Quinar De las redes telefónicas a la IoT industrial
Quinar fue fundada hace casi 30 años, en 1992, para dar servicios de telecomunicaciones e informática a empresas de petróleo y gas. Desde entonces, cuentan sus dueños, ya sabían que enfrentaban tres desafíos: las evoluciones tecnológicas, los cambios vertiginosos de las telecomunicaciones y los avatares de la economía local.
“Inicialmente nos orientamos a obras y servicios de mantenimiento por demanda, pero las necesidades que transmitían nuestros clientes nos fueron llevando a ofrecer, por ejemplo, sistemas de CCTV para estaciones desatendidas, servicios con personal permanente o el desarrollo de redes propia de transmisión de datos, siempre cumpliendo con los requisitos de calidad, seguridad y encuadre gremial, que en este ámbito son muy exigentes”, dijo Miguel Guerrero, socio gerente.
La empresa cuenta con 60 empleados. Tiene su oficina administrativa en Capital Federal y base operativa en Neuquén. Forma parte del registro del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) desde 1996 y lleva realizadas obras en gran parte del territorio argentino, así como en Manaos (Brasil), Chuquicamata (Chile) o Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), entre otras. “En los últimos años nos focalizamos casi exclusivamente en Vaca Muerta”, agregó Guerrero.
Según detalló el empresario, ahora las propuestas están concentradas en servicios de transmisión de datos de punto a punto de alta velocidad,
cuya demanda viene aumentando de manera exponencial. Para esto, Quinar cuenta con una red troncal propia de radioenlaces terrestres.
Guerrero destacó que la compañía además presta servicios a las diez principales productoras de la cuenca neuquina, donde Tecpetrol fue su primer cliente importante.
“Cultivamos relaciones estrechas durante años con muchos de ellos”,
“Con casi 30 años pasamos por varias crisis. Fuimos incorporando un importante componente de ingresos fijos que nos permitió no prescindir de personal”.
dijo el empresario. “Comenzamos con Tecpetrol cuando estaban iniciando sus operaciones en la zona, fuimos acompañándolos y creciendo junto con su desarrollo y hoy proveemos obras y servicios de mantenimiento de telecomunicaciones y servicios de transmisión de datos en todos sus yacimientos”.
¿Cómo golpeó la pandemia a una empresa tan acostumbrada a los cambios? “Con casi treinta años de existencia pasamos por varias crisis, lo que nos ayudó a ir modificando la matriz de servicios hacia un importante componente de ingresos fijos. Si bien esos servicios se vieron muy afectados, igualmente nos permitió superar la crisis de la cuarentena sin necesidad de prescindir de personal ni endeudarnos”, recalcó Guerrero.
“Estamos retomando la senda de crecimiento con nuevos contratos e incrementando la plantilla en la medida que el nivel de actividad se va normalizando”, agregó.
De cara al futuro, la expectativa de la empresa pasa por sumar servicios que acompañen la evolución tecnológica, como la novedosa Internet de las Cosas industrial (IIoT).
Desde hace diez años, Quinar participa de ProPymes. “En un principio nos ayudó a enfocarnos en la estructuración de la empresa y año a año suma su aporte a nuestra evolución”, afirmó Guerrero. Junto a ProPymes y Fundes, la empresa recibió además apoyo para estandarización de procesos y soporte para mejorar la gestión del área de Recursos Humanos.
Hacia fines de los ’80, Alejandro Saavedra y Pablo Reyes eran amigos de la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Como ambos empezaron a desarrollar actividades vinculadas con el petróleo -el primero como empleado de Amoco, el segundo como docente-, imaginaron un emprendimiento conjunto: desarrollar tecnología, en incipientes PCs, para empresas de la industria. “En principio, tratábamos de volcar las actividades que yo realizaba manualmente en sistemas”, dijo Reyes, hoy socio gerente de Neotek, formalizada con ese nombre en 1993.
Los primeros tiempos no fueron sencillos. “Llegamos a hacer cosas que nada que ver, como programas para pizzerías o manejo de stock, que nos ayudaban a comprar equipamiento y consolidarnos”, recuerda Reyes. Con el avance de los proyectos, comenzaron a especializarse en los aspectos industriales hasta que un día fueron convocados como subcontratistas para una instalación de monitoreo y control en un oleoducto. “Era 1992 e instalamos el primer muestreador para determinar la calidad del crudo en el país”, evocó Reyes. Ese fue el proyecto que derivó en la actual Neotek. “Al principio éramos nosotros dos en formato todoterreno:
hacíamos las tareas administrativas, la electricidad y la colocación de caños”, cuenta. Hoy la empresa da trabajo a 32 personas.
Hacían tareas de distintas características para Amoco, que luego se fusionó con Bridas para dar forma a Pan American Energy. La relación con PAE, por lo tanto, se remonta a esos tiempos. “Hoy les brindamos mantenimiento de los sistemas de control, telemetría de los yacimientos y sistemas automáticos de supresión de incendios, entre otros servicios”, describió Reyes. Tecpetrol e YPF son otros clientes de la firma.
“Siempre fuimos conservadores, de bajo perfil, dispuestos a resolver con nuestros propios recursos los desafíos y proyectos, pero cuando se nos presentó la posibilidad de participar del programa PAE Pymes para el desarrollo de un nuevo servicio, el mantenimiento de redes de incendio, decidimos aceptar la propuesta”, contó el empresario. “El equipo se enriqueció, pudimos establecer un rumbo específico y aceleramos la curva de aprendizaje para ser más eficientes en menos tiempo”.
Neotek también participó del Hackaton PAE, que tuvo lugar en plena pandemia: un espacio de evaluación de proyectos innovadores. “Nos abrió las puertas para retomar nuestro espíritu de investigación y desarrollo y de poner en valor algo que habíamos perdido hacía tiempo, siempre corriendo detrás de las prioridades del negocio: la iniciativa de hacer cosas nuevas. Y también fue una manera de no quedarnos encerrados por la cuarentena y poner a trabajar nuestras neuronas ”, definió.
¿La propuesta? Una app que permite hacer la trazabilidad de contagios en ámbitos laborales. Mantiene un registro de los contactos y ante la detección de síntomas en algún colaborador, se aísla únicamente a quienes estuvieron cerca, evitando así detener un equipo de perforación completo o toda una oficina. “Fue una de las ideas ganadoras, pero la velocidad de la pandemia hizo que no llegáramos a aplicarla”, agreg{ó el empressario.
¿Cómo sigue la historia? “La industria petrolera está en una fuerte época de cambios hacia la nueva normalidad. Necesitamos reinventarnos y adaptarnos a los nuevos panoramas”, concluyó.