Pymes

Lácteos Luz Azul

LA CADENA COMERCIAL, CON USINA LÁCTEA EN LA CIUDAD DE AZUL, YA TIENE 42 LOCALES, ENTRE PROPIOS Y FRANQUICIA­DOS. LOS ÚLTIMOS SIETE FUERON ABIERTOS EN LOS ÚLTIMOS MESES.

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Lácteos Luz Azul comenzó hace ocho años con una fábrica y un local de venta al público, en el que comerciali­zaban productos lácteos que ellos mismos elaboraban. En menos de una década el emprendimi­ento creció exponencia­lmente y hoy cuentan con 42 locales, entre propios y franquicia­dos.

“En la pandemia se vio algo inesperado. La gente se dedicó a comer en la casa, a elaborar otro tipo de productos. Explotó la venta de dulce de leche, de queso, de manteca. Todos productos que la gente compró más, y como son locales chicos, de cercanía, la gente que ya no iba a los supermerca­dos comenzó a ir al negocio de barrio”, explica Gabriela Benac, socia gerente de la empresa.

Benac comenta que “quizás le fue mal a la gente que tenía restaurant­es o negocios de eventos, y decidieron ir más por el rubro de alimentos. Por eso, abrimos siete sucursales más, que generaron más empleo”.

Por local se tomaron cuatro personas. Y como el flujo de trabajo fue mayor, en la fábrica ubicada en la localidad bonaerense de Azul tuvieron que incorporar personal también. “Tomamos cinco personas más. Realmente estamos muy contentos, porque en plena pandemia cuando todos están cerrando nosotros estábamos abriendo locales”. Enumera la ubicación de siete nuevos locales: Barrio Norte, Congreso, Almagro (CABA), Concepción (Tucumán), Bragado (Buenos Aires), La Rioja y San Juan. Para los los próximos meses tienen planeado abrir en Zárate, Rincón de Mildberg, Pilar, Florencio Varela y Nueve de Julio (Buenos Aires) así como en Cipoletti (Río Negro). “El local de Almagro, en Capital, lo abrimos un día antes que comienzara la cuarentena”, agrega.

La fábrica tiene su propia historia. Comenzó como una cooperativ­a en 1972. “Era una empresa que siempre daba pérdidas. Siempre estuvo manejada por la administra­ción, y en Argentina las cooperativ­as no son un modelo que funcione”, dice Benac, quien se crió en la ciudad vecina de Olavarría, donde su padre tenía una fábrica de quesos.

Een 2012 Benac se asoció con Ismael Bracco, que era un antiguo empleado de la empresa familiar, y compraron la fábrica de Azul, que hoy cuenta con 120 empleados. Afirma que el consejo de administra­ción de la Cooperativ­a Luz le ofreció comprarla: a partir de entonces, luego de 40 años, Cooperativ­a Luz paso a ser Lácteos Azul. Benac computa unas 300 personas, contando las franquicia­s, que hoy trabajan hoy bajo el paraguas de la marca.

“Cuando tenía nueve años mi papá, Guillermo Benac, puso la fábrica de quesos. Dediqué toda mi vida al mismo rubro. Ahora me retiré de la empresa familiar y pude capitaliza­r el aprendizaj­e de toda una vida. Hoy, en Luz Azul trabajo con mi hija, Agustina Aignasse, que es mi mano derecha, trabajamos codo a codo. Y esperamos que pronto se incorpore mi otra hija. Quiero armar equipo con mis hijos. Uno tiene que entender que los hijos no tienen que ser herederos, tienen que ser socios, a los chicos hay que entusiasma­rlos con el proyecto. Uno los tiene que incorporar y enseñar el oficio de empresario, que necesita mucho tiempo y trabajo de lograrse”.

Además de comerciali­zar sus productos, Luz Azul apuesta por hacer alianzas con distintas pymes, como el Frigorífic­o Fox que siempre están sacando productos nuevos, o Tapa Manía. “Luz Azul es como una alianza de pymes, donde todos los productos que se van a encontrar son siempre directos de fábrica. La empresa le factura directamen­te al franquicia­do, y llegamos al público. Vamos de la fábrica directamen­te al consumidor”.

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