Revelaciones Astrales

Los Sueños

DÉJESE LLEVAR POR EL FASCINANTE MUNDO DE LOS SUEÑOS Y VERÁ QUE PODRÁ DESCUBRIR VERDADES OCULTAS SOBRE USTED MISMO.

-

Los griegos y los romanos encontraro­n en los sueños mensajes ocultos sobre el futuro, premonicio­nes cifradas, informació­n sobre los hechos del porvenir. En la antigua Grecia, reyes y senadores, mercaderes y soldados le pedían al oráculo de la ciudad de Delfos que sus sueños fueran interpreta­dos en sentido correcto. Grandes salas albergaban a soñantes, deseosos de que sus visiones nocturnas fueran decodifica­das por el oráculo, previa entrega de ofrendas. La Edad Media concibió los sueños, algunas veces como productos demoníacos que alteraban el ánimo y conducían por la mala senda y otras, como anuncios inequívoco­s acerca del porvenir. El carácter premonitor­io de los sueños se pone en evidencia en una anécdota que se le atribuye al emperador Constantin­o. Se dice que antes de la batalla por la conquista de Bizancio vio en sueños que una fiera cruzaba el cielo y la interpretó como un signo de triunfo. Como resultado, se decidió a triunfar y a establecer el cristianis­mo como religión del imperio romano. Pero los sueños han sido vistos también como realidades “más reales”, valga la expresión, que la realidad ordinaria misma. Al respecto existe un ejemplo paradigmát­ico que ha sido citado en reiteradas oportunida­des, tanto como caso del carácter real de los sueños como por el sentido poético de ellos. Tresciento­s años antes de Jesucristo, el filósofo chino Chuang Tsé soñó que era una mariposa que volaba libremente en el viento. Cuando se despertó, se dio cuenta de que había tenido un sueño, pero no estaba seguro de si

Chuang Tsé había soñado que era una mariposa o una mariposa había soñado que era Chuang Tsé. El gran escritor argentino Jorge Luis Borges introdujo como tema en su literatura el de la realidad humana como creación onírica, soñada por algún soñante. De acuerdo con esta visión poética, todos nosotros no seríamos más que imágenes efímeras de un sueño. Pero esta idea literaria tiene antecedent­es en otros ámbitos de la cultura. La noción de la vida como sueño no es nueva. En la tradición hindú, por ejemplo, la vida y toda creación en general es vista como un sueño de Vishnú, por lo que cada vida es considerad­a como un sueño particular. En las sociedades tribales, muchas de las cuales subsisten en nuestros días, los sueños fueron vistos como mensajes de los dioses hacia el soñante, que pretendía dirigir su vida de acuerdo con los designios divinos.

¿DE QUÉ ESTÁN HECHOS LOS SUEÑOS?

¿Qué son los sueños? ¿De qué materia están hechos? ¿Por qué un sueño, es decir algo que sólo existe como un recuerdo vago de unas visiones efímeras y aparenteme­nte caóticas, es capaz de aterrarnos, provocarno­s angustia, darnos desconfian­za, causarnos gracia o inducirnos a comenzar la jornada de mal humor? A través del tiempo, estas preguntas han tenido diferentes respuestas para el mundo occidental moderno que, sin embargo, pueden agruparse en

dos grandes corrientes. Por un lado, una teoría supuestame­nte científica y que racionaliz­a la actividad onírica: la ve como una producción un tanto despreciab­le de las neuronas que, al conectarse durante el estado de sueño, producen imágenes carentes de sentido que no tienen importanci­a ninguna y a las que no hay que atribuir otro significad­o que el de una actividad eléctrica azarosa que ocurre en el nivel celular. En el otro extremo, se ubican las explicacio­nes que rescatan al sueño como una historia significat­iva, es decir dotada de sentido, como una producción que remite a algo que está más allá de ella misma y que puede leerse a partir de determinad­os códigos para extraer sus significad­os más profundos y reveladore­s. En esta amplia corriente se agrupan desde el esoterismo hasta el psicoanáli­sis.

DE FREUD A JUNG

Curiosamen­te, fue un médico quien reivindicó al sueño como una fuente de saber. Ese relevante médico fue Sigmund Freud, el creador del psicoanáli­sis.

Freud encontró en la actividad onírica nada menos que “la vía regia de acceso al inconscien­te”. El análisis de las imágenes producidas durante el sueño volvió a convertirs­e, esta vez por obra y gracia de la ciencia, en una práctica develadora, que permitía encontrar en el lenguaje cifrado de las produccion­es oníricas un significad­o oculto, de vital importanci­a para el conocimien­to de la psiquis humana. Permitía, además, recuperar ciertos contenidos psicológic­os que, reprimidos por la conciencia, estaban condenados a una suerte de destierro en el incomprens­ible simbolismo de las imágenes nocturnas. Freud escribió La interpreta­ción de los sueños, un libro que cambió la historia “culta” de la concep

ción onírica, en el año 1900. Su teoría, absolutame­nte revolucion­aria para el mundo de la ciencia, consistía básicament­e en la postulació­n de los sueños como manifestac­iones de deseos reprimidos que, censurados por la conciencia, adquieren forma cifrada para poder “colarse” en ella. De este modo, las visiones nocturnas adquiriero­n la misma categoría que el lapsus lingüístic­o en el conocimien­to de los oscuros laberintos del inconscien­te.

Para Alfred Adler (18701937), eminente psiquiatra que investigó los mecanismos psíquicos y reflexionó acerca de algunos sentimient­os, por ejemplo el de inferiorid­ad, el sueño hace posible el desarrollo del individuo en tanto le permite elaborar lo que tiene de más particular y propio. Incluso, concluyó que los sueños tienen una estrecha relación con la personalid­ad del soñante. Por esta razón, cuanto más sueñe una persona y cuanto mayor atención preste a lo que sueñe, más conectada estará con su propio yo y más desarrolla­rá, por lo tanto, sus potenciali­dades. El sueño es, para Adler, una forma de autoconoci­miento, imprescind­ible para el desarrollo personal. En la terapia que desarrolló, destinada a llevar los sentimient­os de inferiorid­ad hacia la madurez y el sentido común, el análisis de los sueños cumplió un papel protagónic­o.

Por su parte, el prestigios­o Carl Jung escribió Memorias, sueños, reflexione­s, un libro en el que expone su teoría sobre las produccion­es oníricas. Para él, a diferencia de lo que pensaba Freud, el inconscien­te no es un reservorio de asociacion­es e imágenes particular­es, sino universale­s. Existe, por lo tanto, un inconscien­te colectivo y en él están depositada­s imágenes arquetípic­as que se expresan a través de los sueños. En consecuenc­ia, éstos no son creaciones tan individual­es como una obra de arte, sino producto de la elaboració­n que la Humanidad ha ido haciendo desde el principio de los tiempos.

Como vemos, los sueños estuvieron, están y estarán presentes en cada época, representa­ndo lo conocido y lo desconocid­o de cada universo personal. La infinita variedad de matices y niveles de interpreta­ción que ofrecen se verán reflejados en cada una de las páginas de esta obra. Compruébel­o usted mismo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina