TEENTÁTE: TRADICIÓN E INNOVACIÓN
Su eslogan es “con acento cordobés”, porque su fundador lo comenzó en La Falda, pero el emprendimiento familiar y artesanal Teentáte tiene su sede en Glew, Alberto Melo reside con con su familia. Se dedican a elaborar dulces y otros alimentos, basados en aquellas recetas originales que utilizaban los inmigrantes, para darles un sabor totalmente casero.
La fórmula requiere de no poco asesoramiento para poder ser llevada a los hechos, ya que la producción de este emprendimiento abarca varios productos: dulces de frutas, dulces de leche, algunos productos salados como berenjenas en escabeche o patas de aceitunos e incluso licores. Es precisamente en el tema asesoramiento donde Melo acudió al apoyo de la Asociación Civil Tecnológica del Sur. “Compensamos la necesidad de conocimiento tecnológico con equipos especializados que nos brindan su apoyo externo”, dice Melo, quien, aun antes de que se decretara la cuarentena, estaba procurando conseguir que su emprendimiento resultara sustentable. “Que actúe y crezca según las reglas del mercado”, dice que es su objetivo.
Melo plantea que la propuesta de la marca lleva un ADN innovador, basado en el rescate de sabores que remiten a otras generaciones. “Muchísimas personas ni siquiera probaron un dulce de tomate o lo hicieron cuando eran muy pequeñas”, ejemplifica. “Salvo aquellos productos que son de fórmula propia, como el dulce de berenjena con nuez o el dulce de leche blanco, los demás remiten a los sabores que lograban nuestras abuelas”, apunta. “Poner a disposición del público sabores que están en los recuerdos nos convirtió
en un emprendimiento innovador”, asegura luego.
Los productos de Teentáte es que no llevan conservantes ni colorantes artificiales. “Si bien se está generando más conciencia al respecto, todavía es incipiente la búsqueda masiva de productos con estas características por parte del consumidor”, asegura
Melo. “Nosotros apuntamos a que el cliente que pruebe nuestra propuesta tienda a adquirir menos productos industrializados con mayor carga de químicos”, agrega.
La cuarentena los encontró tratando de incorporar fuentes de energía renovables en los procesos productivos. “Debimos reinventarnos por completo: armamos nuevos canales de comercialización, revisamos los productos (y pensamos lanzar nuevos), analizamos los costos, consideramos clientes que no habían estado en nuestra órbita”, enumera Melo.
Los planes de crecimiento de este emprendimiento apuntan en todas las direcciones: desde la ampliación de la cocina –un hecho no menor, considerando que el primer ámbito laboral de la empresa fue una cocina hogareña– hasta la investigación de nuevos mecanismos que permitan optimizar el trabajo.
“Estamos mejorando nuestros procesos de forma tal de crecer en volumen sin que nuestros productos pierdan la cualidad de ‘caseros’”, detalla Melo. “Nos sorprendimos al descubrir que nuestros productos son innovadores en nuestra región, incluso en ciudades importantes de esta zona como San Vicente, Cañuelas o Coronel Brandsen, y hasta en el corredor de la Ruta 9, en la zona de San Pedro, donde mucha gente nos aseguró que no tenían esta combinación de buena elaboración con cualidad casera”, apunta.
Patricia Soto y Juan Sebastián Fabi fundaron Geo Bioseguridad en 2016 en Adrogué, el tradicional vecindario que funciona como cabecera de Almirante Brown. Se trata de una compañía especializada en la fabricación de arcos de desinfección: Soto, de profesión veterinaria, había trabajado diez años en producción animal, durante los cuales corroboró que en la zona sur del Conurbano había una demanda latente para productos de desinfección industrial para vehículos. La premisa de su emprendimiento, dice, fue fabricar arcos de desinfección y fitosanitarios automáticos, fáciles de instalar y de estructura robusta.
“Armamos el primer prototipo, realizamos los ensayos en el INTA y los resultados demostraron que el sistema disminuye significativamente la carga de microorganismos”, cuenta Soto.
Con la tranquilidad del aval oficial, se presentaron en la exposición Fericerdo 2017, en Marcos Juárez, provincia de Buenos Aires. “La aceptación del público fue inmediata y nos permitió darnos a conocer en el mundo de la producción porcina”.
En octubre de ese año, la solución fue seleccionada por Innovar (Concurso Nacional de Innovaciones) y para diciembre ya se había concretado la primera venta.
En paralelo, se habían puesto en contacto con Sur Emprende, la incubadora de ACTS, lo que les permitió acceder a un fondo semilla en 2018. “Ese préstamo nos permitió ampliar nuestra capacidad productiva y fabricar los equipos de manera autónoma”, detalla Soto. Los límites geográficos comenzaron a desvanecerse: primero fue un viaje a Perú, a mediados de ese año, que culminó con la exportación de ocho equipos. Luego se sumaron representantes en México y Ecuador.
Soto, especialista en bioseguridad, se encarga de validar los procesos de desinfección y de realizar auditorías y capacitaciones en bioseguridad. Fabi, de las áreas de investigación y desarrollo, fabricación y administración.
“Nos dimos cuenta de que si bien en el mercado se habla mucho de bioseguridad, no existen muchos expertos que sepan cómo aplicar estas medidas ni los beneficios que puede traer su implementación”, detalla Soto. “Decidimos reforzar el servicio de consultoría y capacitación en establecimientos agropecuarios”, explica y asegura ser la única compañía en la Argentina que comercializa hoy estos productos y servicios.
La fábrica de Adrogué, de apenas 60 m2 para producción y oficina, está en pleno proceso de reconstrucción y, dice Soto, subutilizada. A esa incertidumbre se suma el contexto de la pandemia.
“En la situación actual, nuestros productos son considerados necesarios, pero aun así tuvimos dificultades para realizar las entregas a tiempo, debido a que la mayoría de nuestros proveedores está en cuarentena”, dice Soto.
Los clientes, indica, se mostraron comprensivos. “Pudimos seguir produciendo y dando trabajo a proveedores y emprendedores independientes”, agrega. De nuevo, la
UVT de la ACTS cumplió un rol de apoyo: “Nos ayudó a mejorar los procesos de comercialización que no habíamos tenido en cuenta para estos tiempos distintos”, agrega Soto.