Un negocio forzado por la inflación

Ocurrió durante la gestión anterior del kirchnerismo y también durante los primeros años del macrismo, hasta la devaluación de 2018, y volvió a estar vigente desde el año pasado: los bancos, obligados por el Banco Central, deben otorgar una parte de su cartera de préstamos a tasas de interés subsidiadas en el marco de la “Línea de Financiamiento para la Inversión Productiva”. En el caso de los préstamos para bienes de capital la tasa nominal máxima es del 35%, al menos hasta septiembre. Si bien la tasa efectiva (TEA) termina resultando más alta, son intereses muy por debajo de la inflación estimada para este año.

Precisamente, la inflación es la principal diferencia (no la única, pero sí la más importante) entre la situación actual y la de los períodos previos . Hoy la opción de financiar la expansión de la empresa con su propia rentabilidad es más difícil, y en algunos casos es imposible, ya que la manera de sostener la recuperación de las ventas es resignando márgenes de ganancia.

De modo que ir a banco, presentar carpetas y tomar préstamos a tasas reales que rondan el 40% anual termina siendo un buen negocio.

Una postal bien argentina, que se observa en los diez casos -muy bien detallados-, de nuestra Nota de Tapa.

Si algo no falta en esta edición, son historias de emprendedores: el Dossier muestra los casos de 20 emprendedores, productores de juguetes, que dan competencia a la importación en base a un diseño innovador y una propuesta local, un espacio donde la manufactura del Lejano Oriente no puede competir.

En cambio, la falta de opciones de ropa importada es uno de los ejes de la Entrevista, donde la directora de la Fundación ProTejer, Priscila Makari, da su versión. Nos vemos en junio.