Reportaje a Linus Spatz, director de Inmunova.
Este laboratorio privado nació en 2009 con tres científicos que comenzaron a explorar la cura de enfermedades como el Síndrome Urémico Hemolítico. En 2012 ingresó como socio el Grupo Insud. Y en 2020, en sólo diez meses, desarrollaron un suero que puede ser clave en esta segunda ola. Y a la vez, una fuente de ingreso de divisas.
Linus Spatz está solo, en uno de los laboratorios de Inmunova, el emprendimiento que inició en 2009 con dos socios y que en los diez meses transcurridos entre marzo y diciembre de 2020 desarrolló el suero equino.
El suero equino no es una vacuna contra el Covid, pero hasta el momento está verificado que puede resultar eficaz para aquellos pacientes que ya están infectados y cuyo cuadro se está agravando, sin haber llegado todavía a la terapia intensiva. De modo que puede ayudar no sólo a recuperar esos pacientes. También podría servir para ocupar menos de las escasas camas de terapia intensiva que hay en el país.
Para mediados de abril, Inmunova y su asociada BIOL ya habían fabricado suficiente suero como para suministrar administrar a 45.000 pacientes, de los cuales sólo habían sido aplicado en pocos más de 1.200 personas.
Si con el correr del tiempo se verifica que la efectividad del suero es cercana o incluso superior al 50%, se podría hacer el siguiente ejercicio con una calculadora:
Hay 200.000 viales del suero, ya fabricados, que alcanzan para tratar a 45.000 enfermos de Covid que presenten síntomas de dificultad respiratoria.
Con una efectividad de sólo 45%, significa que al menos 20.000 de esos pacientes evitarían la terapia intensiva.
¿Eso es mucho o es poco? Hoy es más que eso, es muchísimo: según datos del ministerio de Salud de julio de 2020, en toda la Argentina hay poco menos de 12.000 camas de terapia intensiva. De modo que el suero, si se aplicara de manera correcta y en la proporción geográfica que corresponde a cada provincia, podría generar un alivio sistémico en la salud pública.
Dice Spatz: “El suero tiene una efectividad comprobada del 45% en los ensayos clínicos, pero creemos que el porcentaje puede ser incluso mayor. Frena el avance del virus y le da tiempo a los pacientes para que puedan desarrollar sus propios anticuerpos. Es importante para ayudar a que sean ocupadas menos camas de terapia intensiva y vamos a exportarlo a toda América Latina”.
La producción del suero equino surgió de una articulación públicoprivada. La fórmula fue desarrollada por Inmunova y es fabricado en el laboratorio BIOL, en Florencio Varela. Fue clave el aporte del Conicet y de tres instituciones donde se hicieron las pruebas: la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud Dr. Carlos G. Malbrán (ANLIS), la Universidad de Córdoba y la Fundación Instituto Leloir (FIL). Otros actores son el laboratorio mAbxience y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Es una orquesta de varios integrantes, cuya dirección está a cargo de Inmunova, el laboratorio que nació como un emprendimiento privado de tres científicos.
PATENTES
Spatz es biólogo, egresado de la facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Tiene 53 años. Hace dos años lucía más relajado, cuando Pymes lo entrevistó como parte de la camada de empresarios que habían iniciado su emprendimiento en el borde de los 40 años. Pero hace ya un año y pico que Spatz, sus socios y su equipo vienen corriendo contra reloj.
Linus (así lo conocen todos aquí) y y sus socios Dan Kaplan y Fernando Goldbaum, científicos del Instituto
Leloir, habían lanzado su propio emprendimiento basado en la biotecnología, para desarrollar tratamientos de enfermedades poco frecuentes, que los laboratorios multinacionales no atienden, como el Síndrome Urémico Hemolítico (SUH).
Diez años más tarde, para agosto de 2019, Inmunova había desarrollado un tratamiento contra el SUH que ya estaba patentado en 25 países y se hallaba en plena etapa de validación.
Ahora, con la pandemia, se volvió un tema habitual hablar de pruebas clínicas, fase III, etc. En el caso del suero contra el SUH, estaba en la fase II y III de experimentación, cuando debió quedar en modo pausa, para dar paso al suero equino.
“Justo antes de la pandemia veníamos trabajando sobre el SUH en 7 hospitales del país, en un ensayo clínico fase II y fase III. Con la pandemia tuvimos que frenar. Y empezamos rápidamente a pensar en hacer un suero similar, un suero equino que deriva de caballos, similar a los sueros antiofidicos que son aplicados en nuestro país”, cuenta Spatz, quien aplica su experiencia como docente en la Facultad de Medicina de la UBA para explicar, de manera sencilla, cuestiones complejas.
“Si en el Norte te pica una yarará, te dan un suero antiveneno. Nosotros ya veníamos trabajando muy bien con esa tecnología en el tratamiento del Síndrome Urémico Hemolítico, teníamos muchos antecedentes de ensayos preclínicos fase uno. Los habíamos presentado ante organismos reguladores de salud como la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA)”.
CAMBIA TODO
Prosigue: “El 9 de marzo del año pasado tuvimos una reunión del la denominada Unidad Covid-19, en el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Éramos muchos científicos del ambiente y cada uno propuso con qué herramientas podía contribuir a la pandemia. Había grupos que hicieron los test y nosotros propusimos hacer el suero hiperinmune contra el Covid. Comenzamos a trabajar, en principio, en pruebas de concepto”.
Lo primero que hicieron fue elegir el “blanco terapéutico”, o antígeno que se iba a usar para inmunizar a los caballos. En este caso fue una parte de la proteína RBD (“receptor binding domain”), una parte fundamental del Coronavirus. “Es lo que usa el virus como mecanismo de entrada, el
“El 9 de marzo del año pasado nos convocaron de la Unidad Covid-19. Nosotros propusimos hacer el suero hiperinmune. Debimos frenar la investigación sobre SUH y desarrollamos el suero”.
RBD se pega a unos receptores de las células, y entra y empieza a multiplicarse. Ese fue el blanco que nosotros elegimos: comenzamos a producir con el laboratorio mAbxience (el mismo que produce el principio activo de la vacuna de Astra Zéneca) la proteína recombinante. Y a partir de aquellos primeros caballos inmunizados, se vio que se lograba obtener gran cantidad de anticuerpos con una muy buena respuesta inmune”. Rápido de reflejos, aclara antes de que le pregunten: “El caballo no sufre nada, es como vacunarlo contra algo”.
Esos sueros fueron testeados en tres centros de investigación: la Fundación Leloir, al Instituto Malbrán y también al Insitituto de Virología José María Vanella, de la Universidad Nacional de Córdoba. “En esos tres lugares se comprobó que ese suero tenía gran capacidad de impedir que el virus entrara a las células, en ensayos in vitro. Ese fue el puntapié inicial para escalar y hacer muchos más sueros para un ensayo clínico que fue diseñado con varios infectologos del país que ya estaban trabajando en Coronavirus hace tiempo. Así fue cómo se armó un ensayo clínico que se hizo en 20 hospitales de distintas provincias, pero principalmente en La Plata, Gran
Buenos Aires y Capital. Ahí tuvimos los primeros resultados, muy alentadores. Los resultados del ensayo clínico fueron presentados a fines de diciembre ante la ANMAT, que le dio una aprobación (para su venta) por 12 meses. Ahora el estudio fue publicado por una revista del grupo The Lancet (ver recuadro)”.
Spatz remarca que el suero mostró que funciona en pacientes que no están en estado terminal. “Lo que se vio fue una tendencia muy favorable en la mejora de pacientes de riesgo medio a elevado. Les evita que lleguen a la etapa de la enfermedad que requiere terapia intensiva o necesidad de asistencia respiratoria mecánica”.
EMPRENDEDORES
La entrevista tiene lugar en una tarde soleada de comienzos de abril en la sede de Inmunova, ubicada dentro del campus de la Universidad de San Martín. Se trata de un edificio tipo pabellón, vidriado y rodeado de verde, donde Inmunova es uno de los inquilinos, junto con otros emprendimientos científicos. En Inmunova trabajan 25 personas de manera directa.
Comenzaron como un “spin off” de la Fundación Instituto Leloir. Spatz es el director ejecutivo y ya venía trabajando con el científico
Dan Kaplan, doctor en Bioquímica del Instituto de Estudios de Ingeniería Genética y Biología Molecular de la UBA. Se vincularon con Jorge Villalonga, integrante y mentor en Endeavor, quien para entonces ya había fundado un club de “inversores ángeles” para emprendimientos
“Nuestro ensayo clínico mostró diferencias significativas en la proporción de pacientes graves a los 14 y 21 días. Nuestro medicamento bajaba las posibilidades de estadios más graves”.
tecnológicos de alto impacto en el IAE de la Universidad Austral. En 2006 se acercaron a Fernando Goldbaum, ingeniero de proteínas del Instituto Leloir y creador de una plataforma, denominada IMC, con el propósito de aplicarla para la industria farmacéutica. Ese fue el origen del emprendimiento.
En 2012, cuando las investigaciones iban avanzando y la necesidad de fondos se incrementaban, ingresó el socio que hoy es clave en el proyecto: el grupo Insud, que encabezan el matrimonio de Silvia Gold y Hugo Sigman.
ENSAYO
¿Cuáles fueron las conclusiones del, hasta el momento, único ensayo clínico de fase III que se hizo con el suero equino?
“Nuestro ensayo clínico fue con
242 pacientes”, explica Spatz. “No alcanzó en algunos casos a ser significativa la diferencia. Pero sí se veía una tendencia muy fuerte y en algunos casos se alcanzaron diferencias significativas como disminución en los días de internación o bien en la necesidad de internación, según las escalas que establece la Organización Mundial de la Salud”. ¿Escalas? “La OMS clasifica a los pacientes en ocho grupos: según la severidad de la enfermedad, los primeros son ambulatorios sin síntomas o con alguna sintomatología y después vienen los pacientes moderados, los pacientes severos y los pacientes críticos. Los pacientes moderados son aquellos que están internados pero sin necesidad de gran flujo de oxígeno. Los severos son los que están internados, con una necesidad mayor de flujo de oxígeno, y los pacientes críticos son aquellos que están en terapia intensiva, con o sin asistencia respiratoria”.
Prosigue: “Lo que se pudo observar con diferencias significativas era la proporción de pacientes graves o no graves que había a los 14 o 21 días. Nuestro medicamento disminuía las chances de estar en estadios más graves. Bajaba la cantidad de gente para pasar a terapia intensiva. Y mostraba una tendencia muy favorable en la baja de la mortalidad”.
El suero equino fue autorizado para la venta por parte de la ANMAT tras ese primer ensayo. ¿Por qué no hubo un segundo ensayo? Spatz plantea que ese tema representó para él, sus socios y el equipo en su totalidad, un dilema de ética que terminaron resolviendo con una solución
“Llevamos más de 1.200 tratamientos y no ha habido ningún efecto adverso severo. Los pacientes deben firmar su consentimiento y se les hace un seguimiento durante 21 días”.
intermedia.
“Tal vez para haber alcanzado un resultado estadísticamente significativo tendríamos que hablar el repetido el ensayo clínico con un número más grande de pacientes. Pero ahí se nos presentó un dilema: si hacíamos un segundo ensayo clínico con 800 personas, significaba que 400 iban a ser tratadas con un placebo e iba a haber una mortalidad muy grande”. -¿Por qué?
-En un ensayo clínico de 800 personas, 400 reciben el mejor tratamiento clínico posible pero no reciben el suero y otras 400, además del mejor tratamiento disponible, reciben el suero. Y tras haber realizado nuestro único ensayo, sabíamos que en los pacientes severos alrededor de 25% son casos mortales. Trasladado a un ensayo sobre 800 pacientes, sifnificaba que unas 100 personas hubieran fallecido.
-Tremendo dilema.
-Fue algo que discutimos con buena parte de la comunidad médica, con algunos bioeticistas e incluso con el ANMAT. Y como conclusión de esas conversaciones surgió la posibilidad de presentar una aprobación en condiciones especiales: se trata de un mecanismo que existe desde 2012 para muchos medicamentos, que exige un programa de monitoreo de eficacia y de seguridad a lo largo de un año. Cada tres meses o seis meses se van presentando ante la ANMAT todos los datos.
Al cabo de un año, esa aprobación que otorgó la ANMAT queda en firme, o no. Eso es lo que hicimos.
-En diciembre, la ANMAT otorgó la aprobación, en “condiciones especiales”.
-Sí. Es una manera de acercar, ante una situación como es la pandemia, con miles de muertos, una herramienta que es segura, ya que fue lo primero que se vio en el ensayo clínico: no hubo ningún efecto adverso en ninguna de las personas que lo recibió. A esta altura (fines de marzo) llevamos más de 1.000 personas tratadas más allá de las
242 del ensayo clínico. Con más de 1.000 personas tratadas, no ha habido ningún efecto adverso severo.
-¿Cómo es la aplicación del suero? -Consiste en dos dosis con 48 horas de separación. Ninguna persona presentó inconvenientes que le impidieran recibir la segunda dosis. De modo que partimos de un medicamento que es muy seguro, cosa que ya sabíamos por nuestra investigación anterior con el Síndrome Urémico Hemolítico.
-¿Cómo es vendido?
-Está siendo comercializado dentro del sistema hospitalario. Todos los pacientes que lo reciben tienen que firmar un consentimiento y se les hace un seguimiento durante 21 días: se registra la historia clínica y se ven los resultados, a ver si se repiten o no los del ensayo clínico. Es un ensayo de fármaco vigilancia de fase IV y así seguirá siendo durante un año, hasta el 22 de diciembre.
PRECIO
Spatz dice que él no participa de las negociaciones ni del precio. Pero hay datos públicos: por ejemplo, en enero, la provincia de Neuquén anunció la compra de 1.000 viales de suero equino por 28 millones de pesos. A
4,5 viales promedio por paciente, el precio que pagó Neuquén es de 126.000 pesos por tratamento.
“Ya hemos producido como para decenas de miles de tratamientos: en este momento hay unos 200.000 viales que están en proceso de llenado. Un tratamiento promedio lleva entre 4 y 5 viales, según el peso del paciente. De modo que ya hay producido un volumen de suero para aproximadamente 45.000 personas. El desarrollo del suero, entre investigación, ensayos clínicos, el pago a los hospitales que participaron y la producción de los 200.000 viales han representado hasta el momento una inversión de 500 millones de pesos. -¿Sólo lo venden en el país?
-Desde que lo aprobó la ANMAT consolidamos primero la situación dentro del país, y ahora estamos conversando con varias agencias regulatorias de la región: México, Panamá, Colombia, Chile, Uruguay, Paraguay, Perú y Ecuador. La idea es exportar el suero en muchos países y ya fue presentado el dossier regulatorio.
Son temas que llevan un poco más de tiempo, incluso en pandemia, porque hay que revisar todos los datos de seguridad. Pero estamos preparados para exportar a los distintos países de la región.
-Van por los 200.000 viales. ¿Hace falta un millón?
-No es necesario usar el suero equino para todo el mundo, es para pacientes infectados que están en un grado de riesgo moderado o severo. No hace falta hacer un millón de dosis. Eligiendo relativamente bien a los pacientes a los que se le suministra, ya es una gran ayuda para ellos y para todo el sistema de salud, para ayudar a no llenar las salas de terapia intensiva. En este momento BIOL tiene una capacidad importante, hoy estamos preparados para duplicar la capacidad de producción, que es de 60.000 viales por mes, de manera rápida. Hasta el momento no hizo falta.
-¿Cómo la reciben los médicos?
Es una tecnología nueva, que está
adoptada.• siendo
“Demostró mejoría estadísticamente significativa en al menos 2 categorías (de la OMS) a los 14 y 21 días”.