“Triple Frontera Dreams”, de Douglas Diegues
Una Latinoamérica tan precaria como viva emerge de los encendidos textos de “Triple Frontera Dreams”, del escritor paraguayo Douglas Diegues.
Del centenar de páginas de estos Triple Frontera Dreams podría hacerse un razonado elogio y concluir que el libro contiene sólo buenos poemas, algunos muy buenos, alguno excelente, de fatal, lineal destino antológico. Serían –son– juicios verdaderos. Sin embargo, la impostada ingenuidad crítica de pronunciarlos, bajo máscara o pose de una estética entre sobriamente neoclásica o gustosamente retro y apologética, escamotearía la índole del gran acontecimiento que, de por sí, constituye la sola publicación en Buenos Aires de un autor de todas las fronteras del Paraguay.
Como lo es Douglas Diegues, poeta en portuñol salvaje y performer selvático, domador de yacarés amateur y proficuo intérprete profesional verbal y corporal de todas las identidades estratégicas, fronterizas y revocables del mapamundi Brasil, universal sin universalismos ni reinos de Dios pero con diosas y diosos de proliferante mitología forjada a medida de una inteligencia a la que ningún demonio del mediodía hizo perder de vista la prosecución de sus fines lúcidos.
Su libro reúne 22 textos poéticos en prosa, en verso, con o sin más métrica que su oxigenada respiración tropical. Tanta poesía viene precedida por una poética: el manifiesto personal “¡Bienvenidos a la selva del portunhol!”.
Programa autoral, pero que también, desde la nuestra fría intemperie subtropical, puede verse como grupal o escolar o aun generacional: “Qualquer kabrón, qualquer princesa, qualquer vagabundo puede fazer literatura em portunhol selvagem, porque cada um tem ya um portunhol selvagem seu, aún non lo sabiendo, escondido en seu corpo, y que jamais será igual al mio. Incalculáveis portuñoles selvagens existem y non existem y existem, pero nunca se repetem, como las tapas de los libros cartoneros. El portunhol es realmaravishozo […] non se lo puede entender direito […]pero se lo puede sentir el frescor de llamas, el rocío del mambo”.
Con retórica exaltada, con exaltación retórica, Diegues delinea sin dejar lugar para la infeliz inexactitud cual es el reino de este mundo, esos ámbitos otros donde resuenan salvajes esas voces otras, reales y maravillosas: “las selvas paraguayensis de la Triple frontera”.
La alquimia del verbo trabaja a temperatura incandescente, pero el resultado es inteligible, nunca oscuro, ni siquiera tan difícil. A pesar de la confluencia de familias lingüística que, desde el amerindio nivaklê hasta el árabe levantino, poco se conocían entre sí hasta el momento del matrimonio arreglado en la página, Triple Frontera Dreams es ligero y ale- gre, nada arduo de entender, porque en la edición hay doce ‘glossarioncitos selvatikos’, lexicografía poética servicialmente intercalada entre tanta poesía impura. Esta canchera guía Lonely Planet para que nadie se quede (del todo) fuera de este tour por esmaltes y camafeos policromados ofrece traslados inter o intra lingüísticos con destino final en variantes del portunhol selvagem.
La sola existencia de Triple Frontera Dreams es una apuesta a la persistencia y subsistencia, un precedente para nuevas ediciones de grandes poetas y escritores porteño-guarañoles como Edgar Pou o Damián Cabrera. Dios no juega a los dados, y este volumen se distribuye en el mismo año del centenario de Augusto Roa Bastos, el escritor asunceno más conocido mundialmente, y a favor de esto obró la “decisión política” del autor de Yo el supremo de obliterar la pululante heteroglosia del Paraguay en aras de un castellano más académico.
Hoy en Madrid el portuñol se ve festejado con énfasis y éxtasis en sonoros discursos de ingreso a la RAE. Y a la celebración de la ‘limpiafijaydaesplendórica’ Academia, como la llamaba Unamuno, se une ahora una iniciativa para el público iberoamericano como es la de esta edición.