Los desafíos del trabajo remoto
Se trata de una modalidad atrapante por lo cómoda y flexible, que presenta desafíos en lo tecnológico y humano. Y hay que estar atentos: puede resultar agobiante si no lo sabemos aprovechar bien.
Hoy en día es común escuchar y leer que el trabajo remoto llegó para quedarse. No es un concepto nuevo, porque desde que la tecnología empezó a intermediar en la comunicación, el trabajo puede hacerse de modo no presencial. Basta pensar en el uso del telégrafo, el teléfono y el correo electrónico para poner algunos ejemplos.
Los cambios culturales suelen producirse de modo gradual. Y lo mismo pasa con la comunicación como fenómeno cultural. Sin embargo, hay acontecimientos que pueden disparar esos cambios culturales provocando modos nuevos de vivir la vida, trabajar, y comunicarse. La pandemia mundial por el Covid 19 fue sin dudas unos de esos grandes disparadores de un cambio cultural. La realidad actual es que alumnos del colegio primario, empleados de organismos estatales, ejecutivos de empresas, madres y padres con hijos en edad escolar, estudiantes universitarios, presidentes de naciones, plomeros, arquitectos y empleados de inmobiliarias, usan el mismo lenguaje. “Nos vemos en Zoom en dos horas”, “por favor prendé la cámara”, “desmuteate”, “si no habla uno cada vez, no se entiende nada”, ya son frases habituales. Cuando el lenguaje se generaliza en los distintos estratos de la sociedad, es señal clara de que el cambio cultural es real y llegó para quedarse.
A continuación, describiré tres características del trabajo remoto (prefiero usar la palabra remoto y no virtual, que me suena a no real). El trabajo remoto es atrapante. Las reuniones son más rápidas, más organizadas, más efectivas. Me divierten los casos de las personas que se paran en una reunión y descuidadamente muestran que debajo de su camisa y corbata, se ve un traje de baño y pantuflas.
Comodidad y flexibilidad hacen atrapante este modo de trabajar.
Pero también es desafiante el trabajo remoto. Los desafíos son básicamente tecnológicos y humanos. La tecnología puede fallar. Pero también hay que saber usar la tecnología. Para conseguir naturalidad y dinamismo, las personas que participan en reuniones remotas tienen que conocer mínimamente las herramientas tecnológicas. Y más importante aun es generar cierta conexión emocional a través de una pantalla. ¿Cómo lograr estar cerca de la gente y el equipo hablando por zoom? Este es el gran desafío.
Finalmente, el trabajo a través de la pantalla es agobiante. Le flexibilidad se convierte en un problema. ¿Reunión por Zoom a las 9 de la noche? Dos horas de reunión digital cansan más que dos horas de reunión presencial.
¿Por qué? La respuesta está en el concepto de información contextual. En cualquier reunión presencial, el contexto para cada uno de nosotros es lo que está fuera: las otras personas, los que pasan caminando, un pájaro volando, el ruido de la oficina de al lado, y tantos factores que pueden distraer nuestra atención. Cuando trabajamos frente a una pantalla, todo el contexto es esa misma pantalla, y es cansador fijar la atención en un solo lugar. Este es un motivo importante del agobio en las reuniones digitales.
En síntesis, es fundamental aprovechar la enorme eficiencia en el trabajo remoto, con reuniones cortas, claras, hablando de a uno, tomando decisiones en forma más rápida. Al mismo tiempo, estar atento a los tiempos de las reuniones, con descansos frecuentes. Y finalmente, pensar en la conexión emocional. El agobio es la cara negativa de la moneda. La cara positiva es la mayor atención al decir, y especialmente la escucha atenta.•