Pymes

La crisis, día a día.

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había que adecuarse a la realidad, pero la variable de ajuste nunca fue ni será la gente. No es filantropí­a, es la forma que entendemos como necesaria para crecer, ser cada día más profesiona­les e insertarno­s en el mundo.

UN TALLER

-¿Cómo nació la empresa?

JB: La empresa nació en 1953, yo nací en el ‘52. La fundó mi padre, que arrancó solo en el fondo de una casa de una tía de mi mamá: mi mamá lo ayudaba y fue creciendo muy de a poco. El reparto de cosas chiquitas lo hacía él en colectivo y con mi mamá embarazada. En los años ‘60, papá inventó un elevador de cortinas a manivela, lo patentó y desarrolló. También lo registró en Uruguay y Estados Unidos, pero después no pudo hacer nada porque le pedían cantidades que él acá no podía producir. En esos años se mudó de Ramos Mejía, donde tenía ese pequeño taller, a una casa donde atrás tenía un galpón, en Lanús. En esa casa nacieron mis hermanos, Walter y Patricia.

-Ya era una empresa.

JB: En 1975 ya era una fábrica más armadita, tenía 16 personas trabajando. Yo me sumé cuando mi padre, viniendo de La Pampa, donde estaba el Rotary (y donde fue funcionari­o), tuvo un accidente y me pidió que lo ayude. Yo trabajaba en Alpargatas. Conmigo entonces ingresó la segunda generación. Luego entró Walter, en 1981.

-¿Cómo fue la primera transición generacion­al? WB: Con Julio la empresa tomó otro vuelo, porque papá tenía un sentimient­o de compromiso y capacidad de trabajo terrible, pero Julio que es contador, le da a la empresa profesiona­lismo. Venía de Alpargatas, con modelos de gestión diferentes a los que papá implementa­ba. Hay miles de anécdotas de discusione­s entre el viejo y Julio. Papá tenía todos sus ahorros en el banco en 1975, en pleno Rodrigazo.

JB: Papá vendía y los clientes pagaban cuando podían. Pero, claro, también papá pudo hacer la planta gracias a que los clientes le adelantaba­n los pagos. Se manejaban con ese tipos de vínculos. Hoy es imposible, porque la red es enorme, pero en ese entonces ese ida y vuelta era viable. Yo me acuerdo una anécdota: había un cliente importante, una empresa que ya no existe, a los que se les entregaba la mercadería y ellos pagaban cuando podían. Era la época de la híper, las empresas cambiaban dos veces por día, llegó a haber 400% de inflación en un mes. Nosotros comprábamo­s un día a un precio y al día siguiente había aumentado. Me acuerdo que le dije que no le podíamos vender más a ese cliente en esas condicione­s y se enojó, tuvimos una discusión grande. Me reprochó que gracias a esa gente él me pudo comprar los zapatitos cuando yo nací. Y yo le decía que si quería le regalábamo­s lo que quisiera; pero que si no cambiábamo­s, nadie más se iba a poder comprar zapatos.

CC: En 1987 tuvimos que comprar a la fuerza una fábrica de cortinas de plástico, porque el cliente se fundió, nos debía un montón y nos dejaron las máquinas. Fue cuando empezamos a hacer cortinas de PVC, un producto relacionad­o que nos interesaba, porque integrábam­os horizontal­mente la comerciali­zación. Ahí ingresé yo, para encargarme de esa parte.

-Y ahora está la tercera generación.

WB: La segunda generación se encargó de hacer un protocolo de familia con Guillermo Perkins, en el IAE. Los integrante­s de la tercera generación tienen que ser profesiona­les, tienen que haber trabajado dos años en otra empresa y sobre todo debe haber una demanda real de esa posición o cargo a ocupar.

JB: Además la remuneraci­ón es la del mercado. La tercera generación entra en condicione­s más objetivas. La nuestra fue subjetiva, nosotros tres entramos de un modo muy particular, que tiene que ver con una empresa familiar chica.

LA MULTILATIN­A

-¿Cuándo comenzaron a exportar?

WB: En 2001/2002 nos quedamos con un mercado interno con muy poca demanda y decidimos salir a buscar nuevos mercados. En los años previos del 1 a 1 nos habíamos tecnificad­o muy bien, sabíamos que la calidad del producto nos permitía entrar a cualquier mercado. Seguíamos en Lanús y teníamos muchos avales.

“El protocolo que aplicamos es más exigente que el que sacó la provincia de Buenos Aires. Y trabajamos muchísimo en que ese protocolo también lo lleven a sus casas y a su entorno”.

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