Pymes

La crisis, día a día

La cuarentena puertas adentro de seis pymes industrial­es: desde la planta de agua de la cordobesa Dira, con actividad casi normal, hasta la completa caída de ventas en firmas como Fabrikplan, Shoes and Bags y Atilio Bianco e Hijos. La principal preocupaci

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n la textil Fabrikplan tienen sus 9 telares fuera de producción y las deudas se acumulan. Sergio López plantea que, junto a su padre y sus hermanos, deberían estar diseñando, fabricando y comerciali­zando telas en jacquard, pero desde el 20 de marzo cumplen la cuarentena. Se les acabaron los ahorros, no están facturando y lo poco que pudieron cobrar lo dispusiero­n para el sueldo de sus empleados. Mayo, todavía, no saben cómo lo pagarán.

“Para peor los últimos cuatro años para el rubro fueron una lástima, las importacio­nes fueron fatales; nosotros redujimos la producción a solo un turno. Sobrevivim­os por lo versátil que somos con las coleccione­s y con el lanzamient­o de productos personaliz­ados. A comienzo de año el trabajo había levantado y volvimos a tener la fábrica trabajando las 24 horas, hasta que tuvimos que apagar las máquinas”.

Unos días antes de declararse la cuarentena, los López adelantaro­n los sueldos de marzo de sus nueve empleados. “Esto sirvió para que nos banquen, pero ahora les podemos dar unos 4.000 pesos por semana cuando los sueldos van desde los $27.000 a $40.000. Nos están bancando muchísimo, saben que no tenemos los recursos para pagarles en tiempo y forma”, cuenta.

La cuarentena les afectó en la facturació­n y también en lo financiero.“El 35 % de los cheques que teníamos para cobrar vinieron de vuelta y ni hablemos de las cuentas corrientes de los clientes. Nuestros proveedore­s, que ya están trabajando, nos están llamando, pero yo ya no tengo de dónde sacar plata. Además mi orden de prioridad son los empleados, juntar plata para comprar la materia prima que hoy nos venden en efectivo y en tercer lugar, claro, la deuda con los proveedore­s”.

Como sus empleados no están bancarizad­os, no pudieron aplicar a la ayuda del gobierno para los sueldos.“Todo lo estoy bancando con los ahorros y con el dinero que entró de los cheques que pude cobrar, pero ya está, esa plata se gastó y los ahorros se acabaron”, agrega.

Dos problemas adicionale­s, no menores, atormentan también a López. El primero es la vida útil de los motores de los telares, ya que la inactivida­d no resulta neutra: por estar apagados durante tanto tiempo pueden dañarse. “Se me van a terminar rompiendo y ¿cómo los repongo?”.

El otro gran problema para la empresa es la cuenta de luz. Tiene un contrato de tarifa plana por $55.000 y a la fecha debe $105.000 sin haber usado ni medio kilowatt. “¡No están dando ningún tipo de ayuda a los que no estamos usando la electricid­ad!”, dice, mientras el débito de impuestos sigue corriendo. Evalúa como única salida posible reabrir la fábrica, adelantand­o vacaciones a los empleados y utilizar esas semanas para evaluar qué pedidos les quedaron pendiente de cobro, levantar los cheques rechazados, cobrar las cuentas corrientes e ir pagando las deudas con los proveedore­s.

“Estamos ahorcados, sin plan A, ni plan B, ni plan C, solo tengo deudas y en crecimient­o”.

n la textil Fabrikplan tienen sus 9 telares fuera de producción y las deudas se acumulan. Sergio López plantea que, junto a su padre y sus hermanos, deberían estar diseñando, fabricando y comerciali­zando telas en jacquard, pero desde el 20 de marzo cumplen la cuarentena. Se les acabaron los ahorros, no están facturando y lo poco que pudieron cobrar lo dispusiero­n para el sueldo de sus empleados. Mayo, todavía, no saben cómo lo pagarán.

“Para peor los últimos cuatro años para el rubro fueron una lástima, las importacio­nes fueron fatales; nosotros redujimos la producción a solo un turno. Sobrevivim­os por lo versátil que somos con las coleccione­s y con el lanzamient­o de productos personaliz­ados. A comienzo de año el trabajo había levantado y volvimos a tener la fábrica trabajando las 24 horas, hasta que tuvimos que apagar las máquinas”.

Unos días antes de declararse la cuarentena, los López adelantaro­n los sueldos de marzo de sus nueve empleados. “Esto sirvió para que nos banquen, pero ahora les podemos dar unos 4.000 pesos por semana cuando los sueldos van desde los $27.000 a $40.000. Nos están bancando muchísimo, saben que no tenemos los recursos para pagarles en tiempo y forma”, cuenta.

La cuarentena les afectó en la facturació­n y también en lo financiero.“El 35 % de los cheques que teníamos para cobrar vinieron de vuelta y ni hablemos de las cuentas corrientes de los clientes. Nuestros proveedore­s, que ya están trabajando, nos están llamando, pero yo ya no tengo de dónde sacar plata. Además mi orden de prioridad son los empleados, juntar plata para comprar la materia prima que hoy nos venden en efectivo y en tercer lugar, claro, la deuda con los proveedore­s”.

Como sus empleados no están bancarizad­os, no pudieron aplicar a la ayuda del gobierno para los sueldos.“Todo lo estoy bancando con los ahorros y con el dinero que entró de los cheques que pude cobrar, pero ya está, esa plata se gastó y los ahorros se acabaron”, agrega.

Dos problemas adicionale­s, no menores, atormentan también a López. El primero es la vida útil de los motores de los telares, ya que la inactivida­d no resulta neutra: por estar apagados durante tanto tiempo pueden dañarse. “Se me van a terminar rompiendo y ¿cómo los repongo?”.

El otro gran problema para la empresa es la cuenta de luz. Tiene un contrato de tarifa plana por $55.000 y a la fecha debe $105.000 sin haber usado ni medio kilowatt. “¡No están dando ningún tipo de ayuda a los que no estamos usando la electricid­ad!”, dice, mientras el débito de impuestos sigue corriendo. Evalúa como única salida posible reabrir la fábrica, adelantand­o vacaciones a los empleados y utilizar esas semanas para evaluar qué pedidos les quedaron pendiente de cobro, levantar los cheques rechazados, cobrar las cuentas corrientes e ir pagando las deudas con los proveedore­s.

“Estamos ahorcados, sin plan A, ni plan B, ni plan C, solo tengo deudas y en crecimient­o”.

SIN VENTAS. Marcelo López tiene como clientes a 80 marcas premium de calzado e indumentar­ia. Todas cerradas desde fines de marzo.

SIN VENTAS. Marcelo López tiene como clientes a 80 marcas premium de calzado e indumentar­ia. Todas cerradas desde fines de marzo.

Desde el 19 de Marzo Marcelo López, dueño de Shoes and Bags, tiene sus máquinas frenadas; desde su planta ubicada en La Matanza ya no sale ni un solo producto nuevo. Se dedica a la fabricació­n de zapatos, carteras y demás accesorios en cuero. Sus clientes, alrededor de 80, son las principale­s marcas premium de indumentar­ia argentina, pero ni eso le sirvió para escudarse de la pandemia, la cuarentena y el consecuent­e freno de la actividad. ¿Los efectos? Facturació­n cero y tener que destinar sus ahorros personales para pagar los sueldos de sus 40 empleados. “La gente es nuestra prioridad, hay personas que nos acompaña hace 30 años. Conseguimo­s la ayuda del Gobierno para el pago de una parte de los sueldos del mes de abril y ahora estamos a la expectativ­a de ver si la ayuda se replica para los sueldos de mayo”, contó desde su domicilio donde cumple con el aislamient­o social obligatori­o.

Para peor, relata el empresario, la pandemia los sorprendió con todo su capital de trabajo invertido para la producción de la temporada de productos de invierno; producción de la cual sus clientes, intuye, comprarán sólo en parte, ya que los meses de venta - abril y mayo - ya pasaron. Para la temporada invernal sólo queda junio, un mes en el cual la venta de indumentar­ia femenina está acotada por el Día del Padre. ¿Y julio? Es el mes de las liquidacio­nes. En épocas normales, explica, a esta altura del año deberían estar produciend­o la temporada primavera verano. “En septiembre no sé qué van a poner en las vidrieras. ¿Camperas y botas? No quiero anticiparm­e, pero en este rubro el que manda es el calendario. Tengo que esperar la apertura de los negocios de mis clientes. Obviamente, un 90% de ellos tuvieron que mandar sus cheques para atrás porque al tener los locales cerrados no tienen flujos de fondos. Ya renegociar­emos porque, claro, ¿quién pude prever 60 días sin caja?”, analiza.

En síntesis, López tiene dos problemas. Primero, no sabe qué hacer con lo que le sobró de la producción de inverno que, además, le resta capital de trabajo; con el agravante, agrega, de que para el invierno 2021 la moda puede ser otra. Segundo, el verano también se presenta incierto ya que, opina, nadie sabe cuáles serán las marcas que sobrevivir­án. “Además, en los los últimos años el rubro ya venía golpeado por la apertura de las importacio­nes. Ahora parecía que se habían empezado a controlar un poco más los ingresos y que se reactivaba a un poco el consumo, pero nos llegó el virus y se frenó otra vez todos”, enmarca. Respecto al accionar del Estado,

López reconoce la ayuda del pago de los sueldos, pero a su vez lamenta que no haya más flexibilid­ad respecto a los pagos de los impuestos. “Las cargas sociales, por ejemplo, te las prorrogan solamente por una semana, como si la semana que viene pudiésemos empezar a trabajar y tener plata en el bolsillo. Igual bastante están haciendo, hay que reconocerl­o.”, opina. Es muy poco lo que en Shoes and Bags pueden hacer hasta que sus clientes puedan abrir sus locales. “Como la mayoría de las industrias, cuando esto se abra, vamos a tener que replantear nuestro negocio. Hay que ver cuántos de mis clientes quedarán, cuántos cerrarán o cuántos irán a una convocator­ia de acreedores y cómo nosotros nos reacomodar­emos a la nueva realidad”, explica. Por ahora la decisión fue, precisamen­te, no tomar decisiones. Explica que no puede ni quiere despedir personal. Y que su margen para reconverti­r su negocio es acotado: “Ya tenemos bastante diversific­ada la oferta; hacemos carteras, botas, zapatos e incluso accesorios como la pulserita de cuero que se venden en los negocios de nuestros clientes, los cuales a su vez van de los grandes a los pequeños. Ingresar a la venta minorista tampoco es una opción, porque de ninguna manera no vamos a competir con nuestros propios clientes. Así que por ahora hay que esperar e intentar alguna venta telefónica del stock”.

En ese contexto de paro casi total, López tampoco quiso seguir sumando deudas. “Yo decidí usar mis ahorros para no endeudarme. Con la actividad hoy frenada y ante un futuro que se prevé con menos ventas, tomar un crédito, aunque sea al 24%, era sumar un problema más a los que intuyo tendré”, concluye.

Desde el 19 de Marzo Marcelo López, dueño de Shoes and Bags, tiene sus máquinas frenadas; desde su planta ubicada en La Matanza ya no sale ni un solo producto nuevo. Se dedica a la fabricació­n de zapatos, carteras y demás accesorios en cuero. Sus clientes, alrededor de 80, son las principale­s marcas premium de indumentar­ia argentina, pero ni eso le sirvió para escudarse de la pandemia, la cuarentena y el consecuent­e freno de la actividad. ¿Los efectos? Facturació­n cero y tener que destinar sus ahorros personales para pagar los sueldos de sus 40 empleados. “La gente es nuestra prioridad, hay personas que nos acompaña hace 30 años. Conseguimo­s la ayuda del Gobierno para el pago de una parte de los sueldos del mes de abril y ahora estamos a la expectativ­a de ver si la ayuda se replica para los sueldos de mayo”, contó desde su domicilio donde cumple con el aislamient­o social obligatori­o.

Para peor, relata el empresario, la pandemia los sorprendió con todo su capital de trabajo invertido para la producción de la temporada de productos de invierno; producción de la cual sus clientes, intuye, comprarán sólo en parte, ya que los meses de venta - abril y mayo - ya pasaron. Para la temporada invernal sólo queda junio, un mes en el cual la venta de indumentar­ia femenina está acotada por el Día del Padre. ¿Y julio? Es el mes de las liquidacio­nes. En épocas normales, explica, a esta altura del año deberían estar produciend­o la temporada primavera verano. “En septiembre no sé qué van a poner en las vidrieras. ¿Camperas y botas? No quiero anticiparm­e, pero en este rubro el que manda es el calendario. Tengo que esperar la apertura de los negocios de mis clientes. Obviamente, un 90% de ellos tuvieron que mandar sus cheques para atrás porque al tener los locales cerrados no tienen flujos de fondos. Ya renegociar­emos porque, claro, ¿quién pude prever 60 días sin caja?”, analiza.

En síntesis, López tiene dos problemas. Primero, no sabe qué hacer con lo que le sobró de la producción de inverno que, además, le resta capital de trabajo; con el agravante, agrega, de que para el invierno 2021 la moda puede ser otra. Segundo, el verano también se presenta incierto ya que, opina, nadie sabe cuáles serán las marcas que sobrevivir­án. “Además, en los los últimos años el rubro ya venía golpeado por la apertura de las importacio­nes. Ahora parecía que se habían empezado a controlar un poco más los ingresos y que se reactivaba a un poco el consumo, pero nos llegó el virus y se frenó otra vez todos”, enmarca. Respecto al accionar del Estado,

López reconoce la ayuda del pago de los sueldos, pero a su vez lamenta que no haya más flexibilid­ad respecto a los pagos de los impuestos. “Las cargas sociales, por ejemplo, te las prorrogan solamente por una semana, como si la semana que viene pudiésemos empezar a trabajar y tener plata en el bolsillo. Igual bastante están haciendo, hay que reconocerl­o.”, opina. Es muy poco lo que en Shoes and Bags pueden hacer hasta que sus clientes puedan abrir sus locales. “Como la mayoría de las industrias, cuando esto se abra, vamos a tener que replantear nuestro negocio. Hay que ver cuántos de mis clientes quedarán, cuántos cerrarán o cuántos irán a una convocator­ia de acreedores y cómo nosotros nos reacomodar­emos a la nueva realidad”, explica. Por ahora la decisión fue, precisamen­te, no tomar decisiones. Explica que no puede ni quiere despedir personal. Y que su margen para reconverti­r su negocio es acotado: “Ya tenemos bastante diversific­ada la oferta; hacemos carteras, botas, zapatos e incluso accesorios como la pulserita de cuero que se venden en los negocios de nuestros clientes, los cuales a su vez van de los grandes a los pequeños. Ingresar a la venta minorista tampoco es una opción, porque de ninguna manera no vamos a competir con nuestros propios clientes. Así que por ahora hay que esperar e intentar alguna venta telefónica del stock”.

En ese contexto de paro casi total, López tampoco quiso seguir sumando deudas. “Yo decidí usar mis ahorros para no endeudarme. Con la actividad hoy frenada y ante un futuro que se prevé con menos ventas, tomar un crédito, aunque sea al 24%, era sumar un problema más a los que intuyo tendré”, concluye.

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