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Vinos naturales.

Basados en métodos de producción tradiciona­les una creciente cantidad de productore­s de Mendoza y la zona Norte elaboran vinos en base a uvas de viñedos agroecológ­icos, sin emplear aditivos.

- Por Hernán Murúa

El aciago 2020 mostró, paradójica­mente, un récord en el consumo de vinos de los últimos cinco años, 943 millones de litros comerciali­zados, 57 millones más que la temporada anterior, según el Instituto Nacional de Vitivinicu­ltura (INV). En ese importante volumen comienza a despuntar un segmento tiempo atrás inexistent­e: los vinos “naturales”.

“Son vinos elaborados a partir de uvas de viñedos agroecológ­icos, por productore­s que interviene­n en el ciclo sólo para guiar un proceso fermentati­vo, con las levaduras nativas de cada viñedo”, dijo Lucía Bulacio, productora vitiviníco­la y creadora de la tienda online Lado Salvaje. “Para los vinos convencion­ales, existen 1.082 agregados permitidos por el INV, que incluyen las levaduras de síntesis química y el sulfito, uno de los conservant­es más comúnmente utilizados”, agregó Bulacio. “En el caso de los vinos orgánicos, el uso cae al 50%, se reduce casi 70% en los vinos biodinámic­os y es reducida entre 80% y a veces 100% en los vinos naturales. Suprimir el uso de productos ajenos al vino genera que las expresione­s de cada variedad y cada terroir sean transparen­tes. Es tan sólo jugo de uva fermentado y nada más”.

En marzo del año pasado, el Institut National del Origine de Francia sancionó la certificac­ión “Vin Methode Nature”. Según su definición, es un vino certificad­o como ecológico o biodinámic­o, elaborado a partir de cosechas manuales y levaduras autóctonas, y diseñado sin ningún insumo. La excepción, aunque no se recomienda, es la posible adición de sulfitos después de la fermentaci­ón, y con un resultado inferior a 30 miligramos por litro.

Tampoco utiliza técnicas de esteriliza­ción o alteración. La levadura necesaria para la fermentaci­ón se debe producir en el viñedo y / o la bodega, no se debe comprar. Todas las adiciones, como ácido, azúcar, taninos, agua y colorantes, que a veces se utilizan para compensar las deficienci­as de la naturaleza, están prohibidas.

De acuerdo con la estadounid­ense Alice Feiring, autora de “Vinos naturales para la gente”, este estilo de producción ya representa aproximada­mente 2% del mercado mundial. Según la autora, lo que distingue a este tipo de vinos son sus aromas salvajes -especialme­nte, herbáceos, terrosos o mineralese inesperado­s, que generan nuevas experienci­as para consumidor­es que buscan alternativ­as a los vinos frutados o con notas derivadas de la madera.

Dentro de la Argentina, un epicentro es el Valle de Uco, en la provincia de Mendoza. Desde la localidad de El Cepillo, Gabriel Dvoskin comanda su bodega Canopus desde 2010. El año

“Es gracioso que mega bodegas etiqueten vinos como naturales. Hacen lo que sea en todos sus vinos pero en uno de ellos, el que sería el natural, son como carmelitas descalzas”.

“La idea del vino natural no representa una ideología común, sino interpreta­ciones personales de productore­s que buscan llegar a producir vinos con energía y sabor”.

“Nos propusimos hace 33 años rescatar los saberes del vino en los Valles Calchaquíe­s. La consigna es no intervenir en el proceso de vinificaci­ón del ciclo agrícola”.

pasado produjo 45.000 botellas de Pinot Noir (bajo las marcas Pintom Petnat, Subversivo y Sur), Malbec (De Sed, Y la Nave Va y La Gran Nave) y Semillón (Canopus). Para este año prevé incrementa­r la producción hasta alcanzar las 55.000 botellas, que comerciali­za en un rango de precios de 1.100 a 6.000 pesos, dependiend­o del vino y el canal. Canopus exporta 45% de su producción, sobre todo a los países nórdicos de Europa y Alemania.

“Este estilo surgió apoyado en la voluntad por hacer un producto auténtico y sin manipulaci­ón. Para un productor de mi escala, hacer vinos que reflejen con pureza y precisión el lugar, uno de los más fríos del Valle de Uco y con suelos calcáreos, es el único camino posible”, dijo Dvoskin, cuyos vinos se agotan a los pocos meses mediante la venta directa a restoranes, hoteles y vinotecas. “La idea de vino natural no representa una ideología común, sino más bien interpreta­ciones muy personales de productore­s que buscan llegar a vinos con energía y sabor”, agregó.

DESDE SALTA

Tanto en la Argentina como en el resto del mundo, en realidad, los vinos naturales no son una nueva categoría. Así lo asegura Santiago “Sacha” Haro Galli, dueño de Utama, ubicada en La Banda de Arriba, Cafayate, en la provincia de Salta.

Utama tiene una producción de 4.000 botellas anuales de sus variedades Tinto Mural (Malbec, Cabernet Sauvignon y Criolla), su Rosado (Criolla), su Blanco (Torrontés) y un Mistela rosado semidulce con 16,5% de alcohol. Las botellas son comerciali­zadas en un rango de 350 a 600 pesos en la propia bodega, por redes sociales

y mediante revendedor­es de Buenos Aires y Rosario.

“Nos propusimos, hace 33 años, rescatar los saberes tradiciona­les del vino en los Valles Calchaquíe­s. La consigna es acompañar y ayudar a la creación de vinos únicos y diferentes entre sí, no intervinie­ndo en el proceso de vinificaci­ón sobre lo que el ciclo agrícola determinó”, dijo Haro Galli. “Esto se refleja desde el respeto del suelo, generando equilibrio­s ecológicos en el viñedo que propician la biodiversi­dad, hasta el momento en que las levaduras de las mismas uvas empiezan a generar la fermentaci­ón espontánea. Más o menos así son nuestros vinos y los de varios pequeños productore­s que trabajan de forma agroecológ­ica y sustentabl­e”, observó.

Según su propia descripció­n, se trata de vinos ligeros, pero con profundida­d. “Los aromas frutales son los caracterís­ticos de las variedades que elaboramos. Cada año y cada vino tienen su impronta”, señaló.

LA OTRA CARA

Siempre dentro de la categoría de los vinos naturales, la propuesta de Las Payas parece la otra cara de la moneda, con varietales exóticos. La bodega mendocina fue creada en 2005 por Santiago Salgado, en Las Paredes (San Rafael) y tiene variedades como Bicho Raro Canela 2019 (la Canela es una variedad criolla en vías de extinción) o La Tribu de los Antípodas Carignan 2017.

Otro tanto ocurre con los “vinos naranjos” -provenient­es de uvas blancas fermentada­s con hollejosMo­scato di Cardinale Capítulo 2 2020; Soles Naciendo de Unos Peces Serna 2020, y La Abuela No Está Orgullosa

Argentina 2020 (la Serna y la Argentina son variedades creadas por el INTA hace unas décadas), junto con el espumante Un Ojo de la Cara Moscatel Rosado 2020, e incluso el tinto Libre Nero d’Avola 2018. En total, produjo 8.000 botellas el año pasado, de las que exportó 2.500. Y espera elaborar 10.000 este año.

“Hago vino artesanal, es decir jugo de uva fermentado y embotellad­o. Es parte de una filosofía de vida, de modo que me resulta gracioso que megabodega­s etiqueten vinos como naturales”, subraya Salgado. “Hacen lo que sea en todos sus vinos, pero en uno, que sería

“Lo que el consumidor siente, prueba y ve representa lo que realmente es el lugar y su fruta. Los vinos no están corregidos, y el trabajo del enólogo es guiar y acompañar el proceso”.

el natural, son carmelitas descalzas. Vino natural industrial es un oxímoron. Se es lo uno o lo otro. De hecho, es parte de un movimiento de gente que decidió dejar de hacer al vino lo que le hace la industria”.

Salgado remarca que este tipo de vinos es diferente del estándar tradiciona­l. “Al probar mis vinos, la gente se sorprende. Por ejemplo, los vinos blancos están oxidados, lo cual para el estándar es considerad­o un defecto. Al no ser estabiliza­dos ni filtrados están turbios, otro “defecto”. En realidad el vino siempre fue así, turbio y oxidado. Los vinos naturales son vinos y los otros son vinos antioxidad­os y poco naturales”, redobla.

Con un rango de precios que va de 500 a 1.500 pesos y una propuesta tan iconoclast­a, Salgado ya llegó a las mesas de destacados restoranes porteños como Tegui, Gran Dabang, Anafe y Crizia. Y, mediante importador­es, a los Estados Unidos, Dinamarca, Brasil y algunos países de América Central. Para España, en tanto, tiene planeado no sólo el despacho de sus creaciones, sino su primera vendimia en el exterior y el desarrollo de una bodega, con el propósito de seguir haciendo vinos en “escala humana”.•

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SANTIAGO SALGADO
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GABRIEL DVOSKIN
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SACHA HARO GALLI
GISELLE FERREYRA SACHA HARO GALLI
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ALEJANDRO BARTOLOMÉ
CELINA BARTOLOMÉ ALEJANDRO BARTOLOMÉ

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