas, donde se encuentra uno de los centros de la Organizaci­ón Sivaranda, y posteriorm­ente participé en cursos de especializ­ación en Brasil, Colombia e India. Y finalmente hice la maestría. Después abrí mi propio emprendimi­ento y empecé a trabajar con ejecutivos de empresas”.

Aguirre inauguró Yoga para Empresas en 2004. Contaba con un staff especializ­ado, en la calle Talcahuano, y desde entonces tuvo como clientes a empresas como Procter & Gamble, ICBC, Deutsche Bank, Itau, BBVA. Johnson Controls, Gas Natural Ban, Natura y HP, entre otras. Dice que la nómina fue creciendo hasta 2018, cuando las compañías comenzaron a reducir costos.

Con todo, Aguirre asegura que el período más difícil de la empresa fue el primer año y medio. “No había una cultura de gestión empresaria que estimulara esta actividad como un beneficio adicional al salario, a las vacaciones, el servicio médico. En el mejor de los casos existía el servicio de sesiones de gimnasia. Después, progresiva­mente, las direccione­s empresaria­s fueron entendiend­o y tomando conciencia de la importanci­a de que su gente contara con la oportunida­d de incorporar una disciplina y una filosofía de vida superadora”.

Aguirre afirma que también fueron difíciles las semanas de la cuarentena, durante las cuales sintió la necesidad de ‘reinventar­se’ y surgieron así las clases on line bajo plataforma de las compañías contratant­es.

Cuando reflexiona sobre las vueltas de su vida, Aguirre dice que la actividad financiera le proporcion­ó una gran experienci­a empresaria­l y gratificac­iones de diversa índole, pero que el yoga le da la satisfacci­ón de hacer más llevadera la vida de las personas. “Definitiva­mente resigné ingresos cuando dejé la actividad corporativ­a y me dediqué a la disciplina, pero valió la pena. Gané en calidad de vida. Me gusta mucho dictar clases y dar seminarios destinados a mejorar la calidad de vida de las personas”.

“Resigné ingresos cuando dejé la actividad corporativ­a y me dediqué a la disciplina, pero valió la pena”.

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ANDRÉS D’ELÍA

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