Pymes

Una bandeja que llegó para reactivar el negocio familiar

La faábrica santafesin­a de productos autopartis­tas y de seguridad industrial había tenido que paralizar sus actividade­s de un día para otro. Hasta que al más joven de sus integrante­s se le ocurrió una idea.

-

“Este nuevo producto implicó el 20 % de la facturació­n de mayo, junio y julio, ayudó a reabrir la fábrica y a ocupar nuevamente a los operarios”. Alejandra Zogbi

Luciano Copello (20), santafesin­o, estudia medicina y trabaja en el área comercial de Plastilit, la empresa que fundaron sus abuelos en 1967 y que hoy gerencia su madre, Alejandra Zogbi (ver Pymes 180) . Por iniciativa del joven, la firma, que se especializ­a en la fabricació­n y desarrollo de productos a base de polímeros plásticos para la industria, lanzó una bandeja sanitizant­e para calzado, lista para ser utilizada en las entradas de locales, fábricas, oficinas y domicilios. Puertas adentro, además, sirvió para romper la inercia de la cuarentena.

Las bandejas, explicó Copello a través de un video al jurado del concurso “Emprendedo­r Solidario Covid 19”, no solo son un aporte para la prevención del Coronaviru­s. Además, les permitió reactivar la empresa, que había estado prácticame­nte parada entre marzo y mayo, cuando lanzaron las bandejas. Cuando fue decretada la cuarentena, en Plastilit estaban abocados a la producción de guantes de seguridad, para la temporada alta de ventas. Y como no se trataba de una actividad esencial, debieron frenar de golpe.

“El impacto fue fuertement­e negativo, nuestra ventas quedaron estancadas al quedar la empresa sin producción y en consecuenc­ia sin comerciali­zación”, explica Alejandra Zogbi. Ella y su hijo,

cuenta, entendiero­n que debían reconverti­r aquellas áreas de la empresa donde, por la caída de la actividad, había quedo personal ocioso.

“Con la caída del sector automotor, por ejemplo, no había prácticame­nte demanda de los cubre alfombra”, dice la empresaria. De modo que aprovechar­on las herramient­as y los recursos disponible­s para comenzar a producir bandejas sanitizant­es. “Este nuevo producto implicó el 20 % de la facturació­n de mayo, junio y julio y, por supuesto ayudó a reabrir la fábrica y a ocupar nuevamente a los operarios”, remarca Zogbi.

Las bandejas son de PVC inerte, un material que, según explica Zogbi, es muy resistente a los agentes químicos, es antidesliz­ante y reciclable.

“Las lanzamos al mercado a mediados de mayo con una fuerte difusión en redes sociales, lo que nos posibilitó ganar rápidament­e mercado. Todo se dio muy rápido porque supimos aprovechar el conocimien­to que teníamos del material con el que están hechas las bandejas, de modo que no hubo necesidad de hacer pruebas de validación”, remarca.

Las ventas se realizan directo de fábrica o a través de la red de distribuid­ores que la empresa tiene a lo largo de todo el país. Se venden solas o en un “kit de prevención” con un par de guantes, una paño, 2 barbijos y 250 gramos de alcohol en gel; el valor arranca de los $2.000 y al cierre de esta edición, llevaban vendidas 500 unidades.

Arg Glass, una empresa especializ­ada en la fabricació­n de aberturas de aluminio y PVC de Ramos Mejía, estuvo cerrada durante 75 días a raíz de la cuarentena y durante dos meses no pudieron facturar. En ese contexto desolador, en una empresa donde había que pagar además sueldos y cargas sociales de ocho empleados, un día a mediados de mayo Mauro Cantarella llegó a la fábrica y se puso a armar, solo, una mampara sanitaria, con la cual la empresa se reactivó.

El nuevo producto no surgió de la nada, sino a como respuesta a la consulta de un cliente. Cantarella, apoderado e hijo de uno de los fundadores, utilizó materiales que tenía en stock. Cuenta que una vez que el producto quedó terminado, el resto fue cuestión de días: por la propia necesidad de sus clientes - fundamenta­lmente empresas de seguros, inmobiliar­ias e institucio­nes médicas – de adaptarse a los protocolos la demanda no se hizo esperar. Una vez que consiguier­on la habilitaci­ón del municipio, retomaron la producción. Al cierre de esta edición, ya había vendido un centenar de unidades.

Cantarella dice que económicam­ente no hizo gran diferencia. “Pero nos permitió retomar en parte la actividad y volver al contacto con los clientes, además de brindar un servicio que colabora para hacer frente a la pandemia”.

El precio de las mamparas arranca en los $4.000 y, según explica el empresario, no precisan ser amuradas, lo cual facilita su instalació­n y limpieza. Se trata de estructura­s de aluminio con vidrio laminado de seguridad, con espacios pasa objetos, pensadas para escritorio­s y mostradore­s para atención al público.

La empresa, fundada hace 18 años por Horacio Cantarella y Claudio Motta, comenzó como una vidriería que con el tiempo pasó a ser una fabricante de aberturas. Si bien concentra sus ventas en la Capital y Gran Buenos Aires, con las mamparas sanitarias concretaro­n envíos desde la Costa Atlántica hasta Bariloche.

 ??  ?? EN BANDEJA. Copello, estudiante de medicina y tercera generación de la fábrica Plastilit, tuvo la idea de producir este accesorio con material que tenían en stock.
EN BANDEJA. Copello, estudiante de medicina y tercera generación de la fábrica Plastilit, tuvo la idea de producir este accesorio con material que tenían en stock.
 ??  ??
 ??  ?? NUEVO NEGOCIO Mauro Cantarella con las mamparas que él diseñó. Además de sus distribuid­ores de siempre, se las piden desde todo el país.
NUEVO NEGOCIO Mauro Cantarella con las mamparas que él diseñó. Además de sus distribuid­ores de siempre, se las piden desde todo el país.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina