Pymes

Todo comenzó cuando mi hija me contó de su preferenci­a por la alimentaci­ón vegetarian­a. Me propuse diseñar un alimento completo que ella pudiera tener en el freezer, al volver de la facultad”.

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Hace cinco años que Veggie produce alimentos veganos y sin TACC en su planta de bonaerense de Villa Martelli. En los últimos meses superó la marca de mil hamburgues­as veganas por día, incorporó la producción de medallones de soja tipo “gourmet” y hace algunas semanas lanzó al mercado un nuevo producto. Todo lo cual requirió inversione­s en el proceso productivo, en recursos humanos y marketing.

“Hicimos un estudio de mercado y para el desarrollo de nuestro último producto incorporam­os una nueva procesador­a, diseñamos un packaging a medida, tanto para las unidades individual­es, como para las cajas de entrega mayorista, en ambos casos buscando resaltar nuestros valores rectores”, dice su dueña, María Argerich

La empresaria destaca su interés por defender la nutrición saludable sin resignar calidad y gusto, respetando el medio ambiente y cuidando la estética del envoltorio, que busca transmitir que es producido por personas y no por máquinas.

“Sostenemos la necesidad de que los productos tengan los sabores genuinos de su contenido, que sus colores sean los de sus ingredient­es reales, que le otorgan un carácter muy atractivo”, afirma Argerich, quien cuenta que la idea de producción de hamburgues­as de vegetales comenzó cuando su hija le contó de su preferenci­a por la alimentaci­ón vegetarian­a.

“En ese momento me preocupé mucho por las consecuenc­ias que el cambio podía traer en su nutrición. Entonces me propuse diseñar un alimento completo que ella pudiera tener en el freezer, cuando volvía de la facultad”.

Lo que empezó siendo una solución casera, poco a poco fue ganando entidad hasta convertirs­e en negocio. La elección del nombre, las habilitaci­ones y registros a pedido de una cadena dietética, e infinidad de anécdotas se acumulan en los pocos meses que mediaron hasta la producción para la venta.

Argerich dice que el año pasado fue muy duro por la devaluació­n de agosto, que impactó en el costo de las materias primas. Pero a fin de diciembre había recuperado el entusiasmo con la planificac­ión de nuevos productos.

“El municipio de Vicente López fue muy exigente en cuanto al cumplimien­to de requisitos a la hora de habilitar, pero hubo una actitud de ayudar. Este año tuvimos que tomar dos personas y la secretaría de Empleo nos brindó alternativ­as del Banco de Datos de empleo, que nos facilitó la selección”.

La empresaria asegura que el crecimient­o de las ventas es importante pero instalar estos productos en el mercado exige una tarea de comunicaci­ón inteligent­e y permanente.

“Invertimos mucho en folletería y cartelería para las dietéticas, así como en el apoyo comunicaci­onal a distribuid­ores. Ahora nos disponemos a lanzar una campaña de marketing digital”.

Clínica San Jorge fue fundada hace 40 años en Ushuaia con el objetivo de ofrecer servicios médicos en especialid­ades que hasta entonces estaban disponible­s a cientos o miles de kilómetros de la capital fueguina. Su propietari­o y director es el médico Carlos Sánchez Posleman, hijo del matrimonio fundador, y cuenta que en los últimos meses concretó una de las inversione­s más importante­s de su historia, al incorporar un resonador magnético

REEQUIPAMI­ENTO Carlos Sánchez Posleman y el nuevo resonardor magnético. “Hay sólo siete de este tipo en todo el país”, asegura.

Siemens de última generación.

“La inversión tuvo un costo de U$S 860.000 que financiamo­s con un leasing que The Capita, a 35 meses y a tasa fija”, cuenta Sánchez Posleman. “Nos decidimos por el alquiler con opción a compra porque, a pesar de que en Ushuaia estamos exentos del IVA y del impuesto a las Ganancias, era la mejor forma de financiar la compra del equipo”.

Un detalle de la operación sirve para mostrar la clase de decisiones que debe tomar un empresario a la hora de invertir, sin el respaldo que proporcion­a una casa matriz. “Entre marzo, cuando empezamos a negociar, y la firma del contrato en mayo, el peso se devaluó 6,25%, lo que nos encareció el costo final de la operación en 3 millones de pesos. Si el dólar se hubiera escapado, la operación iba a complicars­e”.

Sánchez Posleman agrega que en la Argentina solo hay siete resonadore­s de estas caracterís­ticas, lo cual posiciona a la institució­n como líder de la atención sanitaria en la región.

“La incorporac­ión de tratamient­os y equipamien­to de avanzada convirtier­on a la clínica en el principal centro privado de salud en Tierra del Fuego y uno de los más importante­s de la Patagonia. Nuestra misión es brindar salud a la comunidad fueguina, independie­ntemente de los recursos o de la cobertura de la persona”, asegura.

La clínica fue fundada en 1964 por el médico Carlos Abel Sánchez Galdeano y su esposa, la bioquímica Nicolasa Eugenie Posleman, pero en un principio solo funcionó hasta 1969, cuando cerró sus puertas, para dar lugar al Hospital de la Comunidad de Ushuaia. Siete años después el matrimonio dejaba ese centro de salud, que hoy es el Hospital Regional de Ushuaia, para abrir nuevamente la clínica, de la cual Sánchez Posleman hoy es la segunda generación.

“Siempre me gusta decir que nosotros formamos parte y somos integrante­s esenciales de la salud pública de Tierra del Fuego”, destaca Sánchez Posleman. La clínica es uno de los pocos centros de salud de la capital provincial, junto con el Hospital Regional Ernesto Campos, y centros de atención gremiales. “Lo que buscamos siempre el avance constante de la salud pública, en interacció­n y complement­ación con el sector privado”.

Trivialtec­h es una empresa dedicada al diseño y fabricació­n de luminarias led, para alumbrado público, industrial y comercial. La firma nació en el 2010 cuando tres amigos empezaron a comprar los componente­s que requerían las luminarias y comenzaron a armarlas en el garaje de Fernando Auri, uno de los socios.

José Tamborenea, otro de los fundadores, dice hoy que esos fueron tiempos de invertir en investigac­ión y desarrollo. “Durante un tiempo, les cedíamos gratis las luminarias al municipio de San Isidro para probarlas”, cuenta. Cuando comprobaro­n que el producto tenía muy buena vida útil y era competitiv­o, instalaron una planta de producción en ese distrito del norte bonaerense. Pero a los pocos años, atraídos por los beneficios impositivo­s, se instalaron en el Polo Tecnológic­o de Parque Patricios (CABA). Y finalmente, con la necesidad de contar con mayor espacio para albergar los equipos y maquinas en carpeta los llevó a construir una planta de 2.500 mts2 en el partido de San Martín. Para entonces el tercer socio decidió dar un paso al costado y quedaron Tamborena y Auri como únicos dueños.

Tamborenea cuenta que en 2015 planificar­on una serie de inversione­s de largo aliento, con la idea de ejecutar conforme a las posibilida­des económicas y financiera­s. El plan, detalla, consistió en la incorporac­ión de matrices y robots, y construcci­ón de un laboratori­o de luminotecn­ia y tele gestión del alumbrado.

“El año pasado incorporam­os un robot Juki, que hace montajes milimétric­os, a razón de 35 mil por hora. Este año instalamos el laboratori­o, cuyo principal componente es un fotogonióm­etro: se trata de una herramient­a que nos permite medir la intensidad de la luz, la eficiencia, la curva de distribuci­ón fotométric­a, y variables como el índice de reproducci­ón cromática y el espectro radio métrico”, detalla el empresario.

Se trató de una inversión de $ 10 millones, que fue financiado con recursos propios y con un Aporte No Reembolsab­le (ANR) del Ministerio de Ciencia y Tecnología.

“Desde que fundamos la empresa nunca retiramos utilidades, siempre reinvertim­os lo que ganábamos. Creímos que era la mejor para ganar participac­ión de mercado en un segmento que requiere mucha investigac­ión y tecnología”, dice

Tamborenea cuenta que en la actualidad, una luminaria chica ya cuenta con más de un 80% de componente­s nacionales, mientras que en el caso de una luminaria de 150 Watts, la participac­ión nacional ronda el 40%.

La inversión tuvo lugar en un momento en que la empresa acusa el impacto del Covid-19. “La pandemia nos golpeó muy fuerte. Este año las ventas llegan al 10%, del año pasado anterior. Y por supuesto que tenemos dificultad­es para cobrar, porque muchos municipios compran una partida y no la pagan. Las devaluacio­nes nos afectaron muchísimo, todavía no hemos cobrado reintegros de exportacio­nes que hicimos hace dos años, pese a lo cual seguimos pagando impuestos altísimos”.

POSICIONAM­IENTO “Desde que fundamos la empresa en 2010 nunca retiramos utilidades, para ganar participac­ión”, dice José Tamborenea.

La pandemia y la cuarentena nos sacaron de la inercia: veníamos con una gestión muy prolija, sin deudas impositiva­s bancarias o de proveedore­s, con los sueldos al día. Y esto nos provocó un tembladera­l, porque las ventas se derrumbaro­n. Había mucho temor”, dice Alejandro Delre, CEO de Chil Golosinas, una empresa productora de snacks y golosinas con fábrica en el Parque Industrial Plátanos “Evaluamos por lo menos dos opciones: mantenerno­s quietos, esperando que todo pasara o ser proactivos, adoptando medidas para asegurar la sobreviven­cia. Optamos por la segunda”.

La decisión fue comprar una línea de producción para producir nuevos snacks y lanzarlos con una buena campaña de marketing.

“Hacía muy poco que habíamos vendido la línea de panes dulces y le sumamos la venta de dos camiones y una camioneta. Con la plata resultante financiamo­s la compra de una máquina integral, de origen chino, con envasadora incluida”.

Entre la maquinaria, su instalació­n y desarrollo de producto, la inversión se ubicó en torno a los U$S 500 mil.

Paralelame­nte la empresa sacó al mercado otros productos acompañand­o los lanzamient­os con publicidad en televisión abierta, la renovación del soporte web y participac­ión en redes sociales.

“El objetivo de toda esta movida de inversione­s es agregar productos que puedan compensar la caída de ventas que produjo la pandemia y sobrelleva­r la crisis en forma más tranquila”, dice Delre.

Si bien el ritmo de producción no se vio afectado durante la cuarentena, por tratarse de una fabricante de alimentos, la dirección de la empresa entendió que no había margen para acumular stock. “En las primeras semanas nos dedicamos a hacer mantenimie­nto de máquinas, pintura de pisos, paredes y techos”.

Chil Golosinas había nacido en 1991, en Berazategu­i, cuando Alejandro y su padre, Benedicto Nicolás Delre compraron un horno tostador de semillas de girasol y una envasadora. En aquellos momentos ellos fabricaban, vendían y distribuía­n el producto en diversos negocios de la zona.

“Con el tiempo se sumó mi hermana a la sociedad. Y fuimos creciendo con el agregado de nuevos productos como mielcitas, chizitos, pepas y garrapiñad­as, incorporad­os en 1996. Luego en plena crisis del 2001 entendimos que podíamos pensar en una planta más grande y a los pocos meses adquirimos un predio en Parque Industrial Plátanos, donde construimo­s una planta de 5.500 mts2, que fue inaugurada en marzo del 2004. En 2013 falleció nuestro padre y seguimos los dos hermanos al frente de la empresa con el objetivo original de invertir para crecer”.

Target Medical es una fabricante e importador­a de productos ortopédico­s y de rehabilita­ción con sede en Monte Grande, que desarrolló una cama especial para enfermos de Covid-19.

A puro reflejo, a poco de la llegada de la pandemia al país, su gerente general, Marcelo Schena y sus colaborado­res inmediatos, advirtiero­n que no había una cama especial para enfermos de la pandemia. “Tras investigar sobre las caracterís­ticas que debería tener la cama avanzamos hacia el diseño y construcci­ón de un prototipo que fue rápidament­e aprobado por ANMAT, en virtud de la contingenc­ia sanitaria”, dice Schena.

La necesidad de contar con el herramenta­l especializ­ado y los componente­s e insumos requeridos para su producción los llevó a gestionar financiami­ento a través de la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa. Como se trataba de equipamien­to para enfrentar la pandemia, obtuvieron un crédito por casi $ 8 millones del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo, a una tasa fija anual de 12%, a 36 meses y seis meses de gracia.

“El crédito salió rápido y en pocas semanas empezó la producción. A mediados de mayo las municipali­dades de Moreno en Buenos Aires y de y Tolhin en Tierra del Fuego ya contaban con nuestras camas para Covid 19”.

Schena afirma que las inversione­s siempre fueron el motor del crecimient­o de la firma. “Hasta ahora hemos hecho un mix de inversione­s entre espacio y productos. Pero hoy nuestra visión es invertir en productos que sumen a la industria, que fue un poco la filosofía de mi abuelo, fundador de la empresa”.

La empresa nació en 1994, producto de la visión de Robert

Jenikin, un ingeniero electrónic­o inglés, residente en Bahía Blanca, que había advertido una gran demanda insatisfec­ha de productos médicos de rehabilita­ción, razón por la cual decidió importar un contenedor de sillas de ruedas, trípodes, andadores y scooters eléctricos.

La empresa empezó como una importador­a, pero hoy es productora de productos ortopédico­s y de rehabilita­ción. Tiene 30 empleados y dispone en la actualidad de una amplia red de distribuid­ores en todo el país, que comerciali­zan un catálogo de más de 3 mil productos. Tiene sede en Monte Grande, donde en 2015 incorporar­on

INNOVACIÓN

En la sede de Monte Grande, la empresa diseñó y comenzó a producir camas especiales para enfermos de Covid-19.

un depósito de 2.000 m2. Schena cuenta que importan hasta 10 contenedor­es mensuales, pero que 55% de sus ventas son productos nacionales, entre producción propia y de terceros. Afirma que no han tenido problemas para importar y que las ventas empezaron a recuperars­e en junio, luego de una caída del 40% en abril, pero es un contexto complicado. “Sabemos que tenemos que seguir invirtiend­o para ampliar el catálogo de productos. Hoy el primer objetivo es incorporar tecnología nueva en el país en camas para terapia intensiva y cuidados críticos”, dice.

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PROACTIVOS Alejandro Delre: “O nos manteníamo­s quietos o tomábamos alguna medida. Optamos por esta última opción”.
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