La salida no será rápida
Las medidas del Gobierno para paliar los efectos económicos de la cuarentena están bien orientadas, pero son insuficientes para amortiguar el impacto de la crisis que sobrevendrá.
Los números que comienzan a aparecer relacionados con las consecuencias de la pandemia del Covid-19 son perturbadores, sin lugar a dudas un cimbronazo, una crisis inédita que ni gobiernos ni empresas hubieran imaginado, ni estaban preparados para afrontar.
No se espera un impacto simétrico en todos los países, ya que en la mayoría entienden que la crisis desatada es una amenaza para la salud pública y actúan en consecuencia. Asimismo, tienden a moderar el colapso económico dotando de liquidez a empresas y a trabajadores, algunos con mejores resultados que otros, sin dimensionar con certeza la recesión que se avecina como desencadenante obligatorio. En nuestro país, el Gobierno decretó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio y en ese marco implementó una serie de medidas para reducir el impacto económico negativo para las pymes y sus trabajadores como, por ejemplo, el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) que incluye, entre otros, la postergación o reducción de aportes patronales, la asignación compensatoria del salario por parte del Estado. Otras medidas han sido créditos para el pago de sueldos a una tasa del 24%, congelamiento de alquileres y suspensión temporaria del corte de servicios por falta de pago, para enumerar solo algunas.
Si bien todas estas medidas van en la dirección correcta, son insuficientes para paliar la crisis económica actual, agravada por la recesión que se viene arrastrando de meses anteriores.
Frente a la cuarentena instaurada para paliar los efectos del Covid-19, las pymes tienen una gran responsabilidad social al tener que pagar los sueldos de su personal, como así también a sus proveedores.
En este sentido, y a pesar de las medidas adoptadas a nivel nacional, el impacto de la “pandemia económica” se agudiza mucho más en aquellas pymes industriales relacionadas a productos no esenciales, donde la inestabilidad los termina prácticamente “noqueando”.
Evaluar el impacto económico de la crisis en estos momentos dependerá de cuánto se prolongue en el tiempo, y del flujo de caja que posean las empresaspara sostener esta situación.
La recuperación en V (una fuerte y rápida caída de la actividad, seguida de una recuperación similar) parece más un deseo que una probabilidad (excepto que pueda descubrirse la forma de eliminar o contener el virus a corto plazo, para mitigar sus efectos). La pobreza estructural, recesión prolongada y los altos niveles de inflación generaron desigualdades que terminan deteriorando el poder adquisitivo de las familias y son un obstáculo para una rápida recuperación postcuarentena.
Sin duda el mundo no será igual después del Covid-19, habrá que lidiar con el impacto de la retracción económica global, y las pymes deberán adaptarse rápidamente a estos cambios para poder sobrevivir.
Resulta entonces necesario que las autoridades vayan pensando en una agenda post pandemia, para alivianar rápidamente los efectos adversos como el incremento del desempleo potencial que agudice aún más los niveles de pobreza existentes en la actualidad.
Toda crisis genera oportunidades. La pregunta que debemos hacernos es si el país podrá aprovecharlas, y ello dependerá fundamentalmente de la sociedad y nuestra dirigencia.•