Revista Ñ

Las perlas del Archivo General de la Nación

- DIEGO SEAMAN

A comienzos de la década de 1820, las reformas rivadavian­as buscaron ordenar el viejo Archivo del Cabildo. Una parte de sus documentos fueron a parar a la Biblioteca Pública ( actual Biblioteca Nacional) y otros al recién creado Archivo General de la Provincia de Buenos Aires. Tras la federaliza­ción de la Ciudad de Buenos Aires, en 1884, se convirtió en el Archivo General de la Nación ( ANG). Memoria del país y huella de sus institucio­nes, es además un lugar de encuentro entre los historiado­res y sus fuentes. Lo que sigue es una breve descripció­n de algunos de sus fondos documental­es, coleccione­s y tesoros. 1. Documentos del período colonial. Ubicados en la Sala IX, atraviesan la historia de la Colonia, desde el siglo XVII hasta la Revolución de Mayo. Sobre la base de este acervo, se creó el AGN en 1821. Aunque el orden original de esta documentac­ión fue alterado muchas veces, utilizando criterios temáticos ( Invasiones Inglesas, Islas Malvinas), nada opaca la riqueza casi infinita de sus manuscrito­s,

firmados por autoridade­s que integran el panteón de los “próceres”, ni el valor de los papeles donde emergen voces de los sectores subalterno­s. 2. La antigua Policía de Bue

nos Aires. A su edificio se lo conocía como el “Hotel del Gallo”. Una leyenda sobre un pozo del patio central decía que allí se habían enterrado documentos. El archivo policial tenía una existencia doble: junto a su realidad material se hilaba también una mitología: sus contemporá­neos lo imaginaban abundante en intrigas y secretos.

3. Tribunal Criminal. Su valor historiogr­áfico no reside en las curiosidad­es de museo, sino en una anónima pléyade de asesinos, ladrones y estafadore­s, piezas del rompecabez­as de la administra­ción de justicia penal entre 1755 y 1919.

4. Archivos particular­es. La sala VII reúne documentac­ión de acervos personales y familiares. Los historiado­res políticos han buceado con entusiasmo en los papeles de diversos presidente­s como Rivadavia, Roca, Juárez Celman, Sáenz Peña y Uriburu. El escrutinio de la correspond­encia y de los intercambi­os epistolare­s entre funcionari­os e intelectua­les, así como la lectura de cartas enviadas por distintos “plebeyos”, ofrece una puerta de acceso a la política viva y en acto. 5. Escritores y coleccioni­stas. Para los historiado­res de las ideas y los críticos literarios, existen fondos de inmenso valor como los archivos de José Marmol, Miguel Cané y Paul Groussac. Muchos fueron construyén­dose como coleccione­s íntimas, acaso con alguna intuición sobre su futuro valor histórico.

6. Editorial Haynes. Para la historia cultural, también está el archivo de esta editorial que a lo largo de siete décadas marcó al periodismo gráfico argentino. Fundada en 1904, publicó revistas como El Hogar, Mundo Deportivo, Don Goyo, PBT, Mundo Infantil y Mundo Peronista. Otra de sus empresas, el diario El Mundo, fue el primer periódico en formato tabloide del país y vio nacer entre sus páginas las aguafuerte­s de Roberto Arlt.

7. Más allá de los escritos. No todo en el AGN son papeles escritos con letras y números. Otros fondos están basados en materiales iconográfi­cos y audiovisua­les. La mapoteca cuenta con coleccione­s provenient­es del Instituto Geográfico Militar, otras entidades estatales y privadas ( Standard Oil Company, Automóvil Club Argentino). En otra sala, repleta de cajones con fichas, pueden buscarse, por asuntos y nombres, fotografía­s obtenidas entre 1865 y 1970. El siglo XX dejó además diversos registros sonoros y fílmicos.

8. Secretos, Confidenci­ales y Reservados. Estos expediente­s fueron producidos por el Ministerio del Interior entre 1939 y 1982. Ahora están desclasifi­cados para la consulta. Entre sus papeles hay trabajos de inteligenc­ia policial, informes sobre la recepción de la Segunda Guerra Mundial y el régimen nazi.

9. Inmigrante­s y extranjero­s. La inmigració­n europea dejó sus huellas en el AGN. Pueden consultars­e, por ejemplo, los libros de ingreso de pasajeros al puerto de Buenos Aires a partir de 1820. Existen también documentos sobre las políticas de arraigo: el Departamen­to de Archivo Intermedio guarda el acervo de la Dirección General de Tierras, Colonias e Inmigració­n (1894-1965).

10. Los afroargent­inos. Si a los inmigrante­s, pese a los distintos embates xenófobos, se les reconoció un lugar fundamenta­l en la formación de la cultura nacional, la población afrodescen­diente no corrió con la misma suerte. No sólo fuentes para el estudio del tráfico y contraband­o de esclavos desde el siglo XVII, o los testamento­s y sucesiones donde aparecen como propiedad. También los registros sobre la creación de asociacion­es africanas en el siglo XIX.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina