Pymes

Las librerías se reinventan.

Los templos de libros quedaron vedados por la cuarentena, pero sus dueños buscan la forma de seguir vendiendo, con las redes sociales y el delivery. Por Natalia foletti

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El sector editorial fue uno los rubros que más se vio afectado durante los días de cuarentena. Acostumbra­dos a poder recibir al público, muchas de las librerías tuvieron que buscar la forma de seguir llegando a los lectores, aún a puertas cerradas. Y si bien ya son muchas las ciudades donde las librerías están autorizada­s para atender al público, lo que cambió esencialme­nte es la experienci­a de este tipo de negocio.

Ahora no sólo hay menos público, sino que se modificó de raíz la propuesta de fondo: el local de una librería dejó de ser un espacio para recorrer en silencio, con tiempo, hojeando en los distintos estantes. En estos días la librería es como cualquier comercio, con un mostrador de por medio (a menudo, con tablones improvisad­os a pocos pasos de la entrada), y sin la posibilida­d de recorrer el local. En el informe “El sector del libro frente a la cuarentena”, producido por los investigad­ores Alejandro Dujovne y Heber Ostroviesk­y, se refleja que los dueños de las librerías, si bien valoraron de manera positiva las medidas de aplicación general de la cuarentena (65%), también

afirmaron que gran parte de su negocio se vio afectado por la cancelació­n de la Feria del Libro, una cita anual esperada tanto por las editoriale­s como por los libreros.

Frente a este panorama, los libreros buscaron alternativ­as para no paralizar su actividad, con el delivery como recurso para dinamizar las ventas.

NATIVO DIGITAL

“Nosotros siempre trabajamos de manera online”, cuenta Luciano Altman, dueño de Lu Reads, una librería que comerciali­za libros de autores argentinos contemporá­neos y rarezas. Altman comenzó su proyecto hace cuatro años, y cuenta que siempre se manejó con la venta por medio del soporte digital, llegando a vender más de 200 ejemplares por mes.

“La cuarentena no nos agarró despreveni­dos, ya que nuestro negocio es sin local a la calle. De todas maneras, en las primeras semanas nos afectó en que nos quedamos sin un punto de entrega, es decir, darle al cliente la opción de acercarse a retirar el pedido dentro de Capital Federal, y nos tuvimos que manejar con envío”. Altman, cuyo negocio es “nativo digital”, señala que de todas maneras el público suele pagar el plus por el envío, aun cuando a veces ese costo termina duplicando el precio final. “Hoy nos

manejamos con Instagram para difundir a los autores nuevos. Los mismos usuarios van difundiend­o el libro”.

Lu Reads nació desde una búsqueda propia, cuenta Altman, después de trabajar varios años en la editorial El Limonero. “Incluso viviendo en Capital me costaba conseguir algunos libros, y quería un lugar que los tuviera todos. Los libros que buscaba eran de editoriale­s independie­ntes, fuera del circuito de las grandes cadenas, y entendí que había un público que estaba buscando lo mismo que yo. Empecé con diez editoriale­s, con un catálogo chico y me fui ampliando, hoy trabajo con 150 editoriale­s.

Al principio es difícil porque hay que salir a comprar en firme”. Agrega que empezó con 100 libros de un catálogo curado por él mismo y que en la actualidad tienen más de 3.500 títulos.

“Le dedicamos bastante tiempo para no subir cualquier cosa. Las redes sociales juegan un rol muy importante. El material masivo, paradójica­mente, cuesta mucho conseguir. Cuando pasó lo del libro de Cristina, lo tenían las grandes cadenas, y yo no lo podía conseguir, a las librerías chicas no nos dan materiales. Nuestro fuerte es ir armando un público que nos tengan confianza, tenemos que apostar por el newsletter, Instagram y el contacto cotidiano”.

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 ??  ?? “Con la cuarentena estuvimos más de un mes sin trabajar, encima nos agarró a mitad de marzo, que es un mes muy importante para las librerías”.
MOMO. Margarita Rodríguez Acero, dueña de esta librería del barrio de Núñez,, se encarga de manera personal de varios pedidos a domicilio.
“Con la cuarentena estuvimos más de un mes sin trabajar, encima nos agarró a mitad de marzo, que es un mes muy importante para las librerías”. MOMO. Margarita Rodríguez Acero, dueña de esta librería del barrio de Núñez,, se encarga de manera personal de varios pedidos a domicilio.
 ??  ?? “Trabajamos para que todos los pedidos se canalicen por medio de la tienda online. También implementa­mos la venta futura”.
BREZAL. Matías Zoja está desde 2016 al frente de este espacio de Barrio Norte, en la galería Patio del Liceo, donde antes estaba Zorro Rojo.
“Trabajamos para que todos los pedidos se canalicen por medio de la tienda online. También implementa­mos la venta futura”. BREZAL. Matías Zoja está desde 2016 al frente de este espacio de Barrio Norte, en la galería Patio del Liceo, donde antes estaba Zorro Rojo.
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 ??  ?? “Tuvimos que armar la tienda virtual en tiempo récord. Empezamos a subir tapa por tapa, armando todo desde casa en un fin de semana”.
LIBRO DE ORO. En pleno centro de San Miguel de Tucumán, Natalia Viola tiene su local, cerca del que su tatarabuel­o había abierto un siglo atrás.
“Tuvimos que armar la tienda virtual en tiempo récord. Empezamos a subir tapa por tapa, armando todo desde casa en un fin de semana”. LIBRO DE ORO. En pleno centro de San Miguel de Tucumán, Natalia Viola tiene su local, cerca del que su tatarabuel­o había abierto un siglo atrás.

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