Guillermina Negro, una “profe” especializada en los mayores
Menos pastillas y más zapatillas”, suele decir a sus alumnos Guillermina Negro, profesora de gimnasia y dueña de un gimnasio en La Plata, exclusivo para personas mayores de 50 años.
Negro estudió Educación Física en la Universidad de la Plata y desde el comienzo se especializó en personas mayores. Su primer trabajo, siendo estudiante, fue a fines de los ‘90 en un geriátrico.
“En ese época un profe en un geriátrico era algo atípico y como a la gente les encantaban las clases, me empezaron a convocar de otras instituciones y gimnasios”, contó Negro.
Al principio, agrega, fue muy gratificante, pero al poco tiempo cayó en la cuenta de una situación que la incomodó.
“En los gimnasios empecé a notar que miraban a mis alumnos como los raros, algo que no me gustaba nada. Así que me prometí que en cuanto pudiera iba a independizarme para poder ofrecerles clases exclusivas lejos de la mirada burlona de los adolescentes”, relató.
La oportunidad llegó en 2006 cuando fundó su propio espacio que bautizó, sin vueltas, “Gimnasio para mayores de 50”. El nombre, de todos modos, le significó enfrentar no pocas reticencias.
“Al principio cuando veían el cartel con el nombre nadie quería entrar, porque decían que todos se iban a dar cuenta la edad que tenían. Me golpeaban la puerta y me preguntaban por qué no le había puesto un nombre de fantasía y yo les explicaba que, les guste o no, a partir de los 50 la actividad física tiene que trabajarse de otra manera y acá apuntamos a la salud más que a la estética. El coqueto que quiere marcar músculos tiene otros gimnasios para ir”, cuenta entre risas.
Sus alumnos, todos mayores de 50, tienen como límite no tener patologías de relevancia y que puedan movilizarse de manera autónoma. Con esa premisa, llegó a tener un alumno de 102 años.
Para nivelar, Negro dividió a sus alumnos por edades, entre grupos de 50 años a 75 y de mayores de 75. “Los más grandes hacen más trabajo en silla que los más jóvenes, que
“A partir de los 50 la actividad física tiene que trabajarse de otra manera y acá apuntamos a la salud más que a la estética. El coqueto que quiere marcar músculos tiene otros gimnasios para ir”.
hacen ejercicio de pie. Esa es la única diferencia que puedo llegar a hacer, pero a todos los trato por igual, no los trato como personas mayores, pero tampoco como niños. Más de uno te da vuelta en una conversación, yo aprendo mucho de ellos”.
Esa interacción fue la que le enseñó a incorporar elementos como baile latino adaptado. “Cuando empecé hace 16 años, daba las clases poniendo de fondo tango, folklore o música clásica. Hasta que una alumna, que ya pasaba los 80 años, una vez me preguntó cuándo les iba a poner una cumbia. Así me saqué el prejuicio de que la música movida no les iba a gustar y empecé a ponerles oto tipo de música, les encantó. Ahora para las clases de baile también me piden cuarteto y reguetón”.
Con la pandemia, como tantos otros, Negro pasó a las clases virtuales y la mayoría pudo adaptarse sin problema. “El adulto del 2022 es un adulto tecnológico, saben incluso más que uno”. Este año, sin dejar las clases online, volvió a las clases presenciales, en un espacio más grande y ventilado.
Más allá de las fluctuaciones de la pandemia, en promedio Negro le da clases a un centenar de alumnos y con la virtualidad se le sumaron personas del interior del país, incluso del exterior. “Aunque sé que no es lo mismo, desde la pandemia, para acompañarlos en cuarentena empecé a dar una clase semanal gratis y es algo que voy a mantener”.