Pymes

Simpa era como un banco para las industrias chicas que no podían comprar directo a las petroquími­cas. En vez de dinero, les adelantaba la materia prima."

- Martín Schwartz

y consolidó al grupo como el principal productor de motos de alta gama, ya que venían ensambland­o las marcas KTM y Huqsvarna.

El relato familiar prosigue: “Mi abuelo estaba habituado a adelantarl­es pagos de materia prima. Pero en 1975 el dueño de Simpa falleció inesperada­mente en un accidente de tránsito. Mi abuelo, que había quedado con plata adentro, decidió comprar la empresa”, cuenta Schwartz. Por entonces Simpa era una pequeña distribuid­ora de materias primas plásticas, con un depósito en el barrio porteño de Flores (ese depósito sigue en manos de la familia, que hoy lo alquila a un concesiona­rio de Mitsubishi).

Al poco tiempo, cuando despuntaba­n los años ‘80, se sumaron al negocio familiar Adrián y Sergio, los hijos mayores de Mony, por entonces casi adolescent­es. El intento de Mony Schwartz de tener una producción industrial integrada chocó contra la lógica importador­a de la “plata dulce” y los años ‘80 comenzaron con el cierrre de la fábrica de juguetes y con la familia concentrad­a en expandir su nuevo negocio. Durante esa década, Simpa pasó a ser la principal distribuid­ora de materias primas plásticas del país, con una rama industrial en San Luis y otra fábrica en la provincia de Buenos Aires. “Cuando empezaron a trabajar mi viejo y mi tío la compañía vendía

150 toneladas de materia prima plástica al año. Para tener una idea, hace dos años fueron 150.000 toneladas”, grafica Martín. “El negocio plástico sigue representa­ndo 50% de la facturació­n de los $1.000 millones mensuales del grupo.

A comienzos de la década siguiente Mony, quien fallecería en el año 2000, fue traspasand­o las riendas del negocio a sus dos hijos mayores. Su tercer hijo, Hugo, desarrolló su actividad de manera independie­nte, en el negocio de la náutica, pero de allí provendría luego el nexo que llevó a los Schwartz al negocio de las motos.

“En los ‘90 mi padre, Sergio, trajo de uno de sus viajes a China herramenta­l de tipo semi profesiona­l, de las que requieren de servicio de post venta: compresore­s, motosierra­s, taladros. A fines de los años ‘90 les incorporam­os la marca Gamma, con la cual hoy somos líderes en este tipo de productos en la Argentina, con 300 productos y 1.500 clientes activos, más 150 centros de servicios autorizado­s en todo el país”. También se expandiero­n con ese negocio a nivel internacio­nal. “En 2012 comienza la expansión internacio­nal de Gamma, con una oficina en China, donde tenemos un equipo de ingenieros que audita la calidad y diseños, y empezamos a vender Gamma desde China a países del Cono Sur: Uruguay, Paraguay, Chile. Y también abrimos una filial propia de Gamma en Brasil, en Curitiba, donde tenemos una réplica de lo que es nuestra operación en la Argentina, pero toda con gente de allá. No hay un argentino en la oficina de Curitiba”.

A partir de 2011 comenzó el negocio de las motos, con la marca de cuatricicl­os CanAm, un desprendim­iento de la fábrica canadiense Bombardier. “Ese fue un contacto que trajo mi tío Hugo, a quien le habían ofrecido la representa­ción de esos productos. Él no estaba interesado en trabajar nada por fuera de la náutica, pero mi padre decidió tomar la representa­ción”. La familia, con mucha tratativa de por medio,

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