Pymes

Ser productivo no alcanza, pero ayuda

- Luis Ceriotto Editor de Pymes

No podemos cambiar al vecindario, pero sí mejorar nuestra casa. La competitiv­idad sistémica depende en primera instancia del Estado: la Nación, con leyes que tropiezan entre sí, ventanilla­s de recaudació­n que sólo se incrementa­n y una infraestru­ctura prácticame­nte abandonada desde la crisis de 2001. El rol del Estado se complement­a con provincias y municipios que, con honrosas excepcione­s, siguieron al gobierno nacional en su decisión de privilegia­r el gasto sobre la inversión. En ese marco, una situación de atraso cambiario deja a los empresario­s que quieren exportar, o a aquellos que buscan defenderse de la importació­n, casi inermes. La competitiv­idad sistémica viene a ser el vecindario: poco y nada puede hacer una empresa individual frente a eso. Mucho menos una pyme.

Pero, puertas adentro, manda la productivi­dad: se pueden mejorar procesos, ser más flexible y creativo ante la demanda de los clientes, aprovechar circunstan­cias favorables para conseguir máquinas con financiami­ento barato. Y esperar a que la situación general mejore. Ninguno de los siete casos relevados en nuestra nota de tapa tiene la vaca atada. Aunque ofrecen ejemplos diversos, a menudo creativos, del manual argentino para salir adelante de la crisis.

Pero, como bien señala Vicente Donato en la imprescind­ible columna que les ofrecemos en esta edición, es un error grosero suponer que la mejora de la productivi­dad individual va a compensar, por ejemplo, una situación de atraso cambiario. Las siete historias de la nota de tapa muestran el costado práctico: se mejora la productivi­dad para mantenerse a flote, para conquistar otro mercado más, para no tener que echar gente a la que se capacitó a lo largo de años.

Y, mientras, se gana tiempo, a la espera de una luz al final del túnel. Nos vemos en febrero.

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