Desarrollo sostenible.
Los gigantes tecnológicos miden su impacto ambiental. Buscan emplear menor cantidad de energía y de recursos limitados para realizar sus procesos. por ALiciA GiorGetti
La cantidad de dispositivos tecnológicos que se fabrica y se vende aumenta exponencialmente cada año. La mayoría de ellos está conectado a Internet. Esto requiere de grandes centros de datos -es decir, la “nube”- adonde hay enormes servidores que consumen cada vez más energía eléctrica.
Esta energía necesaria para fabricar, vender y usar dispositivos tecnológicos deriva, mayoritariamente, de fuentes tradicionales como los combustibles fósiles, que tienen un alto impacto ambiental y son finitos.
El llamado Acuerdo de París de 2015, firmado por 189 países, estableció un marco global sobre cambio climático, con medidas específicas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), entre otras cuestiones, y fijó objetivos concretos para 2030, hasta llegar a cero emisiones en 2050.
Por lo tanto, por propia convicción o por obligación, las empresas comenzaron a estar obligadas a reconvertirse para tener una cadena de negocios (producción, logística y ventas) más limpia.
Si bien la fabricación y uso de tecnología genera un impacto ambiental, es la misma tecnología la que puede ayudar a mitigarlo. Y, en este sentido, tiene un doble rol: disminuir su huella de carbono usando energías y materiales renovables, por un lado, y colaborar para que empresas y usuarios particulares también lo hagan. Se estima que la tecnología será vital para reducir las emisiones mundiales entre
15% y 35% en 2030. De esto se trata la llamada tecnología sostenible.
PARADOJA
Los productos más nuevos son cada vez más inteligentes, están más optimizados en cuanto al consumo de energía y están construidos con menor cantidad de plásticos (o con plásticos recuperados de los océanos) y con materiales renovables como el bambú, por ejemplo.
Pero, al mismo tiempo, la vida útil de los dispositivos electrónicos es cada vez menor.
Esto es lo que se llama obsolescencia programada. Un ejemplo claro lo aportan los smartphones que, en promedio, se cambian cada dos años.
Se estima que actualmente hay más de
5.000 millones de smartphones en el mundo. Según datos de Strategy Analytics, en el primer trimestre de 2021 se vendieron 340 millones a nivel global. Y uno solo genera 55 kg de dióxido de carbono (CO2) durante su producción, ya que la actividad minera de la que surge gran parte de sus componentes se realiza mayoritariamente en China, un país que usa petróleo como principal fuente de energía.
Por su parte, desde 2013 la empresa holandesa Fairphone fabrica smartphones con el mínimo impacto negativo para el ambiente. Y como forma de evitar obsolescencia programada todos los equipos están armados con módulos que se pueden reparar o reemplazar. A fines de 2020 lanzó el Fairphone 3+ que está fabricado con 40% de plásticos reciclados y la principal diferencia con la versión anterior son sus cámaras de 48 y 16 MP. No obstante, quienes tengan la versión 3 pueden adquirir solo el módulo de cámaras y agregárselo a su equipo.
CENTROS DE DATOS
Se estima que la industria de las telecomunicaciones consume aproximadamente el 2% de la energía a nivel global. Y considerando que la cantidad de datos se duplica cada dos años, esta necesidad de energía siempre crecerá. Nuevamente, en este aspecto, hay una paradoja: mientras las telecomunicaciones requieren cada vez más energía, las nuevas tecnologías como el 5G consumen menos que las anteriores.
Según un estudio desarrollado por Telefónica, el 5G es hasta 90% más eficiente que el 4G en cuando a consumo de energía por unidad de tráfico. Esto es así porque las redes 5G son muchísimo más veloces y pueden transmitir muchos más datos por unidad de tiempo.
Por otro lado, se estima que los centros de datos representan el 1% de la demanda mundial
de electricidad a nivel global. Y según lo proyectado, el consumo aumentará entre 3% y 8% en la próxima década.
En este sentido, a principios de este año se creó en Europa en Climate Neutral Data Centre Pact (Pacto por la Neutralidad Climática de los Centros de Datos) cuyo objetivo es alcanzar la neutralidad climática, con cero emisión de gases de efecto invernadero en 2030. La iniciativa está integrada por 42 instituciones: 25 proveedores de servicios de nube y operadores de centros de datos, y 17 asociaciones profesionales.
¿Cómo lo lograrán? Mediante la auto regulación: comprar energía libre de carbono, priorizar la conservación del agua, reciclar el calor y reutilizar y reparar los servidores. Y la Comisión Europea supervisará los progresos dos veces por año.
Por su parte, Google -uno de los principales proveedores de servicios de nube- promete que todos sus centros de datos usarán sólo energías limpias en 2030. La sustitución se hará de forma paulatina. No obstante, ya es posible contratar la nube de la empresa seleccionando la región, según sea el uso energético y la huella de carbono.
EL AÑO 2030
La mayoría de los proveedores de tecnología establecen objetivos de sostenibilidad para el año 2030. Esto no es una casualidad: el Pacto de París estableció que para ese año se deben reducir las emisiones de CO2 en un 45% neto con respecto a los niveles de 2010.
En este sentido, IBM informó que, para 2025, espera reducir en 65% sus emisiones de gases de efecto invernadero y que el 75% de la energía que consuma proceda de fuentes renovables, entre otros objetivos. Además, la empresa impulsa el desarrollo de soluciones para problemas como la huella de carbono de la nube y la absorción de carbono.
Por su parte, Nokia aseguró que reducirá en 50% las emisiones derivadas de productos en uso y de procesos de fabricación antes de 2030. También dijo que trabajará en las emisiones de