¿Hago lo que debo hacer?
Estamos en una gran oportunidad de volver a pensar, a partir de la nueva normalidad, una agenda que priorice las tareas que hoy no realizamos para promover el desarrollo de nuestra empresa.
Una reciente encuesta realizada por el Centro de la Pequeña y Mediana Empresa del IAE Business School nos puede dar luces sobre por qué el empresario pyme suele ser consciente de que, en su agenda diaria, hace tareas que no debería estar haciendo: 89% de los encuestados afirma encontrarse en esta situación, sintiéndose algo apesumbrado de no saber salir de ese laberinto. El corto plazo los agobia y los cambios inesperados de variables ingobernables les hacen perder foco en lo más importante, que suele posponerse. Pero como nos recordaba Leopoldo Marechal “de todo laberinto se sale por arriba”.
Estamos en una gran oportunidad de volver a pensar, a partir de la nueva normalidad, una agenda que priorice las tareas que debemos hacer y no hacemos, para promover el desarrollo de nuestra empresa.
Un dato relevante que muestra la realidad de este cambio es que más de 90% de los empresarios encuestados piensa que la estructura organizacional de su empresa está, por lo menos, desactualizada, y hay que volver a repensarla. Estamos trabajando sin duda en entornos más inciertos.
La abrupta incursión de la tecnología en el mundo de los negocios, la tendencia cada vez más evidente de reducir la cadena de distribución desde el productor hasta el consumidor final con procesos más eficientes, la necesidad de trabajar cada vez más con estructuras descentralizadas y horizontales sabiendo delegar responsabilidades, definiendo objetivos ambiciosos de innovación y desarrollo de nuevos productos, zonas y procesos; son todos factores que obligan al número uno a concentrarse en lo que debe, para luego saber y poder subirse a los cambios que se perciben en el mercado. Y para eso es necesario tiempo para la reflexión y el aprendizaje.
Es quizás por esta falta de tiempo que aún no se logra tener una visión a futuro de la empresa.
El 77% de los encuestados nunca hizo un plan trianual para, por lo menos, pensar con su equipo directivo hacia dónde quieren llegar en el mediano plazo.
El 69% no ha hecho presupuestos de gestión anuales para poder hacer un seguimiento periódico, quizás mensual, de los objetivos que se plantean. Recordemos que es mejor “tener hecho un mal presupuesto que no tener hecho ningún presupuesto”. Las reuniones periódicas y sistemáticas con todo el equipo directivo para “pensar por arriba de la tormenta” no suelen realizarse con la frecuencia prevista por los problemas de corto plazo.
El 67% de los encuestados tiene una sensación de soledad cuando tiene que tomar decisiones importantes, suele actuar habitualmente de modo intuitivo, sin medir a fondo los riesgos que asume en cada ocasión. Encuestas también realizadas recientemente, y que circulan por diferentes medios de comunicación, sostienen que dos tercios de los ejecutivos piensa que la situación económica del país va a estar peor en los próximos meses. Es un riesgo “del sistema” que habrá que afrontar y sobre el cual se deberán tomar las coberturas necesarias. Pero lo que debemos hacer, cada vez con más convicción, es armar una agenda laboral, ya no solamente adecuada a los avatares económicos a los que estamos más acostumbrados, sino enfocada a discernir junto a nuestros colaboradores, los cambios que hay que realizar teniendo en cuenta, además, la nueva normalidad que ya
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89% de los dueños de empresas pyme encuestados afirmó estar desempeñando tareas que no les corrrespondería hacer en su agenda diaria.
La clave. En la misma linea, 90% de los empresarios cree que su organización está desactualizada y hay que repensarla. Los nuevos factores de la postpandemia obligan al dueño a concentrarse en los cambios que se perciben en el mercado.