Revista Ñ

Romper la puerta de cristal

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Matrimonio

Estamos muertos. Planeamos nuestra vida juntos y vos decís que cada cuatro meses tu vida cambia que se te van los amigos o vos los dejás. Donde hablamos hay un florero plateado los pétalos caen sobre la mesita sucia “No sé”, “el bien común” todo se trata de la luz del ambiente, ascender, los muebles de la casa. Creo que no me conocés pensás cosas raras de mí que me ahogo en un vaso de agua. Estoy segura de que me querés dejar Voy a poner un disco hay lugares donde la belleza está de verdad: Por ejemplo, yo vestida para ir a la fiesta, o mejor, yo eligiendo la ropa. Sueño con un viaje a la playa. A tu lado. Hoy todos mis pensamient­os se forman así: me veo extendida en el mundo, y esclava a la vez como una esposa del Islam.

Céline

Estoy a punto de abrir el libro de Céline Muerte a Crédito que compramos en el supermerca­do junto a bifes y zanahorias. Muerte a Crédito de Céline: “aquí estamos solos otra vez es todo tan lento, tan pesado tan triste... pronto seré viejo y por fin se habrá acabado...” Voy a dormir con este libro bajo la almohada para soñar con él A la mañana diré: fue una buena compra. Fue una buena compra, lo leeré en el balcón que da a los edificios lo leeré sola, perdida en la ciudad.

Pantano

Mi casa se está poniendo antigua, está envejecien­do, las paredes se están descascara­ndo y yo no tengo plata para arreglarla­s. No importa, me gusta igual, paso la tarde muy contenta, limpiándol­a, las llavecitas de la luz, las manijas de las puertas de la alacena, la lámpara de piel. Ayer me arrodillé ante el paraíso, pero el paraíso no estaba en mi casa, estaba en otra parte, cuando caminé lo vi, era una plaza. Una tonta plaza con árboles secos y adornos de navidad en las ramas, llena de perros y ancianos, y niños de muy baja estatura. La primavera, que dio sus frutos, la había llenado de pájaros silvestres. Yo quería entrar, pero tenía rejas (se las puso la municipali­dad). Rejas negras y filosas y mirándolas les dije: “Devuélvanm­e mi paraíso o tendré que entrar a las patadas, aunque así no se entra, tendré que romper la puerta de cristal con mi cuerpo”.

Cosas robadas en los Estados Unidos

Viviendo en las casas de los demás yendo de unos brazos a otros. Sin dormir. Fumando en los porches esperando buses entre mejicanos, niños y bebés. Todos pobres, todos con remeras con strass Estoy acá, en América con un bolso lleno de cosas robadas: radios, computador­as, microchips, barras de dulce, videos, motos.

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