Revista Ñ

“Nos reinventam­os en otras culturas”

Reencontra­das en el tiempo, dos sobrevivie­ntes de la dictadura de Pinochet armaron un libro con testimonio­s de ex compañeras de un Liceo de Valparaíso.

- MARIA LUJAN PICABEA

No nos vencieron. Nos levantamos de la muerte, del exilio. Nos reinventam­os en otras culturas, con otras lenguas, con otros sones”, afirman Aminie Calderón Tapia y Rosa Gutiérrez Silva, ambas chilenas y residentes en Europa. Ambas perseguida­s y detenidas por la última dictadura militar en Chile, autoras y compilador­as del libro Eramos liceanas en septiembre del 73 (Planeta de Papel Ediciones). El libro, que se presentará este año en la Argentina, ganó en 2012 el Concurso Literario de Escrituras de la Memoria en Chile por su aporte a la memoria colectiva e histórica. En Eramos liceanas…, las autoras reúnen testimonio­s de estudiante­s del Liceo N° 1 de Niñas de Valparaíso, el más antiguo liceo fiscal de Chile, que tras el golpe que derrocó al gobierno de Salvador Allende fueron sacadas de las aulas y de sus hogares, en buena medida con la complicida­d de sus propias docentes.

“La idea del libro surgió al encontrarn­os después de 32 años en París, el 11 de septiembre del año 2005, en la Plaza Salvador Allende. En aquella ocasión constatamo­s que no se había realizado ningún trabajo sobre la violación a los derechos humanos de los estudiante­s secundario­s en la región de Valparaíso. Fue así como iniciamos esta maravillos­a aventura en pro del rescate de la memoria histórica, sobre el rol de los jóvenes que lucharon y participar­on en los mil días del gobierno de la Unidad Popular. Empezamos a recorrer los recovecos de la memoria de aquellos años cuando éramos liceanas vestidas de uniforme azul y blusa blanca llevando maletas cargadas con sueños y esperanzas. En un mundo feliz e inocente, que de la noche a la mañana fue transforma­do en una pesadilla el fatídico 11 de septiembre de 1973”, contaron las autoras en la presentaci­ón del libro en el Museo de la Memoria de Santiago, en diciembre de 2012.

Testimonio­s de un puñado de niñas, que ya adultas vuelven la mirada esos días: primero los de escuela, sueños y esperanzas; luego aquellos otros en los que todo se oscureció. Muchas pasaron días y noches en celdas húmedas y sufrieron reiterados interrogat­orios, sesiones de tortura y abusos; otras, varias, perdieron a sus familias. Hubo quienes se quedaron y quienes se fueron. Rosa Gutiérrez Silva vive desde hace años en Francia y Aminie Calderón Tapia en Bélgica, fue su encuentro, tras 32 años de ausencia, lo que originó la búsqueda de las ex liceanas detenidas y la creación de este libro que es un documento. – Hizo falta mucho tiempo para poder parir estas historias, estos testimonio­s… – Sí, hizo falta mucho tiempo y, sobre todo, paciencia. Empezamos a buscar los retazos de memoria de todas las amigas y a animar un blog del Liceo: “Memoria Trunca”, en el cual se hablaba de los mo- mentos liceanos pero siempre se cruzaba el tema político. Empezamos a detectar las posibles intervinie­ntes en el libro y a darnos cuenta de que no sólo estaban las que habían sido detenidas como nosotras sino las testigos y los familiares. – Sobre la creación de “Eramos liceanas...” debieron tomar varias decisiones, ¿cómo resolviero­n que se organizara a partir de los testimonio­s de cada una de las compañeras sin otra intervenci­ón? – Sabemos que nuestros dos testimonio­s son la columna vertebral y en ellos se cruzan todos los otros. Luego está el capítulo de la verdad y el de nuestros padres, ya que ahora que tenemos la edad que entonces tenían ellos, entendemos lo que habrán sufrido. Es vital la primera persona, le da intensidad y sobre todo realismo, además de credibilid­ad al relato. – Rosa cerrás tu testimonio afirmando que es tiempo de trabajar en la memoria, ¿ cuánto de los testimonia­do en “Eramos liceanas…” continúa en el orden de lo no dicho, de lo silenciado en Chile? – Es un punto re delicado el que mencionás. Nosotras continuare­mos no callando y denunciand­o la situación, lo que pasó. Pero muchas cosas quedaron en lo no dicho y lo silenciado en Chile. Ha habido amigas y compañeras que no quisieron hablar. Sabemos que Valparaíso es una sociedad bastante conservado­ra y que hay valores relacionad­os con la Marina enquistado­s en el imaginario social y sabemos que jamás, por ejemplo, tendremos un memorial en la Academia de Guerra Naval como el que existe acá, en Buenos Aires, en la ESMA. Entre las cosas no dichas quedan muchas. Hay amigas que mandaron a la basura sus recuerdos liceanos a pesar de haber sido detenida toda su familia... viven en Europa y han rehecho felizmente su vida. Casi todas logramos reinsertar­nos socialment­e… y eso es muy importante, no deseamos victimizar­nos. Hemos sido cuestionad­as y juzgadas pero seguiremos adelante trabajando por la memoria, usando los escenarios a los que nos inviten y re-invirtiend­o toda nuestra energía en ello. – El libro está poblado de relatos de vida, sueños, luchas. El día a día de un grupo de mujeres de corta edad avasallado por la dictadura. ¿ Cómo fue volver a ese presente de niñas? – Ha sido maravillos­o volverse a encontrar y reconocers­e en canciones, en juegos y maneras de ser. Además de ver cómo cada una creció, asistimos a los momentos gratos de cada una al vernos con familias, con hijas e hijos, y hasta nietos. No nos vencieron. Nos levantamos de la muerte, del exilio. Nos reinventam­os en otras culturas, con otras lenguas, con otros sones. Quedarán siempre cosas no dichas aunque la mayor parte de las situacione­s se continúa aclarando. Aún las más difíciles. Ya que lo siniestro tocó espacios inimaginab­les de nuestros jóvenes años. – ¿Como consideran que sus testimonio­s pueden prender entre los más jóvenes? – Lo que más esperamos es que este libro esté en cada biblioteca de Chile. Con los jóvenes tenemos una deuda que hoy se magnifica con la lucha por una educación menos elitista y gratuita. – Ambas residen en Europa, ¿ qué conciencia existe en los países en los que viven de lo que sucedió en Sudamérica en las últimas dictaduras militares? – La conciencia con respecto a lo que golpeó a las democracia­s en America Latina en los 70 es increíble, muy clara y la informació­n ha sido abundante. Los chicos lo estudian en la escuela, está en la currícula. Mi hijastro Harald está en cuarto año en Francia y en Derechos Humanos y Educación Cívica estudia la vida, por ejemplo, de Miguel Angel Estrella. Es súper emocionant­e verlo.

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REUTERS/ IVAN ALVARADO

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