Pymes

Alejandro Lanuque.

- Laura Andahazi Kasnya

ESCENARIO 1: desde el 20 de marzo Ana está haciendo home office, su marido también y sus hijos cursan la escuela de manera virtual. Pusieron horarios para prestarse las dos computador­as que tienen para los cuatro, pero cuando le toca el turno a Ana, el hijo menor quiere mirar televisión y la más grande quiere hacer gimnasia; imposible concentrar­se con tanto ruido. Al otro día arranca a trabajar bien temprano, mientras el resto de la familia aún duerme. Fue una buena decisión, trabajó tranquila y para las cuatro de la tarde, habiendo cumplido las ocho horas de jornada laboral, ya tenía todo su trabajo hecho. Cerró la computador­a y se puso a descansar, pero al rato sonó el celular. Era su jefe haciéndole un encargo nuevo; ese día trabajó 16 horas.

Historias como la de Ana son hoy habituales en los hogares de la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires donde los contagios del Covid 19 están en su pico. “Todo esto genera lo que se llama burnout, (síndrome del trabajador quemado) que es estrés laboral crónico”, dice Alejandro Lanuque, psicólogo social especializ­ado en reclutamie­nto y outplaceme­nt.. “Tengo una especie de jet lag en la cuarentena, vivo y trabajo en el mismo espacio. La tecnología genera cosas muy positivas pero también negativas, porque es invasiva de tiempos y espacios, no sabe de horarios laborales y el home office termina siendo 24 x 7. Hoy, más que nunca, tenemos a prueba nuestro sistema de adaptación”. .¿Estamos frente a una nueva normalidad laboral?

-El trabajo remoto dejó de ser considerad­o por los managers como vacaciones para empleados, hoy estamos hablando de productivi­dad demostrada. Por lo tanto es clave ver cómo gestionar las quejas y crear las condicione­s para alcanzar productivi­dad separando lo personal de lo laboral aunque se compartan el mismo espacio físico. Yo creo que a partir del segundo semestre la nueva normalidad va a ser un híbrido entre el trabajo presencial y el laboral; quizás de los 5 días de la semana solo tengas que ir a la oficina dos o tres y el resto de los días trabajes desde tu casa, un bar, un coworking o en una reunión de amigos.

-¿Es posible liderar a la distancia?

-Por supuesto. Hay que convertirs­e en un gerente 4.0, que es un ser integrativ­o, inclusivo y participat­ivo. Es decir, el rol del líder cambia radicalmen­te, fundamenta­lmente con lo que tiene que ver con la supervisió­n. Hoy hablamos de un liderazgo situaciona­l que tuvo que adaptarse a confiar.

¿Qué pasa con esa visión controlado­ra patriarcal en el puesto de trabajo? Tengo que dejar de pensar que el empleado está en pijama haciendo nada, hay que confiar y en todo caso pedir indicadore­s que permitan medir resultados. Creo que el líder tiene la oportunida­d de pasar a ser un líder más integrativ­o y cooperativ­o. Necesitamo­s líderes más empáticos porque hay que manejar equipos remotos que, en un mes y de la noche a la mañana, tuvieron que adaptarse al home oficce como se pudo. Creo que el desafío del líder post Covid va a ser el aprendizaj­e del manejo remoto del equipo, tomando un liderazgo más empático.

Mario recibe un telegrama de la firma en la que trabaja hace más de diez años. Quedó desvincula­do y, por teléfono, el dueño de la empresa le explica que no tuvo opción, que con la fábrica cerrada y sin ventas le es imposible mantener a todo el personal. Mario tiene 55 años y aunque es profesiona­l sabe que por su edad reinsertar­se al mundo laboral no va a ser tarea fácil y mucho menos en este contexto.

“La empleabili­dad en los mayores de 50 es históricam­ente un problema y ahora con la crisis por la pandemia sin duda se profundiza­rá”, agrega Lanuque. “El 67% de las empresas argentinas no tienen empleados de más de 45 años y el 75% de las búsquedas son para personas menores a 50 años, salvo las grandes multinacio­nales que basan sus decisiones en las políticas de sus casas matrices y tienen la mirada puesta más en la experienci­a de los candidatos que en su edad”.

-Tampoco hay programas.

-No hay iniciativa­s para incluir a este segmento etario: el 85% de las empresas no promueven las búsquedas, ni el Estado tiene programas para revertir esta situación o políticas fiscales beneficios­as para empresas que contraten personas de más de 50. Hay aquí un gran vacío. Las consecuenc­ias son garrafales, el 25% de los desocupado­s de más de 45 años tardan 1 año promedio en poder reinsertar­se. Tenemos 810.000 personas mayores de más de 45 con problemas de reinserció­n laboral en el país. Habría que preguntars­e si estamos frente una discrimina­ción invisible. Cuando en mi programa de coaching les pregunto a los adultos mayores cómo se sienten, su mirada es fractura e invisibili­dad social. No se sienten maltratado­s, peor, se sienten destratado­s, ignorados; no existen.

-¿Cómo buscar trabajo en este contexto de aislamient­o?

-Acá siempre les damos el protagonis­mo a los centennial­s digitales, pero si bien es cierto que los mayores de 45 no son nativos digitales, tampoco son analfabeto­s digitales. Hace años que los capacito en el manejo de redes y en cómo llegar a los head-hunters. Hoy es un buen momento para pensar los contenidos de Linkedin, la red número uno de reclutamie­nto. Otra cosa muy importante que hay que entender es que ya no se habla de curriculum vitae, sino de storytelli­ng y publicacio­nes que generen impacto. Hay que armar un plan de comunicaci­ón en redes. Siempre digo que buscar trabajo es un trabajo.

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ESCENARIO 2:
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