MÁS ALLÁ DE LOS DEMONIOS SEXUALES LAS POSESIONES DIABÓLICAS
El Padre Amorth es un exorcista del Vaticano que ha rescatado a muchas personas de las posesiones diabólicas.
En sus escritos, él relata que la tarea de un exorcista es muy dura y que en las sesiones de exorcismo es necesaria muchísima fuerza psicológica, concentración y deseos liberar a esa persona que ha acudido en busca de ayuda. Además dice que, generalmente, todos los exorcistas acaban enfermos del corazón, porque la fatiga y la tensión pueden ser enormes. Sin embargo, aclara que él ya no tiene miedo de nada, porque vio muchas cosas terribles a lo largo de su profesión de exorcista.
¿Cómo distinguir a los posesos?
Entre los síntomas típicos de posesión, se destacan la manifestación de una fuerza física extraordinaria, hablar en una lengua desconocida, la levitación, el descontrol corporal, el conocimiento de información oculta, etc. Todos estos síntomas son los que llevan día a día al padre Amorth a darse cuenta de quién está poseído por un demonio. Pero, el padre sólo confirma que alguien está endemoniado cuando comienza su ardua tarea de exorcismo. Por ejemplo, un síntoma inequívoco de esto es la violentísima aversión y rechazo a todo lo que es sagrado y divino, como la oración.
Custodiemos nuestra alma
Todos sabemos que el demonio actúa de forma habitual y normal sobre todos los hombres a través de las tentaciones. Pero, en ocasiones, también interviene de forma extraordinaria con posesiones y, ahí, es donde entra la labor del exorcista, como la del Padre Amorth.
En las posesiones, a pesar de que el poder de Satanás es enorme, nunca ataca el alma, porque no puede. Sólo se adueña verdaderamente del cuerpo, y simula tener un control total del alma y de la mente del poseso. Por ello, el padre recomienda en sus mensajes “que se enfada más al demonio confesando, o sea arrebatándole las almas, que exorcizando. Y aún más rabia se le causa predicando, porque la fe germina de la palabra de Dios. Por eso, un sacerdote que tiene el valor de predicar y confesar no debería tener ningún temor a exorcizar”. “Re-cuerdo un padre que temía que su hijo estuviera poseído por el demonio y un día, mientras estábamos juntos en la mesa, dije mentalmente por él un Ave María. El muchacho irrumpió en un grito: ¡Papá, no, cállate!”, contó el padre Amorth sobre un caso claro de posesión diabólica.