El reciclaje como negocio: la “economía azul”
Diez casos de emprendimientos que producen en base a desechos.
Hay una nueva economía que busca dar valor a lo que antes se consideraban desechos y aprovechar los recursos naturales generando empleo de calidad. Este concepto fue bautizado como “Economía Azul” por el economista Belga Günter Pauli, quien realizó en el país una investigación sobre las oportunidades de inversión y desarrollo de nuevos modelos productivos, plasmada en el libro “Plan A: La transformación de la Economía Argentina”.
Pauli irrumpió con con este concepto en 2010, en su libro “La economía azul: 10 años, 100 innovaciones, 100 millones de empleos”. En sus palabras, la “economía azul” no promete sacar agua de las piedras, pero sí generar papel utilizándolas como insumo. Ahora, a través de “Plan A: La transformación de la Economía Argentina” (un trabajo que hizo a pedido del ex ministerio de Ambiente) Pauli propone “generar valor agregado y empleo de calidad, multiplicando los recursos naturales”.
En el trabajo se identifican diez desarrollos productivos innovadores en las diferentes regiones de la Argentina. Van desde la producción de “papel de piedra”, que no requiere utilizar fibras vegetales ni agua ya que su principal componente es el carbonato de calcio que queda suspendido en el aire (y afecta las vías respiratorias) en las minas de cal; hasta la elaboración de “espuma de vidrio”, a partir de botellas usadas. Este material se utiliza en construcción y se obtiene mezclando el vidrio triturado con dióxido de carbono (CO2), con lo que contribuye a reducir el calentamiento global al extraer este gas invernadero de la atmósfera.
En la costa bonaerense se podrían cultivar algas marinas para alimento de peces, biocombustible y biofertilizantes. “La tendencia es migrar la producción de proteínas del suelo al océano, multiplicando el rendimiento, ya que no son cultivos planos sino en tres dimensiones”, explica Pauli en su libro.
Otras oportunidades mencionadas son la conexión a internet por iluminación LED (li-fi), cultivo de hongos a partir de desechos de alimentos, biomasa con residuos domiciliarios, y reforestación del bosque chaqueño con impulso al turismo.
Aún en momentos críticos como el actual, en casi todos los sectores están surgiendo emprendimientos que combinan innovación y cuidado del ambiente, tal como se presenta en
informe.• el siguiente
1 EWAR
Madera biosintética
Fundada en 2008 en los alrededores de La Plata, la firma Ewar produce perfiles de madera sintética para la construcción, en base a desechos plásticos y vegetales. “Generamos un producto nuevo a partir de polietileno y otros plásticos de descarte y cáscaras de arroz”, cuenta Juan Patricio “Juanpi” Pardo, uno de los fundadores de la compañía, junto con Dolores Lavicoli y Roberto Pacheco.
La fábrica se encuentra en el cinturón hortícola platense. “Allí desarrollamos grupos de recolección del polietileno ya descartado por los productores de frutas y verduras de la zona, utilizado como cobertura de invernáculos”, señala Pardo. “Estos plásticos eran quemados, enterrados o acumulados a la intemperie, de modo que cambiamos el paisaje. E incorporamos al mercado formal laboral a familias de bajos recursos, como proveedores de la materia prima”.
La tecnología que utiliza Ewar fue desarrollada por un ingeniero alemán radicado en Brasil, que adaptó el proceso de extrusión de plásticos para poder usarlos en la forma en que se reciben (con impurezas, sin pasar por el proceso de reciclaje tradicional de seleccionado, lavado, secado y chipiado o peletizado) abaratando los costos, reduciendo el uso de energía y agua y abriendo el abanico de materiales que se pueden usar como material prima.
La madera biosintética obtenida sirve para “cuando la madera fracasa”, principalmente en usos en exterior, ya que es un material libre de mantenimiento y reemplaza a las maderas blandas tratadas con CCA (cromo, cobre y arsénico) o maderas duras de alto costo económico y ambiental. A partir de este material se pueden hacer decks, pérgolas, revestimientos exteriores, muebles de jardín y mobiliario urbano, entre otros usos.
La compañía platense logró aplicar esta tecnología (que estaba en etapa de laboratorio) y llevarla a una escala de producción industrial rentable y competitiva. Actualmente trabajan allí 25 personas en forma directa y más de 100 indirectamente, como recolectores y proveedores de materia prima.
Además de brindar empleo a personas en vulnerabilidad, la madera biosintética permite salvar un árbol por cada 10 m2 de material biosintético.
A la vez, para elaborarlo se usan 150 kilos de plásticos descartados por otras industrias. Cada mes, Ewar despacha 60 toneladas de material resistente y 100% reciclable, equivalente a la tala de 300 árboles.
2 YASI BERÁ / LA CHOZA Ecoturismo en el Iberá
Enclavado en el corazón de los Esteros del Iberá, sobre uno de los acuíferos más importantes del continente, paradójicamente el paraje rural Mboy Kuá, en la provincia de Corrientes, no tiene acceso al agua potable.
En este poblado de 1.500 personas se constituyó una cooperativa dedicada al turismo rural que gerencia el camping Yasí Berá. Junto a la Asociación Civil La Choza desarrollaron un proyecto de construcciones bioclimáticas con sistema de baños secos donde, en lugar de utilizar agua corriente, los desechos son compostados y transformados en abono. La recolección y saneamiento de agua es mediante mangueras y filtros.
“Hace siete años que la cooperativa recibe turistas, y hoy el camping cuenta con electricidad gracias a las energías renovables”, cuenta Sabina Baccalini, de la asociacion civil. “El proyecto se completa con talleres educativos en las escuelas y capacitación para el tratamiento de residuos sólidos”, apunta.
“Queremos que la comunidad logre una gestión sustentable de aprovisionamiento de agua potable, no sólo para el camping, sino para mejorar la calidad de las 35 familias que habitan el paraje, y que puedan desarrollar cultivos en pequeñas chacras para auto abastecimiento”, agrega Baccalini.
Este proyecto, denominado “Aguas Brillantes”, fue uno de los ganadores del Concurso de Agua 2018, organizado por la Fundación Vida Silvestre y CocaCola de Argentina, por el que recibió $ 260.000 para su concreción.
3 RECICLARG
Desechos electrónicos transformados en objetos
Hoy se generan en Argentina unos 8,7 kilos de basura electrónica por habitante por año. En Buenos Aires la cifra sube a más de 11 kilos, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Computadoras, teléfonos móviles, impresoras y hasta televisores y heladeras forman desechos que contienen materiales tóxicos como arsénico, selenio y plomo que pueden ser reutilizados. Pero si se liberan al ambiente contaminan el suelo, aire y agua.
En vista de este problema, los hermanos mendocinos Farid y Andrea Nallim crearon en 2008 un centro de reciclaje. “Armamos un plan de negocios y nos contactamos con la fundación Endeavor, que nos brindó capacitación y nuevos contactos”, cuenta Farid. Así surgió Reciclarg, una empresa de “triple impacto” que busca mejorar el ambiente, generar valor económico y empleo. En 2010, con un capital semilla de $ 60.000 de entonces y apoyo familiar, adquirieron un galpón en la localidad mendocina de Guaymallén.
Hoy la firma emplea 10 personas en el desarmado de equipos y separado de materiales, que se hace mayormente en forma manual. Son todos jóvenes de entre 18 y 24 años, cuyo compromiso es terminar el secundario mientras trabajan. A este equipo se suman una diseñadora y cuatro artesanas que elaboran piezas de bijouterie, decoración y juegos didácticos a partir de metales y otros materiales recuperados. Aquellas computadoras y equipos que pueden repararse son vendidas a través de Mercado Libre, o donadas a escuelas, y el resto de las piezas son compradas por empresas para ser reutilizadas en su circuito productivo. En 2017, la empresa recibió más de 60.000 kilos de basura, reparó unos 600 equipos electrónicos para vender y donar y fabricó más de 600 piezas de diseño.
A comienzos de este año, Reciclarg comenzó a exportar a Europa plaquetas de computadoras, de las cuales se obtienen metales como oro, cobre y aluminio. Al contar con una habilitación como operador de residuos peligrosos, la firma extiende certificados ambientales a aquellas empresas y municipios que le envían residuos electrónicos para su tratamiento. “Nuestro objetivo es seguir creciendo. Ya expandimos nuestro accionar desde Mendoza a San Luis y San Juan, también brindando charlas de concientización en escuelas e instituciones comunitarias”, agrega Nallim.
4 ASOCIACIÓN PRODUCTORES AGROFORESTALES
Agua, bosques y empleo
En Ingeniero Juárez, a 450 kilómetros de la capital de Formosa, la Asociación de Productores Agroforestales está abocada a recuperar el monte nativo a partir de la siembra de algarrobo y la generación de huertas comunitarias. Las altas temperaturas (45° C en verano) y el déficit hídrico son obstáculos importantes.
Allí viven 750 pobladores, de origen toba, wichi y criollos, que son dueños de las tierras pero no tienen agua. “Hace 35 años el Gobierno nos dio la titularidad de los terrenos, pero cada vez es más difícil acceder al agua”, cuenta Pedro Ortiz, titular de la Asociación, quien por años se dedicó a traer el agua en un carro de dos ruedas tirado por animales. “Son 200 litros por cada viaje, y a veces no alcanza ni para un día, porque el calor es tan abrasador, que la tierra hierve y las plantas se queman”, describe.
Junto a la Fundación Gran Chaco, su proyecto es construir microembalses para “cosechar” agua de lluvia y aprovecharla para hacer riego por goteo. También están analizando cuáles son los cultivos más apropiados que requieran menos agua, y así crear huertas para el autoconsumo y la venta en poblados cercanos.
La iniciativa es liderada por la geóloga Liliana Abascal, quien explica que “buscamos un encuentro entre la tecnología y la cultura ancestral: estamos generando una infraestructura y capacitando a la comunidad para que ellos puedan mantener las instalaciones en funcionamiento. Así como yo analizo el ciclo hidrológico del agua, los Qom toman en cuenta el ciclo del crecimiento del algarrobo para comprender lo que está sucediendo en su entorno natural”.
El proyecto fue otro de los ganadores del concurso de Agua que promueven Coca Cola Argentina y la Fundación Vida Silvestre, y recibió $260.000 para ser llevado a la práctica.
5 TRAP
Los residuos del feedlot, una fuente de energía
Patrick Truppel es licenciado en administración y gestión de Agronegocios, y junto a sus padres y hermanos administran el establecimiento La Cautiva, dedicado a cría de ganado raza Angus para producción de carne en el partido bonaerense de Mar Chiquita. En 2014 pasaron del engorde a campo abierto a hacerlo en feedlot en establos, con alimento balanceado. Ahí se dieron cuenta del impacto ambiental de esta práctica, por la gran generación de efluentes en un lugar concentrado.
“Empezamos a investigar de qué forma resolver este problema, y encontramos que la generación de biogás solucionaba varios frentes. En primer lugar, se puede generar energía a partir de la bosta; también se obtiene un biofertilizante, y el sistema, que implica cambiar los pisos de tierra por otros de hormigón, mejora la eficiencia del manejo del establo ”, cuenta Truppel.
Contactaron a dos ingenieros que desarrollaron un biodigestor, para el procesamiento de los residuos y su transformación en biogas y biofertilizante. La inversión hasta el momento fue de u$s 600.000, mas otro tanto invertido en los animales. Esto incluyó armar todos los corrales con piso de hormigón, colocar caños y bombas, una fosa de recolección y dos piletones de almacenamiento.
El 90%, cuenta Truppel, fue financiado con capital propio y la ayuda de un crédito a tasa subsidiada del Consejo Federal de Inversiones y del Banco Provincia, de $ 2 millones.
El siguiente paso es generar energía eléctrica a partir del biogas, lo cual requiere un desembolso adicional de u$s 450.000. Pero antes de la inversión hay un paso previo: deben asegurarse de que contarán con un comprador de la energía que generen (la estimación es llegar a 125 kw, cuando el consumo en el campo es de 3 kw, con lo cual pueden volcar el excedente a la red). Hasta el momento, cuenta Truppel, no hay interés por parte del Estado en comprar la energía.
En el emprendimiento trabajan seis personas, además de los fundadores. Una vez en marcha, el proyecto de biogás generaría 12 empleos más.
“El problema es que aún no está reglamentada la Ley de Energía Distribuída en la provincia, lo cual permitiría vender el excedente energético a la cooperativa eléctrica del pueblo más cercano, General Pirán”, comenta Truppel.
Al no haber una reglamentación, la cooperativa tampoco está “obligada” a comprar este excedente de energía limpia.
Además, por el tipo de proyecto, la potencia a generar es inferior a la necesaria para participar de las licitaciones de proyectos del plan Renovar del gobierno nacional, que tiene un piso de 500 MW .
Sin embargo, los Truppel confían en que pronto podrán vender la energía limpia generada en su campo. Por lo pronto, el biodigestor ya está mostrando un impacto positivo, ya que permite el tratamiento de los efluentes para obtener fertilizante, y mejora la eficiencia y la limpieza del establo.
6 SWAHILI Mochilas y bolsos con lonas y sachets de descarte
El creciente problema de los desechos plásticos, que está generando islas de basura en playas y océanos, inspiró a Ivan Pavelic a crear Swahili, una marca de bolsos, fundas para tablas de surf y mochilas fabricadas con lonas de publicidad, bolsas de alimento para mascotas y sachets de leche. “Convertimos lonas y bolsas plásticas que se tiran a la basura y tardan 500 años en degradarse”, dice Pavelic. Agrega que Swahiliincentiva la inclusión social mediante la capacitación y creación de empleos en la zona del Gran La Plata.
Para poner en marcha su negocio, Pavelic compartió un video con la propuesta en la plataforma de financiamiento colectivo PBA, de la provincia de Buenos Aires. Esta iniciativa del ministerio de Producción provincial funciona en base a un acuerdo con Idea.me y cuenta con varias empresas sponsor (Fundación Itaú, BGH y Mercado Libre) que aportan fondos para los proyectos.
Gracias a un aporte inicial de $267.000, la firma está produciendo actualmente unos 200 mochilas y bolsos mensuales.
Además, gracias a la difusión lograda por esta vía, Pavelic suscribió un acuerdo con una empresa de alimentos para mascotas, para recibir sin costo las bolsas que se retiran de la línea de producción por algún desperfecto. También acordó con una importante firma química la confección de kits de mochilas y bolsos para hacer regalos empresarios.
Por otra parte, a mediados de 2018 comenzó a brindar talleres de corte y confección en Unidad Penitenciaria 8 de mujeres en Los Hornos, así como un curso en su taller de La Plata, donde hay más de 20 inscriptas. Desde agosto, allí funciona además un merendero para las madres y sus hijos. “Todos los días recibo mensajes de diferentes lugares donde quieren replicar la idea”, asegura Pavelic.
“Una familia tipo genera un kilo de basura por día y el 50% es plástico”, dice el reverso de las mochilas de Swahili.
7 FLUENCE
Potabilización y reuso del agua
Surgida en 1993 como proveedora de fabricantes de soda y agua de mesa, dos años más tarde, la firma Unitek, fundada por un emprendedor marplatense, se transformó en una compañía de tratamiento de aguas.
Con una inversión de u$s 60 mil y el aporte de ingenieros de la Universidad Nacional de Mar del Plata, la firma desarrolló un sistema de reuso de efluentes y desalinización de agua de mar. Y durante la crisis de 2001, cuando el mercado interno se desplomó, comenzó a exportar servicios al Mercosur.
En 2013 fue adquirida por el grupo RWL y en 2017 se fusionó con la firma israelí Emefcy, transformándose en Fluence Corporation, cuya filial en Argentina inauguró en julio de este año una nueva planta de potabilización en su ciudad de origen.
“Nuestro foco es el tratamiento y el reúso del agua, un recurso tan vital y escaso que en América Latina hay 25 millones de personas que no acceden al agua potable”, comenta Alejandro Sturniolo, ingeniero químico, vicepresidente de Fluence y directivo de la Asociación Latinoamericana de Desalinización y Reúso de Agua, Aladyr).
“El mundo es un sistema cerrado en el que contamos con la misma cantidad de agua desde antes que el hombre habitara el planeta. El problema es que con el creciente consumo de agroquímicos, medicamentos, hormonas y otros contaminantes, los cursos de agua dulce están cada vez más contaminados”, apunta Sturniolo. “Es cada vez más importante contar con técnicas de potabilización del agua. Y a partir de los residuos industriales que se procesan durante el tratamiento de aguas, se puede obtener energía”, asegura.
La firma hoy cuenta con 97 empleados en Argentina y 23 en
Brasil y está participando en varios proyectos de generación de biomasa (combustible de origen orgánico) y biogás del programa Renovar.
8 LEAF SOCIAL
Calzado inclusivo y sustentable
A partir del caucho que desecha una fábrica de neumáticos, la marca Leaf creó una línea de zapatillas, alpargatas y accesorios que además de aprovechar este material de descarte, genera capacitación y empleos para jefas de hogar y jóvenes en situación de vulnerabilidad. Y además, destina el 50% de sus ganancias antes de impuestos a la ONG Techo.
La firma fue creada en 2015, con la idea de generar beneficios tanto económicos como sociales y ambientales. “La cantidad de consumidores con conciencia social está creciendo exponencialmente”, afirma Santo Parsons, co-fundador del emprendimiento. “Pero, aunque muchos están dispuestos a ayudar, sus actividades cotidianas hacen difícil encontrar la manera de hacerlo. Por ese motivo generamos productos con un impacto positivo ya que al comprarlos, contribuyen con la tarea de Techo, además de sostener el trabajo de mujeres y jóvenes emprendedores”.
Además de ser fabricados con materiales de descarte, los embalajes también son reutilizables. Se trata de eco-bolsas de algodón, o cajas de cartón biodegradable que pueden convertirse en macetas. Para cerrar el círculo, aquel consumidor que que devuelve sus viejas zapatillas Leaf, obtiene un descuento para la próxima compra, mientras que la marca vuelve a reciclar la suela.
Hoy trabajan para Leaf cinco personas en forma directa, y otras cuatro en forma independiente. La mayoría de los productos se venden en una tienda online, y también a través de distribuidores en todo el país.
“El hecho de donar la mitad de nuestras ganancias nos quita liquidez para crecer más rápido. No obstante, lo que generamos es un beneficio que va mucho más allá del corto plazo”, afirma Parsons.
9 COOPERATIVA PARCEROS Ladrillos ecológicos y construcciones económicas
A partir de su tesis final en la carrera de Geólogo, Alvaro Alderete Hassan comenzó a desarrollar “materiales alternativos” de construcción para la cooperativa de Trabajo Parceros, en el municipio de Banda del Río Salí, en Tucumán. Con el apoyo del Laboratorio de Materiales y Elementos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Tucumán (UNT), crearon dos tipos de ladrillos ecológicos: los Bloques de Tierra Comprimida (BTC), que utilizan una mezcla de suelo árido no apto para agricultura, con cemento Portland; y otro a partir del residuo derivado del proceso de industrialización de la roca volcánica Perlita (scrap perlítico), que resultan más livianos, y con mayor aislación térmica y del ruido que los ladrillos convencionales.
“En la producción de ladrillos BTC no se requiere quemarlos para su cocción, con lo que hay un ahorro importante en el consumo de leña, con menos tala y liberación de emanaciones tóxicas a la atmósfera”, explica Alderete Hassan.
“Hoy tenemos una producción de 2.000 ladrillos al día, con un diseño encastrable que no utiliza revoque, por lo que su aplicación es rápida y sencilla y reduce el costo de construcción en casi un 40%”, asegura.
En cuanto a los ladrillos de scrap perlítico, la idea de incorporar este material surgió porque en Banda del
Río Salí se encuentra el mayor procesador de este material volcánico en Sudamérica, que genera como descarte enormes volúmenes de un polvo fino que contamina el aire y produce daños en las vías respiratorias.
Alderete Hassán y un grupo de colaboradores investigaron cómo utilizar este residuo en mezclas para elaborar materiales de construcción. Y descubrieron que lo que era un residuo problemático puede transformarse en una solución innovadora para las construcciones, aprovechando la liviandad de este material, su poder ignífugo (resistente al fuego) y de aislación térmica y acústica, baja retención hídrica e inalterabilidad ante agentes físicos y químicos.
Ambos tipos de ladrillos se encuentran con una solicitud de patente de Invención aprobada por el Instituto Nacional de Propiedad Industrial. La cooperativa firmó un convenio de cooperación con Río Salí para instalar nuevas líneas de producción en el nuevo polo productivo municipal.
La cooperativa de trabajo Parceros, hoy compuesta por 15 asociados, había sido fundada en 2010 para prestar servicios de construcción, por Luis Alderete (padre) y un grupo de colaboradores. Al poco tiempo comenzaron a incursionar en la fabricación de ladrillos comunes, para luego comenzar a desarrollar otros materiales de construcción sustentables e innovadores. La entidad fue distinguida el año pasado por la Confederación de la Mediana Empresa (CAME) por su impacto social y ambiental.
10 REGOMAX
Césped sintético a partir de neumáticos en desuso
En el país se desechan anualmente 130 mil toneladas de cubiertas, que suelen disponerse en basurales al aire libre, con lo que acumulan agua y se convierten en vectores del dengue; o bien son quemadas y liberan sustancias contaminantes al ambiente. Y si son enterrados, pueden tardar más de 600 años en degradarse.
A partir de la preocupación por el impacto de estos desechos, en 2010 comenzó a funcionar en el predio del CEAMSE la planta de Regomax, una firma dedicada al reciclado de cubiertas para para la fabricación de césped sintético.
El INTI le brindó asistencia técnica en la puesta a punto de la planta, “desde la nivelación del terreno cedido por CEAMSE, el diseño y tipo de equipamiento necesarios, hasta el seguimiento del proceso productivo y la obtención del gránulo de caucho, que sirve de insumo para la fabricación de césped sintético”, detalla Karina Potarsky, referente del centro de Caucho del INTI.
“A partir de la necesidad de reciclar los neumáticos, el INTI impulsó el proyecto de la planta. Hoy recibimos su apoyo técnico, respaldo y validación de nuestros procesos, por ejemplo, ante organismos como la Organización Panamericana de la Salud”, sintetiza Daniel Rodríguez, gerente de la planta Regomax.
El proceso productivo comienza con la recepción de los neumáticos fuera de uso.
Las cubiertas de los autos, que pesan alrededor de siete kilos, se transportan con una cinta hacia una trituradora que las reduce a trozos de cinco a diez milímetros. Este granulado, junto con el polvo de caucho, se mezcla con arena y se coloca debajo de la alfombra de césped sintético para brindarle amortiguación y durabilidad.
Durante el proceso también se separan elementos metálicos y textiles, que vuelven como insumo a la industria, y el caucho molido que no se utiliza en césped es embolsado y vendido según el tamaño de los gránulos.
Con una capacidad de reciclar mil toneladas de neumáticos por mes, este año la planta comenzó a tener rentabilidad.