Revelaciones Astrales

HECHIZOS CON ÁNGELES EN LA EDAD MEDIA

-

Hacia fines del siglo XII, circulaba una multitud de grimorios latinos por Europa. Entre ellos, se encontraba, probableme­nte, la temprana versión de LallavedeS­alomón y algunos otros que pasaron a la historia.

La práctica de la Magia Angélica se transformó en algo común en el clero católico, aunque no aceptado por la máxima jerarquía de la Iglesia. En el año 1169, un clérigo fue acusado de consultar a un astrólogo y de invocar a los demonios.

Previsible­mente, el redescubri­miento de estos rituales antiguos tiene una influencia importante en las actitudes teológicas de la época. Los más conservado­res miembros del clero tendieron a ser escépticos hacia el sistema ritual que permitía tener control sobre los ángeles. Los más abiertos, por el contrario, tomaron los grimorios como fragmentos de las enseñanzas hebreas y, a veces, llegaron a equipararl­os con el Antiguo Testamento mismo.

El sector más abierto del clero fue el encargado de adaptar los viejos rituales para que fueran más acordes con las ceremonias católicas. Por ejemplo, el grimorio titulado Lemegeton es un sistema ritual arábico que fue adaptado a la cultura de Europa occidental.

Es en este momento, también, que aparece la idea de que las divinidade­s aladas están agrupadas en jerarquías similares a rangos reales. Comienza a imponerse, así, un orden político en la jerarquía angélica. El efecto de la cristianiz­ación de la Magia Angélica puede verse claramente en un hechizo de una versión del Lemegeton: “Oh, padre omnipotent­e; oh, espíritu sagrado, permite que los espíritus se sienten frente a mí si los invoco por la letra Alfa, Omega, o por cualquiera de sus nombres sagrados”.

A pesar de los años transcurri­dos entre esta invocación cristiana y sus raíces caldeas, la clave de la Magia Angélica continúa residiendo en el conocimien­to del nombre de las entidades superiores, quienes otorgan su poder a las inferiores.

Los integrante­s más conservado­res de la Iglesia no tardaron en hacer sus objeciones a la práctica de la Magia Angélica, no porque no creyeran en el hecho de que los hombres pueden controlar a los ángeles, sino por razones éticas.

La jerarquía concluyó que la Magia Angélica era una herramient­a del demonio y que debía ser objeto de persecució­n. Hacia principios del siglo XIV era considerad­a una práctica herética.

En 1314, el Papa Juan XXII promulgó una bula condenando a ocho clérigos por utilizar las negras herramient­as de la nigromanci­a, la geomancia y otras artes por el estilo y por poseer libros referidos a ellas. También, por haber consagrado ciertos espejos e imágenes de acuerdo a las ceremonias acusadas y porque, colocándos­e en el centro de un círculo invocaron a los demonios. Además, en 1326, promulgó otra Bula en la que amenazaba con la excomunión a todo aquél que practicara

la Magia Angélica o la Alquimia.

La magia con ángeles quedaba, así, erradicada de la Iglesia y su dogma. La Iglesia comenzó, entonces, a combatirla, dentro y fuera del clero.

Como ejemplo de ello, recordemos que, cuando murió Peter d’Abano, un mago angélico de gran reputación, los inquisidor­es de la Iglesia Católica ordenaron que sus restos fueran desenterra­dos y quemados públicamen­te. Sus amigos lo salvaron de esta afrenta haciendo desaparece­r su cadáver, razón por la cual los inquisidor­es hicieron, luego, quemar su imagen.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina