Mirando al Sur.
La ACTS, una asociación civil del partido de Almirante Brown, fomenta el desarrollo tecnológico y el emprendedurismo en esta zona del Conurbano y ahora aporta herramientas para atravesar la cuarentena. Te presentamos cuatro de los casos. por walter duer
Situado en la orilla sudoeste de la “Rotonda de Burzaco” (el cruce entre el Camino de Cintura y la avenida Hipólito Yrigoyen), el parque industrial de Almirante Brown es el más extenso y poblado de fábricas y depósitos de la zona sur del Gran Buenos Aires. En ese contexto geográfico fue que en 2012 nació la Asociación Civil Tecnológica del Sur (ACTS), con el objetivo de poder vincular a poblaciones socialmente vulnerables y pequeños emprendimientos con el resto del tejido industrial. ¿De qué manera? Achicando la brecha tecnológica. “Nuestra idea fue precisamente achicarla entre los jóvenes y las poblaciones vulnerables de Almirante Brown, en el Gran Buenos Aires”, cuenta Héctor Alcar, uno de los ideólogos de la entidad nacida en 2012 para fomentar el desarrollo tecnológico en la región.
Desde 2017, la organización amplió su espectro de acción y abarca tres ejes de trabajo: formación educativa en innovación, incubación de emprendimientos (bajo el nombre Sur Emprende) y el rol como unidad de vinculación tecnológica (UVT) de la Nación. “Asesoramos pymes pequeñas para que incrementen la productividad a través de tecnologías de gestión y estrategias de mejora continua”, señala Alcar. En los últimos dos años la entidad realizó más de 200 capacitaciones que alcanzaron a 3.000 participantes. Además, apadrina la Escuela de Educación Secundaria Técnica N° 1 de Esteban Echeverría. La comunidad de emprendedores alrededor de ACTS cuenta ya con 500 miembros y en el último año se han brindado 1.500 horas de tareas de apoyo.
Entre las propuestas recientes de ACTS se sumaron la presencia en el Plan Provincial de Robótica Educativa, para escuelas primarias de la provincia, y la creación de los programas “Otro enfoque, otras metas”, para fomentar el emprendedurismo en el nivel secundario y “Laboratorio educativo de triple impacto” para que los propios alumnos pensaran soluciones para problemas específicos de la zona. A mediados de 2019 se lanzó a su vez el Programa Three, para pymes familiares pequeñas y micropymes.
“La propuesta (hasta que se dictó la cuarentena) fue que tres expertos, durante tres meses, se dediquen a mejorar tres líneas de acción”,
indica Alcar, y afirma que “por ahora no podemos dar resultado de mediciones concretas, pero sí observamos mejoras de procedimientos tanto en producción como administrativos en las organizaciones participantes”.
La entidad funciona con un cuerpo de voluntarios que incluye profesionales certificados como Expertos Pyme de la Nación y asesores de tecnologías de gestión del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). No se trata de un camino plantado de rosas. “Los obstáculos que encontramos hoy para llevar adelante nuestra tarea son el poco acompañamiento del Estado y la falta de líneas de financiamiento existentes”, dice Alcar. “Almirante Brown cuenta con el parque industrial más grande de la provincia de Buenos Aires, pero no logramos trabajar en conjunto con los gobiernos locales, lo que hace más lento nuestro accionar”.
BARRERAS CULTURALES
Además, como UVT, la entidad provee acceso a un amplio abanico de programas de financiamiento. Sin embargo, cuenta el propio Alcar, se trata en general de créditos bancarios con altas tasas de interés. “Se debería fomentar el acceso a líneas nacionales o provinciales con tasas pequeñas, orientadas fundamentalmente a la compra de maquinarias y a las mejoras de productividad”, señala el experto.
El otro punto clave para trabajar es el cultural: ¿Hasta qué punto las pymes están maduras como para incorporar nuevas tecnologías? “Existe un gran desconocimiento del tipo de mejora continua que se puede conseguir en materia de productividad, por lo que nuestro primer y más costoso trabajo es explicar y convencer a los dueños de estos pequeños emprendimientos que existen mecanismos y programas que, si los llevan adelante durante un tiempo determinado y los convierten en un hábito de producción, aumentan la productividad, reducen los accidentes, mejoran el ámbito laboral e incrementan las ganancias”, dice Alcar. El objetivo: romper la mentalidad cortoplacista del dueño de pyme y llevarlo a este mundo de reconversión que requiere, para funcionar, al menos un mediano plazo.
En marzo, la pandemia “quemó los papeles” de casi todos los emprendedores chicos. “Con una parálisis casi completa de las pymes de características no esenciales, nuestro trabajo se vio afectado: muchas de las empresas que acompañamos detuvieron en gran medida su producción y su desarrollo”, dice Alcar. La UVT lanzó un consultorio online gratuito, capacitaciones también virtuales y hasta lanzó una plataforma digital para que los emprendedores puedan comercializar sus productos.
“Asesoramos pequeños emprendimientos para que incrementen la productividad a través de tecnologías de gestión y de mejora continua.”
indica Alcar, y afirma que “por ahora no podemos dar resultado de mediciones concretas, pero sí observamos mejoras de procedimientos tanto en producción como administrativos en las organizaciones participantes”.
La entidad funciona con un cuerpo de voluntarios que incluye profesionales certificados como Expertos Pyme de la Nación y asesores de tecnologías de gestión del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). No se trata de un camino plantado de rosas. “Los obstáculos que encontramos hoy para llevar adelante nuestra tarea son el poco acompañamiento del Estado y la falta de líneas de financiamiento existentes”, dice Alcar. “Almirante Brown cuenta con el parque industrial más grande de la provincia de Buenos Aires, pero no logramos trabajar en conjunto con los gobiernos locales, lo que hace más lento nuestro accionar”.
BARRERAS CULTURALES
Además, como UVT, la entidad provee acceso a un amplio abanico de programas de financiamiento. Sin embargo, cuenta el propio Alcar, se trata en general de créditos bancarios con altas tasas de interés. “Se debería fomentar el acceso a líneas nacionales o provinciales con tasas pequeñas, orientadas fundamentalmente a la compra de maquinarias y a las mejoras de productividad”, señala el experto.
El otro punto clave para trabajar es el cultural: ¿Hasta qué punto las pymes están maduras como para incorporar nuevas tecnologías? “Existe un gran desconocimiento del tipo de mejora continua que se puede conseguir en materia de productividad, por lo que nuestro primer y más costoso trabajo es explicar y convencer a los dueños de estos pequeños emprendimientos que existen mecanismos y programas que, si los llevan adelante durante un tiempo determinado y los convierten en un hábito de producción, aumentan la productividad, reducen los accidentes, mejoran el ámbito laboral e incrementan las ganancias”, dice Alcar. El objetivo: romper la mentalidad cortoplacista del dueño de pyme y llevarlo a este mundo de reconversión que requiere, para funcionar, al menos un mediano plazo.
En marzo, la pandemia “quemó los papeles” de casi todos los emprendedores chicos. “Con una parálisis casi completa de las pymes de características no esenciales, nuestro trabajo se vio afectado: muchas de las empresas que acompañamos detuvieron en gran medida su producción y su desarrollo”, dice Alcar. La UVT lanzó un consultorio online gratuito, capacitaciones también virtuales y hasta lanzó una plataforma digital para que los emprendedores puedan comercializar sus productos.
“Asesoramos pequeños emprendimientos para que incrementen la productividad a través de tecnologías de gestión y de mejora continua.”