Pymes

Laura andahazi kasnya y luis ceriotto

Tienen fábricas de perfiles para la construcci­ón en todos los países del Mercosur y ahora están adaptando la producción para módulos de hospitales, con el mismo personal y pagando el 100% de los salarios. “En 67 años no echamos a nadie”, plantean. Por

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Barbieri Construcci­ones nació en pequeño taller de Ramos Mejía en 1953, pero la mayor parte de su historia transcurri­ó entre Lanús y Burzaco, en la zona sur del Gran Buenos Aires. Hoy es una multilatin­a, productora de perfiles para la construcci­ón, con fábricas en los cuatro países del Mercosur. Sigue siendo una empresa familiar, dirigida por dos de los hijos y el yerno del fundador, y con integrante­s de la tercera generación que (protocolo familiar mediante) comienzan a tallar en funciones ejecutivas. Tienen 174 empleados en la fábrica ubicada en el Parque Industrial Burzaco, donde producen perfiles de acero y de PVC. Sumadas las otras tres plantas, el grupo emplea 250 personas.

En estos días de cuarentena tuvieron distinos desafíos en los cuatro países, desde el cierre voluntario de sus plantas en Brasil y Uruguay durante dos semanas (allí no hubo aislamient­o obligatori­o) hasta la clausura completa de la actividad económica en Paraguay.

En la planta de Burzaco retomaron la producción desde principios de abril, pero con una caída de más de 50% de sus ventas. Aun en ese marco, la apuesta de sus dueños es seguir produciend­o sin despidos, ni rebajas salariales. Están convencido­s de que su historia como empresa les jugará a su favor. Y también cuentan -un detalle no menorcon el hecho de que venden un buen producto.

“Las empresas más exitosas van a ser las que estén más focalizada­s en el propósito de su organizaci­ón que en el resultado a corto plazo, como la caja o el balance anual. Las generacion­es que vienen van a valorar mucho más el propósito de una empresa que el precio ”, dice Walter Barbieri, uno de los tres hijos del fundador.

La fábrica principal está ubicada en un extenso predio dentro del parque industrial de Burzaco, uno de los polos productivo­s más importante­s de la zona sur del Conurbano. Desde hace tres años la calle sobre la cual está emplazada la planta lleva el nombre de Darío Barbieri, el fundador de la empresa, fallecido en 2012.

El negocio de la empresa es la construcci­ón en seco: Barbieri fabrica perfiles y zócalos de acero y de PVC, que son utilizados para construir casas y edificios con el sistema steel frame, diferente al tradiciona­l hormigón armado.

Durante la crisis de 2001, por necesidad, salieron “con la valijita” a vender sus productos por Brasil, Centroamér­ica y Estados Unidos. Llegaron a exportar 60% de su producción. Pero a comienzos de la década pasada, cuando exportar desde Argentina ya no generaba ganancias sino pérdidas, en vez de abandonar los mercados externos, duplicaron la apuesta: comenzaron a abrir fábricas en países donde habían logrado posicionar­se. En 2011

Barbieri Construcci­ones nació en pequeño taller de Ramos Mejía en 1953, pero la mayor parte de su historia transcurri­ó entre Lanús y Burzaco, en la zona sur del Gran Buenos Aires. Hoy es una multilatin­a, productora de perfiles para la construcci­ón, con fábricas en los cuatro países del Mercosur. Sigue siendo una empresa familiar, dirigida por dos de los hijos y el yerno del fundador, y con integrante­s de la tercera generación que (protocolo familiar mediante) comienzan a tallar en funciones ejecutivas. Tienen 174 empleados en la fábrica ubicada en el Parque Industrial Burzaco, donde producen perfiles de acero y de PVC. Sumadas las otras tres plantas, el grupo emplea 250 personas.

En estos días de cuarentena tuvieron distinos desafíos en los cuatro países, desde el cierre voluntario de sus plantas en Brasil y Uruguay durante dos semanas (allí no hubo aislamient­o obligatori­o) hasta la clausura completa de la actividad económica en Paraguay.

En la planta de Burzaco retomaron la producción desde principios de abril, pero con una caída de más de 50% de sus ventas. Aun en ese marco, la apuesta de sus dueños es seguir produciend­o sin despidos, ni rebajas salariales. Están convencido­s de que su historia como empresa les jugará a su favor. Y también cuentan -un detalle no menorcon el hecho de que venden un buen producto.

“Las empresas más exitosas van a ser las que estén más focalizada­s en el propósito de su organizaci­ón que en el resultado a corto plazo, como la caja o el balance anual. Las generacion­es que vienen van a valorar mucho más el propósito de una empresa que el precio ”, dice Walter Barbieri, uno de los tres hijos del fundador.

La fábrica principal está ubicada en un extenso predio dentro del parque industrial de Burzaco, uno de los polos productivo­s más importante­s de la zona sur del Conurbano. Desde hace tres años la calle sobre la cual está emplazada la planta lleva el nombre de Darío Barbieri, el fundador de la empresa, fallecido en 2012.

El negocio de la empresa es la construcci­ón en seco: Barbieri fabrica perfiles y zócalos de acero y de PVC, que son utilizados para construir casas y edificios con el sistema steel frame, diferente al tradiciona­l hormigón armado.

Durante la crisis de 2001, por necesidad, salieron “con la valijita” a vender sus productos por Brasil, Centroamér­ica y Estados Unidos. Llegaron a exportar 60% de su producción. Pero a comienzos de la década pasada, cuando exportar desde Argentina ya no generaba ganancias sino pérdidas, en vez de abandonar los mercados externos, duplicaron la apuesta: comenzaron a abrir fábricas en países donde habían logrado posicionar­se. En 2011

abrieron una fábrica en Brasil, en la ciudad de Curitiba (Paraná), donde hoy trabajan 45 personas. Más adelante fueron los cortes de cintas de las otras dos fábricas, en Canelones, Uruguay (2014) y Luque, Paraguay (2018).

A partir de la pandemia, Barbieri reorientó su oferta de producto a módulos para hospitales. Se trata de un producto que se vende “llave en mano”, diseñado por su propia consultora de ingeniería y diseño, Consul Steel.

Pymes entrevistó a sus dueños pocos días antes de la cuarentena y hubo una segunda entrevista, por Internet, el lunes 11 de mayo. Los socios son los hermanos Julio y Walter Barbieri y el cuñado de ambos, Carlos Cruppi. Ninguno de los tres está yendo a la fábrica, en cumplimien­to del protocolo que ellos mismos establecie­ron: no ingresa nadie que supere los 60 años o forme parte de un grupo de riesgo.

CUIDADOS

-¿Cuánto cayó la facturació­n con la pandemia? Julio Barbieri: Cayó más del 50% en este momento de mayo, en abril había sido muchísimo más.

-¿Y cómo están las tres fábricas de Brasil, Uruguay y Paraguay?

JB: Brasil, que es nuestra segunda unidad en facturació­n, está muy amenazada por la propia realidad del país, donde la pandemia pegó muy fuerte. Cuando vimos esta situación, nosotros decidimos cerrar la planta, por más que no era obligatori­o hacerlo. Ese cierre nos permitió organizarn­os y aplicar los protocolos (que allá tampoco eran exigidos) en línea con lo que habíamos comenzado a aplicar acá.

Walter Barbieri: Allá no regía la concientiz­ación que tenemos acá y la gente tiene menos miedo, de modo el equipo del departamen­to de Capital Humano habló muchísimo con cada uno de los chicos e indirectam­ente con sus familias. Hasta el momento no tuvimos ningún caso allí.

Carlos Cruppi: Hoy nuestra planta de Brasil es una de las pocas que no tiene casos positivos de Covid19. Igual no creemos que vaya a seguir siendo así, por la velocidad con la que crece la pandemia en Brasil. Pero mantenemos la organizaci­ón de trabajo que tenemos acá, divididos por equipos, de modo de poder tomar medidas que resguarden al resto. Hoy ya volvimos al trabajo con este esquema de equipos, algunos en el trabajo y otros esperando en el banco por si llega a ser necesario.

-¿Allá también cayó la facturació­n?

JB: Mucho menos. En Brasil habíamos bajado la expectativ­a de ingresos a un 70% y se cumplió. A comienzos de año armamos un presupuest­o anual, con la proyección mes por mes, donde contemplam­os en crecimient­o de nuestra actividad, del

abrieron una fábrica en Brasil, en la ciudad de Curitiba (Paraná), donde hoy trabajan 45 personas. Más adelante fueron los cortes de cintas de las otras dos fábricas, en Canelones, Uruguay (2014) y Luque, Paraguay (2018).

A partir de la pandemia, Barbieri reorientó su oferta de producto a módulos para hospitales. Se trata de un producto que se vende “llave en mano”, diseñado por su propia consultora de ingeniería y diseño, Consul Steel.

Pymes entrevistó a sus dueños pocos días antes de la cuarentena y hubo una segunda entrevista, por Internet, el lunes 11 de mayo. Los socios son los hermanos Julio y Walter Barbieri y el cuñado de ambos, Carlos Cruppi. Ninguno de los tres está yendo a la fábrica, en cumplimien­to del protocolo que ellos mismos establecie­ron: no ingresa nadie que supere los 60 años o forme parte de un grupo de riesgo.

CUIDADOS

-¿Cuánto cayó la facturació­n con la pandemia? Julio Barbieri: Cayó más del 50% en este momento de mayo, en abril había sido muchísimo más.

-¿Y cómo están las tres fábricas de Brasil, Uruguay y Paraguay?

JB: Brasil, que es nuestra segunda unidad en facturació­n, está muy amenazada por la propia realidad del país, donde la pandemia pegó muy fuerte. Cuando vimos esta situación, nosotros decidimos cerrar la planta, por más que no era obligatori­o hacerlo. Ese cierre nos permitió organizarn­os y aplicar los protocolos (que allá tampoco eran exigidos) en línea con lo que habíamos comenzado a aplicar acá.

Walter Barbieri: Allá no regía la concientiz­ación que tenemos acá y la gente tiene menos miedo, de modo el equipo del departamen­to de Capital Humano habló muchísimo con cada uno de los chicos e indirectam­ente con sus familias. Hasta el momento no tuvimos ningún caso allí.

Carlos Cruppi: Hoy nuestra planta de Brasil es una de las pocas que no tiene casos positivos de Covid19. Igual no creemos que vaya a seguir siendo así, por la velocidad con la que crece la pandemia en Brasil. Pero mantenemos la organizaci­ón de trabajo que tenemos acá, divididos por equipos, de modo de poder tomar medidas que resguarden al resto. Hoy ya volvimos al trabajo con este esquema de equipos, algunos en el trabajo y otros esperando en el banco por si llega a ser necesario.

-¿Allá también cayó la facturació­n?

JB: Mucho menos. En Brasil habíamos bajado la expectativ­a de ingresos a un 70% y se cumplió. A comienzos de año armamos un presupuest­o anual, con la proyección mes por mes, donde contemplam­os en crecimient­o de nuestra actividad, del

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