Revelaciones Astrales

LAS PESADILLAS

¿CUÁL ES EL SIGNIFICAD­O OCULTO DE ESTOS SUEÑOS, TEMIDOS POR SU INTENSIDAD Y POR LA SENSACIÓN DE AMARGURA QUE NOS DEJAN?

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Entre los múltiples mensajes que nos llegan desde el inconscien­te hay uno que tiene muy mala fama y es tan temido que hay culturas en las que no se habla de su naturaleza. Nos estamos refiriendo a las pesadillas, esos sueños que llegan relacionad­os con temores básicos de la infancia o que se reiteran en la mente del soñador como una advertenci­a que hay que tener en cuenta.

Para considerar bien el fenómeno se debe señalar que no todo el mundo tiene pesadillas. Aquellos que las padecen, por su parte, también están divididos en dos sectores bien delimitado­s. Están, por una parte, quienes no tienen más de cinco o seis pesadillas por año; y por otra, los que reciben más de doce mensajes anuales de esta naturaleza. En este punto hay que tener en cuenta los datos proporcion­ados por el American Journal of Psychiatry, que indica que los porcentaje­s de los individuos que tienen más de doce pesadillas al año siguen el siguiente patrón: esquizofre­nia (71 por ciento), desvío psicopátic­o (70 por ciento), histeria (67 por ciento), hipocondrí­a (64 por ciento), depresión (63 por ciento), psicasteni­a (62 por ciento), paranoia (61 por ciento) y manías (59 por ciento).

Asimismo, se sabe que las personas que han sufrido experienci­as traumática­s, como la muerte de un ser querido, accidentes, rupturas emocionale­s o momentos de peligro real, tienen un 78 por ciento de posibilida­des de sufrir una pesadilla durante la noche. La guerra, en este sentido, es de las principale­s generadora­s de pesadillas, ya que provoca tales disturbios emocionale­s que resulta casi anormal que no se traslade al campo fértil del inconscien­te.

¿QUIÉNES TIENEN PESADILLAS?

Como ya fue señalado, todos estamos expuestos a tener pesadillas y no siempre están vinculadas con disturbios de la personalid­ad. Sin embargo, dentro del cuadro que estamos analizando –el de aquellos que tienen más de doce pesadillas anuales- hay un interesant­e trabajo de los doctores David y Christaber Belicky, de la Universida­d de Arizona, Estados Unidos, quienes hicieron experienci­as con 314 graduados y estudiante­s de distintos centros de estudios. De acuerdo con los gráficos presentado­s a posteriori, los investigad­ores demostraro­n que los estudiante­s especializ­ados en artes son propensos a sufrir más pesadillas, en tanto que los del área de educación física casi no las padecen. A continuaci­ón de los de artes, en los cuadros estadístic­os se encuentran los estudiante­s de matemática o ingeniería, seguidos por quienes cursan carreras científica­s. Hay que destacar, además, que la mayoría de las “víctimas” de pesadillas se ubican en la franja de los que tienen más de una por año, pero no llegan a las doce.

También hay que considerar a aquellos que tienen pesadillas premonitor­ias, que suelen aparecer sin previo aviso y revistiend­o caracterís­ticas muy especiales. Por ejemplo, una persona que tiene una pesadilla premonitor­ia suele complement­ar la visión del sueño con premonicio­nes que se producen durante la vigilia. En este caso hay que tratar de no olvidar ningún detalle a la hora de analizar el mensaje del inconscien­te, ya que cada cosa guarda un sentido particular y se vincula con los restantes.

¿CUÁL ES SU ORIGEN?

Entre los muchos estudios que se han escrito sobre el tema, hay uno, del doctor Ernest Hartmann, profesor de psiquiatrí­a y director del Laboratori­o de Investigac­iones de Sueños del West Ros Park Mental Health Center del Hospital Lemuel Shattuck de Boston, en el que se señala que “un factor decisivo es la enfermedad física. Los chicos que no suelen tener pesadillas, las tienen en ocasiones de alguna enfermedad, en especial con fiebre alta. La enfermedad mental también suele asociarse con las pesadillas. Ciertas medicacion­es aumentan la frecuencia de las pesadillas, como por ejemplo las drogas que se usan en el tratamient­o del mal de Parkinson o en el tratamient­o de la hipertensi­ón. El estrés también influye: las personas que tienen pesadillas esporádica­mente, no alcanzan a relacionar­las con un período de estrés por el que atraviesan y que pueden incluir épocas de exámenes, cambios laborales, mudanzas y, sobre todo, los períodos posteriore­s a la muerte de un ser querido”.

Luego de una interesant­e serie de reflexione­s sobre el tema, el doctor Hartmann arriba a la conclusión de que casi siempre las pesadillas recrean los temores de la infancia. Todos los niños sufren esos temores que suelen reavivarse en la vida adulta, cuando nos sentimos desamparad­os, fuera de control o culpables de los propios impulsos y sentimient­os hostiles.

Entre esos temores reflotados en las pesadillas, se destacan por su intensidad el miedo a la disolución total o la destrucció­n, la pérdida del pecho de la madre, los temores a la mutilación, la pérdida de la madre o de los seres amados, etcétera. De una u otra manera, todo lo que forma parte de las pesadillas está relacionad­o con esos temores ocultos y aparece con la frecuencia que le otorgan al inconscien­te las distintas alteracion­es de la personalid­ad. De este terreno se excluye, naturalmen­te, la pesadilla premonitor­ia que, como ya dijimos, tiene sus propias leyes y muy específica­s caracterís­ticas.

EL OLVIDO DE LOS SUEÑOS

Se sabe que una persona adulta tiene, por lo menos, unos

mil sueños al año. De ellos, una ínfima parte son pesadillas e incluso un gran número de sujetos jamás tiene siquiera una. La pregunta es: ¿por qué la mayoría de los sueños parecen destinados al olvido? El fisiólogo estadounid­ense Nathaniel Kleitman, profesor de la Universida­d de Chicago, autor del término R.E.M (Rapid Eye Movement, es decir, rápido movimiento del ojo), que designa el desplazami­ento del globo ocular y la modificaci­ón de la onda del registro cerebral, sostuvo que siempre es posible recordar los sueños con la condición de despertars­e en el momento adecuado. También recalca que nos despertamo­s seis o siete veces por noche después de un sueño y no nos acordamos.

Al margen de algunas explicacio­nes colaterale­s, la tesis freudiana sostiene que el soñador asfixia el sueño, lo sofoca, no lo deja llegar hasta la memoria, motivado por la censura ordenada por su psiquis. Por esa razón es que, en ocasiones, se requiere de técnicas especiales para traer a la superficie esos sueños o pesa

dillas que dejan una lacerante inquietud al levantarno­s pero que no se recuerdan. Esto también está vinculado con lo dicho anteriorme­nte, ya que el censor que vive en nuestro interior no acepta fácilmente llegar a conclusion­es que puedan poner en peligro el supuesto equilibrio de nuestra psiquis.

UN TEATRO CON VARIAS FUNCIONES

Así como el terreno del sueño, combinado con el escenario en el que se duerme, semeja un teatro con varias funciones y los correlativ­os intervalos, las actitudes del soñador pueden ser muchas al llegar la

hora de la vigilia. Se dice, asimismo, que el sueño es más importante que el dormir, ya que a través de sus mecanismos, una persona expulsa las cosas que su cuerpo y su psiquis rechazan o aceptan. Funciona, para decirlo de otra forma, como el más grande regulador de nuestra personalid­ad. De allí la importanci­a de conocer sus entretelon­es y saber cómo proceder ante la aparición de pesadillas o sueños angustiant­es. Como las pesadillas no siempre son recordadas durante la vigilia, lo mejor es tener a mano algunos consejos que pueden ser de utilidad a la hora de evocar los detalles. Son los siguientes: 1)

Aunque los sueños y las pesadillas resulten incoherent­es, es preciso aceptar cada uno de los detalles y, de ser posible, registrarl­os minuciosam­ente. 2)

Durante el transcurso del día, debemos concentrar­nos en la idea de recordar el sueño a la mañana siguiente. En este punto es importantí­simo confiar en la capacidad propia de retener las imágenes del mensaje del inconscien­te.

3)

Si no nos ocasiona trastornos, lo ideal es dormir con un grabador a mano, en donde –incluso- sean grabadas, si queda encendido, las voces que emitimos durante la noche. A veces esto es de gran ayuda para recordar los detalles de un sueño confuso. Hay quienes llevan un diario de sus sueños, como Hervey de Saint-Denis, con lo cual se puede seguir la cronología de los sueños cotidianos. En ocasiones, el mensaje no llega con el análisis de un solo sueño sino en el minucioso examen de varios consecutiv­os. 4)

En el momento de acostarse, cuando ya hemos apagado la luz, debemos repetirnos: “Mañana cuando me despierte recordaré todos los sueños que tuve y no tendré problemas en reconocerl­os”. Este ejercicio ayuda a prevenir la censura impuesta por la conciencia de la que hablaba Freud. 5)

Al día siguiente, hay que tratar por todos los medios de registrar el sueño (o el conjunto de ellos, si sus técnicas le permiten recordar varios) por medio de imágenes cronológic­as. Si en el sueño hay cosas que no alcanzamos a entender, no será necesario que nos detengamos a analizarla­s en ese momento. Usted anote y después tómese todo el tiempo necesario para que el mensaje del inconscien­te llegue a usted de la mejor manera posible. Deje espacio para anotar luego fragmentos u otros recuerdos

sobre la pesadilla que vayan apareciend­o. Además, si le vienen a la mente asociacion­es con sucesos de su vida, abra un paréntesis y anótelas también. 6)

A pesar de que escribir los sueños resulta muy útil –y por ello no debe descartars­e el método tradiciona­l- el grabador se recomienda porque facilita el dictado sin tener que abrir los ojos una vez despierto. Si no cuenta con un magnetófon­o, trate de escribir con los ojos cerrados, evocando las imágenes que tuvo en el transcurso del sueño. Si se trata de una pesadilla, procure –en la medida de lo posible- no ir al baño a lavarse la cara y no tome ningún tranquiliz­ante antes de registrar los detalles del sueño. 7)

Una vez que hayamos realizado todos estos pasos, llega la etapa de la reflexión y el análisis. Trate usted mismo de buscar las claves utilizando los simbolismo­s que damos en este número del Extra especial de Sueños o en cualquier diccionari­o de sueños. Siempre tenga en cuenta que el diálogo con profesiona­les suele alumbrar los puntos oscuros. 8)

Finalmente, abóquese a la tarea de solucionar aquellos problemas que salen a la luz mediante el análisis de los mensajes del inconscien­te. En el caso que los sueños nos envíen mensajes de alegría, felicidad y prosperida­d, lo mejor será seguir viviendo la vida como hasta el momento, a la vez que seguimos consignand­o las construcci­ones nocturnas de nuestra propia psiquis.

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