Una imagen, mil palabras
Sea con láminas gigantes de 360º para que coloreen hasta ocho chicos a la vez o con puzles que brillan en la oscuridad, el segmento de los juegos ilustrados también revela una intención innovadora. En el primer caso, las tres colecciones de Mil Mundos, la firma creada por Carolina Schavelzon en
2015, en el barrio porteño de Villa Ortúzar, ofrecen escenarios “a partir de los cuales cada chico puede inventar un sinfín de historias, hacerse un montón de preguntas, y generar juegos nuevos”, según sus palabras.
“En general, las recomendamos a partir de los 4 años de edad, pero son usadas por adultos. Nuestro corte es cultural. Al trabajar contenidos propios, nos eligen quienes valoran la creatividad, alejada de las grandes licencias. Y al tener productos con precios al público en un rango de 350 a 3.000 pesos, no generamos un corte socio-económico”, enfatizó. La pauta es que el año pasado logró ventas por 10 mil unidades en jugueterías didácticas, librerías artísticas y escolares, tiendas de diseño y de museos, junto con el e-commerce.
“Nuestra propuesta está entre el mundo de los juguetes y el editorial. Pensamos a los chicos y chicas como personas, lo más lejos posible de la idea de consumidores. Y nos alejamos de la muletilla del ‘aprender jugando’, para enfocarnos en la idea de ‘jugar por jugar’”, agregó la emprendedora, que acaba de lanzar una nueva línea de rompecabezas para competir con los productos importados. Con más de 30 años de experiencia como diseñadora, finalmente, hace hincapié en la oferta de una gama estética amplia y diversa, trabajando cada motivo con un ilustrador diferente.
Con sede en el barrio porteño de Villa Crespo, donde funciona desde 2003, Juegos del
Caracol es otra de las empresas especializadas en juegos con diseños e ilustraciones originales pensados para observar, armar, pintar, relatar, crear y memorizar.
Entre la oferta de once colecciones y más de 70 productos del emprendimiento de Paula Spritz y Gustavo Bendersky, se destacan las líneas que ponen el foco en el deslumbramiento de la mirada ante la propuesta lúdica.
Desde los juegos nocturnos fluorescentes Glow in the Dark hasta las ilusiones ópticas Memo: ¿Qué ves cuando ves? Lo propio ocurre con las opciones para diseñar y pintar Ideas Dibujadas, o con los juegos de cartas para inventar cuentos o reconocer emociones.
“Impulsar las ganas de jugar y la creatividad es nuestro objetivo. La propuesta artística, nuestro valor agregado, incluso desde las latas contenedoras, que se transforman en productosobjeto, porque el packaging forma parte del juego”, aseguró la socia, ilustradora y diseñadora del emprendimiento.
Sus líneas se distribuyen en jugueterías, minoristas especializados, empresas, locales de diseño, vía e-commerce e incluso en las tiendas de los museos de Bellas Artes y Eduardo Sívori o el de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile. “El año pasado vendimos unas 20.000 unidades, en un rango de precios al público de 700 a 2.000 pesos. Para nosotros, la pandemia resultó en un crecimiento exponencial del volumen”, completó.